martes, 22 de agosto de 2017

Los niños amos.

Hace poco acudió a terapia una pareja para solicitar atención para su hija de 3 años, al desarrollarse el caso me hizo reflexionar mucho sobre un fenómeno que está ocurriendo de forma cada vez más frecuente y que denominare los niños amos.

Ahora bien, ¿A que me refiero con niños amos?  Son niños que seguro muchos de ustedes han visto en plazas, en cines, en restaurantes, son niños extremadamente narcisistas, que todo el tiempo están pidiendo cosas, niños que tienen nulo respeto por los demás sean niños o adultos, que tienen nula tolerancia a la frustración, en cuanto se ven frustrados por algo reaccionan con violencia, agresión, hacen berrinches por todo y exigen una satisfacción inmediata de sus deseos, no tienen ningún tipo de límites pueden golpear a quien este cerca, agredirlo verbalmente, hacer un escándalo en el lugar que sea, todo con la finalidad de obtener lo que desean.

A lo largo de este texto tratare de mostrar como la producción de estos niños amos es una consecuencia directa de factores culturales que están presentes en nuestra sociedad y que han producido una particular forma de ser padres que genera este tipo de niños.

En primer lugar hablemos de la transformación de las formas de subjetivación en referencia a la maternidad y paternidad en nuestra sociedad, el ser padres ha evolucionado en su representación a lo largo de la historia ha pasado de ser una obligación moral, biológica, social, a ser una “elección”, esto debido a varios factores, la sobre población que ha llevado a los aparatos gubernamentales a desarrollar proyectos de planeación familiar que estén enfocados a bajar las tasas de natalidad, sobre todo en países donde la taza poblacional se ha disparado y en donde existe pobreza extrema.

Con la producción de los métodos de anticoncepción principalmente en los años sesenta con la píldora anticonceptiva se construyo un nuevo paradigma en torno al ser mujer, se comenzó poco a poco a dejar de lado esta forma de colocar a la mujer como madre, de pensar lo femenino atado a la maternidad, se produjeron nuevos sentidos y nuevas vías de pensar la feminidad, dejando el papel de la maternidad en segundo plano, la mujer se inserta cada vez más en el mercado laboral, forma parte de las dinámicas sociales, políticas, educativas, de tal forma que la idea de ser madres empieza a ser postergada, pensada en un momento diferente, se empiezan a embarazar en periodos más tardíos de edad.

Otro factor asociado a la transformación de la percepción de ser padres está en la crisis de la institución matrimonial, el matrimonio ha pasado de ser lo que se consideraba el destino final y el sentido de la vida del sujeto, a ser pensado como una institución obsoleta, caduca, que no ejerce demasiada atracción al sujeto moderno, se han preferido formas de articular compromisos de pareja alternos al matrimonio y ya que la finalidad del matrimonio era la de reproducirse y articular una familia, estas formas alternas apelan mas a una vida en pareja, a generar experiencias conjuntas, acompañarse mutuamente en el transitar de la existencia, la idea de familia comienza a representarse a partir de una pareja, sin hijos.

Por otro lado la ideología capitalista ha jugado un papel clave en esta transformación, esta ideología produce en esencia sujetos narcisistas, incapaces de ver más allá de sí mismos, que buscan eludir al máximo cualquier cosa que implique responsabilidad, la maternidad y paternidad es por ende vista como algo poco deseado, algo que coartara su libertad, su estilo de vida, es muy frecuente encontrar parejas que no quieren tener hijos.

Ahora bien que pasa con las parejas que si deciden tener hijos, casarse o vivir en pareja pero siguen reproduciendo este sentido de la familia, ¿de qué forma ejercen este ser padres? Aquí se plantea un problema importante en nuestra sociedad, porque por un lado están completamente atravesados por estas formas ideológicas capitalistas, de esta ruptura con los antiguos paradigmas de la familia,  pero por otro lado también se encuentran atravesados por estos paradigmas clásicos, nos encontramos entonces con los nuevos tipos de padres, los padres postmodernos.

Los padres postmodernos presentan varias características que llevan a producir niños amos, iniciemos con la más evidente, el consumismo. Estos padres al estar completamente alienados a la ideología consumista transmiten esto a sus hijos, generan formas de demostrar afecto a partir de lo material, saturan a los niños de juguetes, aparatos electrónicos, encontramos niños que desde los 3 años tienen su tableta, todas las consolas de videojuegos, su computadora personal, el niño crece con un saturamiento de cosas, se le enseña a desear cosas constantemente, a que nunca está en falta, a nunca estar en privación, en frustración, esto genera en el niño un narcisismo exacerbado, una incapacidad de lidiar con la frustración en su consumismo, mientras más cosas posee más pleno se siente, iniciando el circulo de repetición de la ideología consumista.

