lunes, 13 de agosto de 2018

El goce de la victimización.


Para iniciar este texto me gustaría hacer una anotación, como autor, te confrontas en algún momento con un dilema de orden ético y parresico, entre sumarte a  las ideas populares y dominantes de la época o apostar a escribir sobre aquello que uno considera como verdadero a pesar de ser un tema incomodo o de las críticas y desencuentros que esto produzca. Mi posicionamiento como autor está establecida ya y por ende en este texto plasmare aquello que considero más cercano a la verdad, quedo abierto a las críticas y en la mejor disposición de establecer una discusión respetuosa con respecto a mis argumentaciones.

En la actualidad se presenta un fenómeno de reivindicación y de enunciación de las condiciones de opresión que ciertos grupos vulnerables presentan en nuestras sociedad, como nunca en la historia de nuestra humanidad, producido en parte por una creciente facilidad de comunicación y la masificación y viralizacion de ciertas noticias o eventos que permite a un gran número de personas enunciar su opinión sobre diversos temas relacionados con la dominación ejercida de ciertos grupos sobre otros.

La finalidad de este escrito no es la de negar la condición de victimas que un gran número de personas sufren en nuestras sociedad, tampoco busco hacer una descalificación a aquellas personas que han hecho del combate a los que consideran los victimarios su cruzada personal, la finalidad es poner sobre la discusión y problematizar la condición de victimas desde otro lugar. ¿A qué me refiero con otro lugar? Es lo que desarrollare a continuación.

En primer lugar consistiría en ir rompiendo con la asociación que se hace del concepto de víctima, ligandola a la indefensión, una víctima no es una persona indefensa o desprovista de ejercicio de poder, generalmente se entiende la relación entre víctima y victimario desde una perspectiva lineal, es decir, se concibe desde lugares rígidos o roles inamovibles.

La dinámica se percibe como un duelo de fuerzas en donde una persona ejerce poder sobre otra dominándola y volviéndola así su víctima, esta queda condenada a repetir su rol de victima hasta que una fuerza externa, llamase un otro, el estado, la ley, intervengan sobre el victimario y liberen a la víctima.

Esta concepción resulta bastante limitada al momento de intentar comprender las formas de ejercicio de poder por las siguientes razones que enunciare a continuación:
La victimologia nos enseña que al igual que el comete determinados delitos tiene una historia de vida y una conformación psíquica que lo motiva a ser victimario, la victima presenta las mismas condiciones, un análisis adecuado de las condiciones de victimización de ciertos grupos no puede dejar de lado este factor, las personas no sufren determinadas formas de dominación porque si, están en juego diversos factores, su edad, sexo, posición económica, hábitos, su estructura psíquica.

Esto lleva a plantearse que la relación victima víctima-victimario no es una relación azarosa, no se construye por casualidad ni por mala fortuna, tampoco se construye por una condición de maldad o de bondad de los sujetos. Se articula como una relación de corte dialectico, en donde el oprimido no puede existir sin el opresor y a la inversa, esto implica romper con el mito de que una víctima es una especie de objeto inanimado sobre el cual se ejerce poder, para pasarla a problematizarla como una economía de fuerzas en donde la víctima como el victimario ejercen poder y resistencias a ese poder y a su vez, obtienen ganancias de la representación de su rol, aquí se llega entonces al punto más polémico y central del escrito, muchos de ustedes como lectores podrían objetarme, ¿Cómo te atreves a decir que una víctima obtiene ganancias de su condición de víctima? Eso no tiene sentido, es un prejuicio, te estas colocando del lado del victimario, del lado del fuerte, del lado del poder. Ahora bien, no solo diré que en muchos casos la victima obtiene ganancias de su condición, sino que además goza de serlo.

Aquí viene al caso hacer también una aclaración de índole metodológica, en este escrito tomo en cuenta solo determinadas formas de victimización excluyo del este análisis aquellas en donde hay un ejercicio de poder tan brutal que no da lugar al sujeto a tener posibilidad de defensa como por ejemplo, violaciones, asaltos, desapariciones, homicidios, ya que considero que estas formas de violencia son motivo de otro tipo de análisis.
Retomando el punto del goce de ser víctima Freud en algún momento de su práctica analítica se preguntaba, ¿Cómo es que las personas a pesar de interpretarles sus síntomas que son motivo de su malestar, insistían en seguir con la dolencia, en el malestar?

