Hace poco acudió a terapia una pareja
para solicitar atención para su hija de 3 años, al desarrollarse el caso me
hizo reflexionar mucho sobre un fenómeno que está ocurriendo de forma cada vez más
frecuente y que denominare los niños amos.
Ahora bien, ¿A que me refiero con
niños amos? Son niños que seguro muchos
de ustedes han visto en plazas, en cines, en restaurantes, son niños
extremadamente narcisistas, que todo el tiempo están pidiendo cosas, niños que
tienen nulo respeto por los demás sean niños o adultos, que tienen nula
tolerancia a la frustración, en cuanto se ven frustrados por algo reaccionan
con violencia, agresión, hacen berrinches por todo y exigen una satisfacción inmediata
de sus deseos, no tienen ningún tipo de límites pueden golpear a quien este
cerca, agredirlo verbalmente, hacer un escándalo en el lugar que sea, todo con
la finalidad de obtener lo que desean.
A lo largo de este texto tratare de
mostrar como la producción de estos niños amos es una consecuencia directa de
factores culturales que están presentes en nuestra sociedad y que han producido
una particular forma de ser padres que genera este tipo de niños.
En primer lugar hablemos de la transformación
de las formas de subjetivación en referencia a la maternidad y paternidad en
nuestra sociedad, el ser padres ha evolucionado en su representación a lo largo
de la historia ha pasado de ser una obligación moral, biológica, social, a ser
una “elección”, esto debido a varios factores, la sobre población que ha
llevado a los aparatos gubernamentales a desarrollar proyectos de planeación familiar
que estén enfocados a bajar las tasas de natalidad, sobre todo en países donde
la taza poblacional se ha disparado y en donde existe pobreza extrema.
Con la producción de los métodos de anticoncepción
principalmente en los años sesenta con la píldora anticonceptiva se construyo
un nuevo paradigma en torno al ser mujer, se comenzó poco a poco a dejar de
lado esta forma de colocar a la mujer como madre, de pensar lo femenino atado a
la maternidad, se produjeron nuevos sentidos y nuevas vías de pensar la
feminidad, dejando el papel de la maternidad en segundo plano, la mujer se
inserta cada vez más en el mercado laboral, forma parte de las dinámicas
sociales, políticas, educativas, de tal forma que la idea de ser madres empieza
a ser postergada, pensada en un momento diferente, se empiezan a embarazar en
periodos más tardíos de edad.
Otro factor asociado a la transformación
de la percepción de ser padres está en la crisis de la institución matrimonial,
el matrimonio ha pasado de ser lo que se consideraba el destino final y el
sentido de la vida del sujeto, a ser pensado como una institución obsoleta,
caduca, que no ejerce demasiada atracción al sujeto moderno, se han preferido
formas de articular compromisos de pareja alternos al matrimonio y ya que la
finalidad del matrimonio era la de reproducirse y articular una familia, estas
formas alternas apelan mas a una vida en pareja, a generar experiencias
conjuntas, acompañarse mutuamente en el transitar de la existencia, la idea de
familia comienza a representarse a partir de una pareja, sin hijos.
Por otro lado la ideología capitalista
ha jugado un papel clave en esta transformación, esta ideología produce en
esencia sujetos narcisistas, incapaces de ver más allá de sí mismos, que buscan
eludir al máximo cualquier cosa que implique responsabilidad, la maternidad y
paternidad es por ende vista como algo poco deseado, algo que coartara su
libertad, su estilo de vida, es muy frecuente encontrar parejas que no quieren
tener hijos.
Ahora bien que pasa con las parejas
que si deciden tener hijos, casarse o vivir en pareja pero siguen reproduciendo
este sentido de la familia, ¿de qué forma ejercen este ser padres? Aquí se
plantea un problema importante en nuestra sociedad, porque por un lado están completamente
atravesados por estas formas ideológicas capitalistas, de esta ruptura con los
antiguos paradigmas de la familia, pero
por otro lado también se encuentran atravesados por estos paradigmas clásicos, nos
encontramos entonces con los nuevos tipos de padres, los padres postmodernos.
Los padres postmodernos presentan
varias características que llevan a producir niños amos, iniciemos con la más
evidente, el consumismo. Estos padres al estar completamente alienados a la ideología
consumista transmiten esto a sus hijos, generan formas de demostrar afecto a
partir de lo material, saturan a los niños de juguetes, aparatos electrónicos,
encontramos niños que desde los 3 años tienen su tableta, todas las consolas de
videojuegos, su computadora personal, el niño crece con un saturamiento de
cosas, se le enseña a desear cosas constantemente, a que nunca está en falta, a
nunca estar en privación, en frustración, esto genera en el niño un narcisismo
exacerbado, una incapacidad de lidiar con la frustración en su consumismo,
mientras más cosas posee más pleno se siente, iniciando el circulo de repetición
de la ideología consumista.