Por otro lado esta ruptura ideológica con la idea de familia clásica conlleva nuevas formas de los sujetos de posicionarse ante el ejercicio de ser padres, los lleva a querer ejercer la maternidad y paternidad desde otro lugar, no desde ese lugar totalitario que colocaba a los padres como figuras de autoridad incuestionables, buscan colocarse en un lugar de comprensión del niño, de escucharlo, de darle un lugar a sus deseos. Esto en esencia se lee muy adecuado, muy positivo, pero la ejecución dista mucho que desear, lo que se produce realmente son adultos que se rehúsan por completo a ejercer una construcción de límites en el niño, se niegan a ejercer autoridad, a  regañar al niño, a ponerle limites, en esencia a educarlo.

Esto debido también a una forma de percepción moderna de que determinados modelos de educación clásicos solo producían sujetos reprimidos, que generaban conflictos psíquicos y emocionales con sus padres, adultos con diversos conflictos con sus figuras paternas, al presentar estas problemáticas asocian el lugar de padres clásico a algo negativo, les genera terror que sus hijos los odien, a traumarlos, afectarlos psicológicamente, esto los lleva a paralizarse, a no ejercer ningún tipo de autoridad, se colocan con el niño como un semejante, buscan ser su amigo, relacionarse afectivamente con el haciendo todo lo que consideren necesario porque el niño les demuestre su afecto. Esto produce un efecto devastador en la construcción de los niños, crecen sin referentes de autoridad, haciendo lo que quieren cuando quieren, con nulos limites, niños que no están acostumbrados al no, a las prohibiciones, esta ausencia de límites en su hogar lo reproducen en todos los espacios en que se desempeñan, sea la escuela, las casas de otras personas, el cine, la calle, llevando a los padres a estados de angustia que los paralizan.

Un aspecto también importante tiene que ver con la constante tendencia de los padres modernos de eludir su responsabilidad, un reflejo del sujeto moderno, un sujeto atrapado en sus imágenes, en su alienación, incapaz de tomar postura ante nada, atrapado en la virtualidad de sus redes sociales, esto lo lleva de entrada a tener hijos pero sin intención de hacerse cargo de ellos, mucho de esta saturación de cosas de los niños, tiene como finalidad el no hacerse cargo de ellos, no pasar tiempo con ellos, no jugar con ellos, se busca que los niños estén entretenidos, ocupados, para que no demanden atención, paradójicamente renuncia a ejercer una autoridad con ellos bajo el discursos de generar un vinculo mas de corte afectivo, pero la realidad es que son adultos completamente alejados de ellos, que no conocen a sus hijos, que se niegan a ver la realidad de sus comportamientos, se vuelven los esclavos de sus hijos, aquellos que solo están para cumplirles sus caprichos, para mantenerlos contentos, permeado mucho por esta idea de felicidad postmoderna capitalista en donde quien más tiene más feliz es, son adultos que se encuentran a su vez en una dinámica de poca tolerancia a la frustración, quieren todo de forma inmediata, se encuentran más preocupados por su vida, por su realización personal que se traduce en mejor empleo, mas ingresos, mejor auto, acudir a los mejores lugares pero deja de lado el aspecto humano, son autómatas que solo hacen aquello para lo cual fueron programados, generan niños a su imagen y semejanza, niños autómatas desde niños, incapaces de generar vínculos reales con otros niños, incapaces de convivir, que no introyectan una idea de la otredad, viven en sí mismos.

Estos niños amo son un fenómeno cultural de nuestro tiempo, reflejan la decadencia cultural, la falta de límites que están presentes en nuestra sociedad, el narcisismo exacerbado en el que viven una gran cantidad de personas, los niños amos deberían ser un motivo de vergüenza en nuestra sociedad.