Sobre esto llega a la conclusión de que las personas obtienen ganancias secundarias de su síntoma y su malestar, Freud coloca así la existencia humana como una economía de fuerzas,  en tanto la ganancia secundaria es mayor al malestar el síntoma domina la vida del sujeto, cuando el malestar es mayor a la ganancia secundaria obtenida el sujeto es obligado a moverse, a cambiar, a este tipo de ganancias me refiero, son ganancias secundarias que permiten un goce de la condición de víctima, a continuación enunciare algunos ejemplos de estas:

1.- Económicas. En diversos casos de procesos de victimización encontramos que lo que permite que se siga tolerando y reproduciendo el ejercicio de poder es la ganancia económica. En una sociedad en donde el estatus y el éxito económico definen la valía de las personas, se produce que se normalicen condiciones de dominación, violencia y explotación con tal de obtener ese anhelado estatus y reconocimiento social, nos encontramos así con un gran número de personas que son violentadas, abusadas y explotadas en su trabajos, en sus relaciones interpersonales, pero que eligen cerrar los ojos a su condición con tal de seguir gozando del reconocimiento social y de sus prácticas consumistas alienantes, solo se hacen conscientes de esta cuando las condiciones se vuelven intolerables, quedando en condiciones físicas y psíquicas de deterioro muy graves y de no iniciar un proceso de autocrítica, se corre el riesgo de iniciar un circulo de repetición permanente.

2.- La queja como forma de vida. Otro de los factores que se consolida como ganancia secundaria es la queja como forma de existencia, una persona quejosa opera de forma muy simple, busca hacer evidente su condición de víctima, busca hacer evidente su dolor, su sufrimiento, van por ahí cargando una cruz mostrando su crucifixión a todos aquellos que quieran mirar, esperando así ganarse la empatía y la lastima de los demás. La ganancia secundaria opera aquí desde varios ejes, en primer lugar la ganancia de afecto, de atención, la víctima es escuchada, consolada, se le ayuda de diversas formas, esto continua hasta que empieza a ser notorio que esa persona no busca cambiar sus condiciones, solo realiza acciones de catarsis con los demás, los usa como una forma de descarga, para continuar reproduciendo su condición, hasta que el otro se harta o deja de ser tan comprensivo, esto lleva a un dilema existencial a la persona, deja su condición de víctima y buscar obtener el reconocimiento y el afecto de los otros de otra forma o con el riesgo de perderlos definitivamente o seguir reproduciendo su condición y buscar nuevas personas que sirvan de consuelo y de catarsis.

La decisión ante este dilema depende del nivel de economía de fuerzas, mientras la ganancia afectiva sea mayor que el dolor la persona seguirá en su condición, si es a la inversa se verá cambios significativos en ella.

3.- Ausencia de responsabilidad.  La condición tradicional de representarse a una víctima la coloca como una persona desprovista de capacidad de elección, se piensa que esta persona se encuentra en una condición de indefensión, se conceptualiza desde una perspectiva física, como una fuerza ejercida sobre un objeto inerte, ese objeto esta desprovisto de voluntad, produciendo así un proceso de doble victimización, por un lado el del abuso recibido, en un segundo orden se la va despojando de su voluntad. Esto a su vez produce dos consecuencias fundamentales, la persona va perdiendo capacidades y habilidades para transformar su realidad por sí misma, en una segunda dimensión, se genera una dependencia de los demás.

La persona de forma inconsciente comienza un proceso en donde poco a poco comienza a gozar de esta ausencia de responsabilidad sobre sus acciones, comienza actuar de mala fe en el sentido Satreano, rehusándose a asumir su libertad, negándose a elegir esperando que sea el azar o la voluntad del potro la que resuelva su condición, en esencia, se rehúsa a ser sujeto debido a los beneficios obtenidos por su condición de objeto.

Ser sujeto implica hacerse cargo de la responsabilidad de vivir, de nuestras decisiones, hacerse cargo de la responsabilidad que cada sujeto tiene en sus procesos de victimización, algo que es muy complicado de asumir para un gran número de personas,

Estos ejemplos de ganancias secundarias no están separados entre sí, no se excluyen unos a otros, varias de estas ganancias pueden estar presentes en la misma persona, son solo unos ejemplos ilustrativos que buscan sustentar el argumento eje del escrito, ya que las ganancias secundarias de los procesos de victimización pueden ser de múltiples órdenes y tener diversas manifestaciones, habría que remitirse al caso por caso para una mayor definición.

A modo de conclusión plantearía dos cosas, en primer lugar, la importancia que tiene el cambiar el paradigma de representación de la condición de víctima, dejar de verlas únicamente como personas que sufren y atender también la parte del goce y las ganancias secundarias de su condición con la finalidad de realmente poder transformar y empoderar a estas personas.

En segundo lugar hay que replantearnos como sociedad el culto que se está realizando al lugar de víctima,  ser víctima no es cool, no es una condición deseable ni digna para ninguna persona. Hay que iniciar un cuestionamiento a todas aquellas personas que usan discursos victimistas como forma de adquirir notoriedad, fama o ganancias económicas, no se trata de dignificar la condición de víctima, ni de estar en un estado permanente de queja, debemos extinguir esos discursos que gozan de esta condición, no se trata de ser víctimas más dignas o más conscientes de serlo, sino de que no haya víctimas, tampoco de ver procesos de victimización donde no los hay, muchas personas ganan mucho con ello sin ningún tipo de intención de atender de verdad los problemas de fondo.

Eduardo Contreras Merino.