Por otro lado esta ruptura ideológica
con la idea de familia clásica conlleva nuevas formas de los sujetos de
posicionarse ante el ejercicio de ser padres, los lleva a querer ejercer la
maternidad y paternidad desde otro lugar, no desde ese lugar totalitario que
colocaba a los padres como figuras de autoridad incuestionables, buscan
colocarse en un lugar de comprensión del niño, de escucharlo, de darle un lugar
a sus deseos. Esto en esencia se lee muy adecuado, muy positivo, pero la ejecución
dista mucho que desear, lo que se produce realmente son adultos que se rehúsan
por completo a ejercer una construcción de límites en el niño, se niegan a ejercer
autoridad, a regañar al niño, a ponerle
limites, en esencia a educarlo.
Esto debido también a una forma de percepción
moderna de que determinados modelos de educación clásicos solo producían sujetos
reprimidos, que generaban conflictos psíquicos y emocionales con sus padres,
adultos con diversos conflictos con sus figuras paternas, al presentar estas problemáticas
asocian el lugar de padres clásico a algo negativo, les genera terror que sus
hijos los odien, a traumarlos, afectarlos psicológicamente, esto los lleva a
paralizarse, a no ejercer ningún tipo de autoridad, se colocan con el niño como
un semejante, buscan ser su amigo, relacionarse afectivamente con el haciendo
todo lo que consideren necesario porque el niño les demuestre su afecto. Esto produce
un efecto devastador en la construcción de los niños, crecen sin referentes de
autoridad, haciendo lo que quieren cuando quieren, con nulos limites, niños que
no están acostumbrados al no, a las prohibiciones, esta ausencia de límites en
su hogar lo reproducen en todos los espacios en que se desempeñan, sea la
escuela, las casas de otras personas, el cine, la calle, llevando a los padres
a estados de angustia que los paralizan.
Un aspecto también importante tiene
que ver con la constante tendencia de los padres modernos de eludir su
responsabilidad, un reflejo del sujeto moderno, un sujeto atrapado en sus imágenes,
en su alienación, incapaz de tomar postura ante nada, atrapado en la
virtualidad de sus redes sociales, esto lo lleva de entrada a tener hijos pero
sin intención de hacerse cargo de ellos, mucho de esta saturación de cosas de
los niños, tiene como finalidad el no hacerse cargo de ellos, no pasar tiempo
con ellos, no jugar con ellos, se busca que los niños estén entretenidos,
ocupados, para que no demanden atención, paradójicamente renuncia a ejercer una
autoridad con ellos bajo el discursos de generar un vinculo mas de corte
afectivo, pero la realidad es que son adultos completamente alejados de ellos,
que no conocen a sus hijos, que se niegan a ver la realidad de sus
comportamientos, se vuelven los esclavos de sus hijos, aquellos que solo están para
cumplirles sus caprichos, para mantenerlos contentos, permeado mucho por esta
idea de felicidad postmoderna capitalista en donde quien más tiene más feliz
es, son adultos que se encuentran a su vez en una dinámica de poca tolerancia a
la frustración, quieren todo de forma inmediata, se encuentran más preocupados
por su vida, por su realización personal que se traduce en mejor empleo, mas
ingresos, mejor auto, acudir a los mejores lugares pero deja de lado el aspecto
humano, son autómatas que solo hacen aquello para lo cual fueron programados, generan
niños a su imagen y semejanza, niños autómatas desde niños, incapaces de
generar vínculos reales con otros niños, incapaces de convivir, que no introyectan
una idea de la otredad, viven en sí mismos.
Estos niños amo son un fenómeno cultural
de nuestro tiempo, reflejan la decadencia cultural, la falta de límites que están
presentes en nuestra sociedad, el narcisismo exacerbado en el que viven una
gran cantidad de personas, los niños amos deberían ser un motivo de vergüenza en
nuestra sociedad.
La transformación de los niños amos es
un proceso largo y doloroso para ellos, solo se puede lograr en la medida de
que los padres adquieran conciencia de su función, que ubiquen que no son
amigos de sus hijos, que su función no es tenerlos contentos es educarlos, que
quieran o no tienen un lugar de autoridad que es importante ejercer, la
autoridad no es sinónimo de autoritarismo, se pueden insertar limites en los
niños sin ser autoritarios, se pueden articular formas que conlleven una transmisión
de afecto, amor pero a su vez lograr poner límites, es importante que asuman
que hagan lo que hagan generaran conflictos psíquicos en los niños porque no
hay una forma adecuada de ser padres, no hay un manual pero es importante
combatir esta postura de apatía, de no hacerse cargo de la educación, en la
medida que los padres comiencen a comportarse mas como padres y menos como los
esclavos de sus hijos este fenómeno puede ir siendo erradicado, en la medida de
que los padres sigan dejando que sean los juguetes, los programas de tv, el you
tube, las aplicaciones los que eduquen a sus hijos, se expandirá esto y veremos
niños amos por doquier y adultos aun mas autómatas, incapaces de empatía con
los demás, crueles, la decisión está en cada uno, la educación y la frustración
genera dolor, pero el dolor es parte de la vida es ineludible.
Eduardo
Contreras Merino. Psicoanalista.
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