La transformación de los niños amos es un proceso largo y doloroso para ellos, solo se puede lograr en la medida de que los padres adquieran conciencia de su función, que ubiquen que no son amigos de sus hijos, que su función no es tenerlos contentos es educarlos, que quieran o no tienen un lugar de autoridad que es importante ejercer, la autoridad no es sinónimo de autoritarismo, se pueden insertar limites en los niños sin ser autoritarios, se pueden articular formas que conlleven una transmisión de afecto, amor pero a su vez lograr poner límites, es importante que asuman que hagan lo que hagan generaran conflictos psíquicos en los niños porque no hay una forma adecuada de ser padres, no hay un manual pero es importante combatir esta postura de apatía, de no hacerse cargo de la educación, en la medida que los padres comiencen a comportarse mas como padres y menos como los esclavos de sus hijos este fenómeno puede ir siendo erradicado, en la medida de que los padres sigan dejando que sean los juguetes, los programas de tv, el you tube, las aplicaciones los que eduquen a sus hijos, se expandirá esto y veremos niños amos por doquier y adultos aun mas autómatas, incapaces de empatía con los demás, crueles, la decisión está en cada uno, la educación y la frustración genera dolor, pero el dolor es parte de la vida es ineludible.


Eduardo Contreras Merino. Psicoanalista.
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viernes, 4 de agosto de 2017

No somos especiales.

Dentro de nuestra sociedad es muy común encontrarnos con formas ideológicas y discursos que insertan la idea del pensamiento positivo, autores como Paulo Coehlo, el couching empresarial, los libros de autoayuda son ejemplos de estas formas culturales.

Este ensayo tiene como finalidad el mostrar los peligros del pensamiento positivo como vertiente ideológica, más allá de que autores como Coehlo sean pésimos escritores y pésima su literatura, el problema radica en la construcción ideológica que representa y la forma en la que esto se ancla perfectamente dentro de una sociedad capitalista, consumista.

Para iniciar esta reflexión habría que preguntarse ¿Qué es lo que el pensamiento positivo nos plantea? Lo que podría interpretarse como una respuesta difícil de elucidar en realidad se articula como una respuesta muy simple, la ideología del pensamiento positivo se construye a partir de una fusión de varios tipos de discursos, psicología conductista, pensamiento mágico, retorica, pedazos de distintas religiones, para construir un monstruo discursivo que aliena a millones y produce toneladas de dinero.

En esencia el pensamiento positivo nos vende la idea de que el pensamiento lo puede todo, de una omnipotencia del pensamiento, hace creer la falacia de que vivimos en una especie de universo místico, un universo de energías positivas y negativas y que el motor de estas energías son nuestros procesos de pensamiento, atraviesa al sujeto haciéndolo creer que la satisfacción de sus deseos radica en la mentalidad que tenga, en la posibilidad de pensar positivamente en su realización.

Analicemos por ejemplo la siguiente frase del libro el alquimista de Paulo Coehlo que se ha vuelto viral y se comparte de forma masiva en las redes sociales:

“Cuando realmente deseas una cosa todo el universo conspira a tu favor para conseguirla”

Podemos obviar lo tremendamente ridícula que es la frase, podemos incluso pensar que se trata únicamente de un mal escritor, el problema real es el tipo de formas de subjetivación que este tipo de discursos producen, la frase nos habla de un sujeto desprovisto de acción, de un sujeto anhelante, que espera, de un sujeto que cifra sus esperanzas de la satisfacción de sus deseos en una conspiración del universo, de una especie de conjunción astral que determinaría que ese sujeto es merecedor de acceder a su deseo.

Ya Freud hablaba de como la omnipotencia del pensamiento es un rasgo de el pensamiento infantil, el niño antes de pasar por el complejo de castración no tiene articulado del todo lo que Freud llamaría el principio de realidad, su pensamiento se mezcla entre la fantasía, el narcisismo exacerbado, que lo lleva a articular la creencia de que lo que piensa puede siempre ocurrir en realidad, es solo vía  la elaboración de la castración que el niño aprende que su pensamiento no es omnipotente, que no siempre accederá a lo que desea no importa cuánto lo desee.

Esto da el primer aspecto de crítica a esta ideología, busca reducir al sujeto a formas de pensamiento infantil, producirle un aumento de su narcisismo, una reducción de su percepción del mundo haciéndole creer que su deseo es lo mas importante en el mundo, que su satisfacción es lo único relevante en la vida, alienándolo a un mundo de fantasías, de anhelos.

Aquí se puede ver de forma súper clara su enlace con los discursos capitalistas, con el tipo de sujeto que produce el capitalismo, un sujeto narcisista, individualista, alguien que es vació en su forma de tener empatía con otros, carente de ética, de reflexión sobre sus actos, un lobo devorador del otro, anteponiendo su satisfacción al bienestar colectivo.

Pensemos por ejemplo en la idea que esta frase de Coehlo fuera real, que efectivamente si deseamos algo con suficiente fuerza las fuerzas magnéticas y energéticas del universo nos lo cumplirán, esto plantea una interrogante ¿De qué tipo de deseos hablamos? ¿Qué ocurre si deseo tremendamente la muerte de alguien, si deseo el dinero o posesiones de otro, si deseo la dominación sobre otros? ¿El universo conspirara a mi favor también para conseguirlos?

Se produce entonces una trampa retorica muy parecida a las formas discursivas sofistas, lo que estos discursos buscan producir es sujetos anhelantes, pero que cuestionen poco acerca de su deseo, nos incitan a desear irreflexivamente de tal forma que las ofertas culturales consumistas operen perfectamente como mecanismos de paliación del deseo, como satisfacciones parciales, que calman temporalmente la sed de deseo, pero que a la larga mantienen sujetos en estados de insatisfacción permanente. Discursos que nos dicen tu desea el amor, ¿no te ha llegado? No te preocupes, mantente deseándolo con fuerza y en lo que llega porque no te compras esos zapatos tan lindos de la tienda, esa tele, ese auto, ese celular con tecnología tan avanzada.

Hace invisible a su vez las formas de competencia depredadora que existen en nuestra sociedad, si nuestro deseo es lo único que importa, hay que mentalizarse para obtenerlo, esta mentalización se traduce fácilmente en formas de de competencia desleal, si 3 personas compiten por un puesto en una empresa, los valores éticos quedan de lado, lo importante es acceder a la satisfacción de obtener el puesto, no importando que se tenga que hacer para obtenerlo.

Estas formas ideológicas como ya he hablando anteriormente traen a relucir nuestras formas narcisistas infantiles, pero también adquieren otros matices, no solo se explotan haciéndonos maquinas incapaces de sentir empatía para con el otro, lo explotan haciéndonos creer que somos especiales, construye la idea de una sobre valía del sujeto, explota la necesidad de sentido existencial del sujeto.

Ya el existencialismo francés reflexionaba sobre el sentido a la existencia argumentándonos que no existe un sentido previo a la vida, que el sujeto no emerge al mundo ya con un sentido a su vida, este sentido se va articulando, construyendo, para ellos la existencia precede a  la esencia por ende todo sentido ligado al ser solo puede ser producido, el sujeto primero existe y después deviene en algo, transforma su existencia en una forma de ser, pero este vacío de sentido produce una angustia existencial ineludible.

Es precisamente esta angustia y vacío existencial lo que estos discursos positivos explotan, el capitalismo nos bombardea sistemáticamente con la idea de que somos especiales, que cada uno de nosotros tiene un sentido de existir, utiliza la forma dogmática bajo la cual operan la mayoría de las religiones, insertando un sentido artificial al sujeto, el sujeto se aliena así a un discurso ilusorio, construye un ideal falso de su existencia, espera constantemente ese momento ese evento especial que está destinado para él, un momento que jamás llega por ende tiene que ir remarcando este ser especial a partir de las ofertas culturales, busca diferenciarse a partir de sus cosas, sus viajes, sus fotos.

La realidad es que no somos único ni irrepetibles, la realidad es que la mayoría son sujetos producidos en masa, que piensa, visten, desean de la misma forma que los demás, el discurso consumista les construye la idea de especialidad pero a la vez los aliena a una vía masificada de existencia, el couching empresarial es un ejemplo muy claro de eso, por un lado trata de construir una idea al sujeto de que puede hacer lo que se proponga, que no hay límites en la realización de sus deseos, no hay límites en el éxito que puede conseguir en la vida, se les dice simplemente sal y realiza tus sueños, argumentando que la visualización y la mentalidad positiva es la clave, son esas mismas empresas las que a su vez despiden a sus empleados en cuanto ya no les son de utilidad, las que estructuran criterios de selección de persona cada vez mas invasivos, excluyentes,.

El couching opera basándose en lo que se denomina como psicología del yo,  esta psicología parte de la premisa de producir  sujetos que tengan un yo fuerte, es decir una percepción de sí mismos fuerte, pero a su vez estén adaptados a la sociedad donde se desempeñan, da igual que esta percepción corresponda o no a la realidad, el objetivo radica en generar una sensación de bienestar artificial, algo que por obvias razones y al no estar en contacto con la realidad su duración es de un periodo corto, por eso se hacen necesarias sesiones constantes de couching, el sujeto necesita esa sensación de bienestar producido artificialmente, opera desde la retorica, diciéndole al sujeto aquello que busca oír, mintiéndole descaradamente con tal de producir una sensación positiva en el, de lo que menos se habla es de la verdad, se manipulan estadísticas, se construyen modelos de identificación lanzando historias “reales” de sujetos exitosos, que iniciaron desde abajo, que lucharon por sus sueños.

El couching opera también utilizando las estrategias de la hipnosis, de la manipulación de masas, el ponente, guru, se coloca en el lugar del yo del sujeto, le inserta ideas, pensamientos, modelos de conducta, deseos, que están en función de su práctica discursiva, aquí comienza a ser evidente un punto clave, así como en la hipnosis, el pensamiento positivo requiere para su transmisión, de sujetos con yo débil, sujetos inseguros, frustrados, con personalidad débil, sujetos que busquen respuestas fáciles, sujetos que como mencione con anterioridad presenten una personalidad de corte infantil.
Otra de las formas de pensamiento positivo que tiene mucho auge en nuestra actualidad son las reinterpretaciones de la filosofía oriental, reinterpretaciones adecuadas por supuesto al contexto capitalista, adquieren su expresión en el ejercicio de la yoga, el reiki, los masajes espirituales, constelaciones y demás formas místicas bajo las cuales se busca construir una ideología de vida, una seudofilosofia del vivir.

Se basan en tergiversaciones del esquema filosófico oriental, en esta forma de representar al sujeto como un cumulo de energías, el ying y el yang, energías positivas y negativas, lanzando la idea de espíritu, pero una concepción del espíritu distinta de la tradición filosófica e incluso de la filosofía oriental, construyen un concepto de espíritu que está más cercana a la concepción religiosa que filosófica, un sincretismo entre la representación del espíritu del cristianismo y de la filosofía oriental, estos discursos apelan a la idea de la paz de espíritu, a la idea del equilibrio cuerpo, mente, cuerpo espíritu, desarrollan seudo practicas de cuidado de si, privilegiando la idea del contenido energético, promueven ejercicios, meditaciones, construyen regímenes dietéticos que retoman en gran medida el ascetismo cristiano.

Este tipo de prácticas apelan a construir el mismo tipo de sujeto, un sujeto dócil, sus ejercicios, sus dietéticas, sus meditaciones no tienen como finalidad transformar la realidad del sujeto, solo servir como mecanismos paliativos de su malestar, ejercicios que operan como formas de catarsis pero que son estériles para resolver los conflictos existenciales del sujeto.

El pensamiento positivo funciona así como un discurso de saber poder que tiene como finalidad la alienación del sujeto, producir sujetos dóciles, deseantes, adaptados a la cultura, sujetos que aprendan a vivir en frustración, funciona perfectamente al sistema porque produce sujetos aislados unos de otros, narcisistas, apolíticos, sujetos que privilegian la fantasía a la acción, que prefieren vivir en un mundo de fantasía en donde existe un destino que ha deparado el sentido de nuestra existencia.

Retomando el titulo de este ensayo, no somos especiales, no estamos destinados a la grandeza, al éxito, no le importamos al universo ni a sus energías magnéticas, nuestra vida no tiene un propósito mayor,  tenemos que aprender a sufrir, a vivir experiencias desagradables, a renunciar a estas formas de pensamiento infantil de omnipotencia, a desarrollar empatía por los otros, el que nuestra vida no tenga un sentido trascendental, místico, no implica que no merezca ser vivida pero vivida realmente, apelando a privilegiar las experiencias reales, nuestros sentimientos, aprender a cuestionar nuestros deseos, a aprender la verdad de nuestro deseo, a privilegiar la acción a el anhelo pasivo, desear no es sinónimo de pasividad, desear implica hacer.

Vivir no es para todos, es solo para aquellos que tienen el coraje de elegir, de trazar líneas directas para su deseo, de arriesgarse a buscar su deseo aun sabiendo que pueden no obtenerlo, asumir que en esta vida no siempre obtendremos todo lo que deseamos, que tendremos que aprender a vivir en falta, pero que lo que obtengamos, será real, intenso, satisfactorio, en la medida de que crezcamos como sujetos, tendremos la posibilidad de dejar de necesitar estas formas de consuelo y de paliativos emocionales y existenciales.

Eduardo Contreras Merino.

Psicoanalista. Contacto al teléfono 5523275307.

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martes, 1 de agosto de 2017

La parresia como práctica de ejercicio de libertad.

A lo largo de la historia han existido múltiples prácticas de cuidado de si, en esta ocasión analizare la parresia como parte de estas y como una práctica de ejercicio de libertad.

Para iniciar sería importante plantearnos la siguiente pregunta, ¿Qué es una práctica de cuidado de si?  Para responder a esto habría que remitirnos a los autores de la Grecia clásica, específicamente a Sócrates,  el cuidado de si parte de una inquietud de si, de lo que los griegos llamaban  Epimeleia  Heautou, el cuidado de si tiene como finalidad el conocimiento de sí mismo, la reflexión sobre la vida del sujeto, sobre su ejercicio ético.

El cuidado de si cuestiona eso que el sujeto cree saber sobre sí mismo, sobre lo que piensa, su forma de actuar ante la vida, sus deseos, sus posturas ideológicas esta inquietud de si se traduce en un conjunto de prácticas y estrategias que tienen como finalidad acceder a un saber sobre el propio sujeto que le permite desarrollar un ethos, es decir un arte de vivir.

Este conjunto de prácticas y estrategias es lo que Foucault ha denominado las practicas del cuidado de si, cada escuela filosófica de la antigüedad desarrollaba sus propias estrategias y prácticas, escuelas como los socráticos, platónicos, cínicos, epicúreos, estoicos.

En este escrito me centrare en una de estas prácticas, la parresia, partamos entonces de la pregunta más pertinente al respecto, ¿Qué es la parresia? La parresia podríamos pensarla e intentar circunscribirla a la libertad de expresión, a la posibilidad de decir algo, pero no cualquier tipo de discurso, la parresia se enfoca en la verdad, el ejercicio de la parresia tiene como finalidad el decir la verdad, la libertad de expresar la verdad, pero ¿de qué verdad hablamos?  

Aquí podríamos intentar responder a esta pregunta argumentando que la parresia tomaría en cuenta dos tipos de discursos de verdad, o más específicamente dos dimensiones de la verdad, una que sería de corte interno y otro externo, es decir una verdad acerca del sujeto, sobre su forma de pensar, sentir, sobre sus deseos, sus posicionamientos ideológicos, y otra dimensión de la verdad que estaría más en el terreno de lo social, de la política.

La parresia se separa así de la retorica, la retorica tiene como finalidad el decir al otro lo que este quiere oír, Socrates ya cuestionaba a Gorgias acerca de la función de la retorica, tomando como ejemplo el discurso de los políticos, un discurso plagado de retorica pero que busca producir una determinada reacción de aceptación en el receptor del discurso, la retorica articula el discurso sin tomar en cuenta la verdad, lo que menos importa es la verdad del tema a debatir o discutir, lo importante es producir la reacción de aceptación en el otro, o obtener algo del otro, Socrates la coloca como una especie de adulación, una adulación que lleva implícita una manipulación del otro,  una postura cómoda del sujeto ante sí mismo y ante los demás, eludiendo el riesgo, el debate, la pérdida del otro.

La parresia se sitúa en una dimensión distinta, la parresia privilegia el decir la verdad independientemente de la reacción del otro, la parresia implica asumir una postura de riesgo constante, un riesgo de muerte diría Foucault, busca a diferencia de la retorica decir la verdad, hablar antes que callar, cuestionar antes que alabar, dudar antes que aceptar,  criticar antes que halagar. El ejercicio de la parresia implica asumir que la verdad no siempre es el discurso más apreciado, asumir que el otro no siempre busca escuchar la verdad, que en múltiples ocasiones prefiere un discurso retorico, prefiere adulaciones antes que cuestionamientos, silencios antes que enunciaciones, mentiras antes que la verdad y que esta postura del otro en relación a la verdad puede llevar muy frecuentemente a tensiones, a rupturas, a perdidas, implica por ende estar dispuesto a perder en pos de la verdad, a pelear por la verdad, renunciar al otro por la verdad.

En una sociedad como la nuestra en donde los discursos ideológicos democráticos nos dirían constantemente que tenemos la posibilidad de expresarnos, de enunciar lo que queramos, parecería que vivimos en una sociedad más cercana a la parresia que a la retorica pero nada más alejado de la realidad, las sociedades modernas se caracterizan por una sobre intensificación del ejercicio de la retorica, de la mentira a la verdad, de la cosificación del otro por medio de determinadas prácticas discursivas.

Unos párrafos antes articulaba la pregunta de sobre qué verdad se hablaba en la parresia, y aquí entraríamos en un debate complejo, denso, pensemos por ejemplo en un foro como facebook, en donde múltiples personas tienen la posibilidad de expresar su sentir y pensar sobre un sinnúmero de situaciones y temas de nuestra actualidad, pensémoslo en una perspectiva aun mas particular, en un sujeto cualquiera que ante una noticia que aparece en la red, una publicación de alguno de sus contactos comenta esta argumentando algo que demuestra su forma de pensar ante el tema en cuestión, aquí surgiría una duda importante, al comentar y efectivamente decir la verdad con respecto a lo que piensa, ¿está haciendo uso de la parresia?

Es fácil identificar en estas redes el retorismo que prevalece en las interacciones, esta falta de toma de postura, de cuestionamiento,  pero volviendo a la pregunta del párrafo anterior ¿Hay un ejercicio de parresia ahí? Se podría responder que si y no, por un lado efectivamente el sujeto lanza su verdad al otro, expresa su verdad, pero hay varias cosas cuestionables, en primer lugar expresa su verdad desde un lugar seguro, desde la seguridad de su pantalla, de la distancia, no hay una situación de riesgo, de pérdida real, estas redes permiten una especie de sinceridad artificial por parte de sus integrantes sin que se traduzca necesariamente en una sinceridad en su realidad.

En segundo lugar habría que establecer una diferencia entre lo que es la opinión y el argumento, entre los que los griegos denominaban la Doxa y la Episteme, la opinión está basada en un saber común, un saber empírico, un saber que esta atravesado por los valores morales, ideológicos, religiosos, dominantes de la época. El argumento está basado  en un marco teórico epistemológico, en un saber analizado, reflexionado.

Para dar más claridad al respecto, pensemos en un ejemplo especifico, alguien en facebook, publica un vídeo en donde un youtuber sale hablando sobre la homosexualidad, diciendo que es algo normal que no hay nada malo en los homosexuales, los comentarios a este post emergen  y empieza la toma de posturas, la critica aquí a esta forma de enunciación radicaría en algo muy simple, ¿aquel que comenta que la homosexualidad es mala porque su religión dicta que es así, es un argumento? Efectivamente está hablando de su verdad, pero ¿Su verdad es realmente un discurso de verdad? 

Haciendo uso de la parresia diría que eso no es un discurso de verdad, es simplemente una forma de reproducción de un discurso de saber poder, es una forma en la cual el sujeto muestra su propia alienación y ahí radica el principal problema en la forma de conceptualizar la libertad de expresión en la modernidad, se piensa a partir de la posibilidad de expresarse, en un sentido muy literal del enunciado, sin reflexionar en torno a la verdad de las enunciaciones, de los discursos.

Nos encontramos con legiones de personas que argumentando su libertad de expresión pueden cuestionar, contradecir, des legitimar discursos de personas que llevan años investigando un tema,  gente que le ha dedicado mucho tiempo al análisis de determinados temas, el principal efecto de la postmodernidad radica en la construcción de la idea de que no existen verdades, que todo es una construcción social, por ende cualquier opinión es igual de relevante y de verdadera que otra, volviendo estéril la discusión, el debate, al final la realidad personal se impone a la realidad social.

El sujeto por ende expresa solo la verdad que su alienación le permite, expresa su verdad sobre su deseo, un deseo en masa, idéntico al de los demás pero articulándolo como si fuera único y exclusivo, cuestiona a personas vía la distancia de las redes, pero en sus reuniones o encuentros con otros calla,  cuestiona autoridades vía la distancia, pero calla ante los gritos de su jefe en su trabajo, ante las injusticias sociales que vive constantemente, estas redes apelan a dar esta ilusión de libertad de expresión, a servir como forma de catarsis en el sujeto de tal forma que le permitan seguir funcional.

Aquí es donde se recalca la importancia del cuidado de si, para poder ejercer la parresia el sujeto debe saber de sí mismo, saber de su deseo, sobre quien es, el cuidado de si construye así un sujeto reflexivo, desalienado y que ejerce en su habla esta reflexión y libertad. Ejercer la parresia implica a su vez la toma de una postura ética del acto de hablar, implica asumir la responsabilidad de nuestra palabra, produciendo que esta tenga un valor, implica tomarse en serio el acto de hablar, hacer de nuestro discurso algo ético, a pesar de que esto implique dificultades, a pesar que la expresión de nuestro deseo pueda llevar perdidas, tomar conciencia que nuestro discurso es ese pequeño lugar de libertad que hay que defender, que nuestra palabra nos representa, nos da un lugar frente al otro, que hablar con la verdad si bien implica un sinnúmero de riesgos en una sociedad que no la valora nos permite construir una dimensión estética de nuestra vida, una perspectiva de belleza de nuestro lenguaje, de nuestra forma de expresarnos.

Este acto de nombrar la verdad entonces estaría determinado por dos aspectos básicos, uno interno como hable con anterioridad y uno externo, en el interno radica en aprender a funcionar en pos de la verdad, es decir aprender a construirnos como sujetos que hablan con la verdad, pero que a su vez nos hablamos con la verdad, aprender a dejar los lugares cómodos, los lugares comunes de la masa, este cuidado de si implica asumir la verdad sobre nosotros mismos, dejar de lado la fantasía, aprender a ver la realidad tal cual es y no verla como quisiéramos que fuera o como nos han dicho que es, construirnos una lectura propia de nuestro mundo.

Esto suena fácil en palabras pero es complejo ponerlo en práctica ya que implica un desarrollo de la honestidad, pensémoslo por ejemplo en el amor, ¿Que implicaría estar en la verdad en el amor? Por un lado saber de qué forma deseamos ser amados, que deseamos del amor, pero por otro lado implicaría saber de qué forma podemos amar, que podemos darle al otro, ser honestos en nuestra forma de presentarnos ante el otro, ser honestos en las promesas de amor asumiendo que esa honestidad puede implicar un rechazo, una pérdida del objeto amoroso, pero que también puede dar lugar a una relación real, verdadera.

Esta verdad se sitúa de igual forma en una perspectiva social, se manifiesta en dos posibles vías, una la etificacion del sujeto en sus relaciones de lenguaje con los otros, partiendo de la idea de que muchas veces el expresarle la verdad al otro puede ayudar en su crecimiento como sujeto, en darle información útil para que ejerza su libertad de elección, pensemos por ejemplo en el siguiente dilema ético que puede ser muy común.

Un sujeto A conoce a sujeto B, aquí es independiente de preferencias sexuales, al inicio la vinculación de sujetos A y B se da a partir de la atracción sexual, se estructura una relación gratificante sexualmente, pasado un tiempo A sigue en su mismo deseo únicamente sexual pero B comienza a desarrollar sentimientos amorosos, por A, los manifiesta de forma cada vez más clara, ante esto A se confronta con una decisión, enunciar la verdad sobre su deseo, es decir que solo busca placer sexual, o mentir y seguir conservando lo mas que pueda su gratificación sexual. Ejercer la parresia en este caso implicaría que A enuncie su deseo asumiendo que la consecuencia mas probable seria la perdida de B, implicaría que A asume que B es un sujeto, que de mentirle estaría privándolo de información clave para una elección libre de B, que de postergarse esa situación estaría lastimando a B, la parresia aquí implica decir la verdad con una finalidad de ayudar al otro a elegir en libertad y como una forma de ayudarlo a crecer como sujeto, partir de la premisa que aunque la expresión de esta verdad puede ser dolorosa para B a la larga se le estaría haciendo un bien.

La parresia se estructura también en la expresión de un discurso de protesta, de crítica, de hacer visibles aquellos problemas del orden de la política, entendiendo la política mas desde el concepto de Polis, es de decir de aquellos asuntos importantes en la sociedad.

La parresia aquí implica articular una postura política, una postura que permite decir la verdad sobre los aspectos políticos, incluso implicando un riesgo de muerte, de exclusión, de aislamiento, Sócrates es el ejemplo más claro de esta forma de articulación de la parresia, alguien que se negó a mentir para  salvar su vida, alguien que eligió morir antes que ejercer la retorica, una postura compleja de asumir pero que tampoco tiene porque adquirir necesariamente esos tintes de riesgo.

Para finalizar habría que hacer algunas acotaciones en relación a la parresia, en primer lugar si bien la idea fundamental es desarrollar una posibilidad de hablar con la verdad, esta verdad es limitada, nunca lograremos saber todo sobre nosotros, el camino del conocimiento es largo y nunca termina, sería más adecuado nombrarlo como verdades temporales, es decir enunciar la verdad que se tiene acorde a ese tiempo, partiendo de la idea de que a mayor conocimiento de si nuestra verdad sobre distintos puntos puede cambiar.

En segundo lugar y retomando el titulo del texto, la parresia se estructura como una práctica de ejercicio de libertad porque nos permite salir de la alienación, nos permite insertar una dimensión ética de nuestra palabra, al hacernos responsables de nuestro decir asumimos las implicaciones de la libertad, sin duda es un riesgo alto, que pueda implicar costos importantes a pagar por estar de lado de la verdad, pero a su vez permite una satisfacción personal mayor, permite la construcción de una vida bella, digna de hablarse, en la medida en que podamos dar el paso a ejercicios de comunicación más verdaderos, podríamos tener la posibilidad de tener relación más reales, más gratificantes.

Eduardo Contreras Merino.
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