El
motivo de esta reflexión tiene como finalidad el evidenciar el cómo operan dispositivos biopoliticos que buscan
permanentemente producir formas de subjetivacion que atraviesen el cuerpo de
los sujetos, que estructuren una determinada relación para con su cuerpo en
función de sus intereses. Tomare como punto de referencia teórico metodológico
el concepto de biopoder de Michel Foucault, el concepto de la sociedad de rendimiento
de Byung- Chul Huan, el concepto de la sociedad del espectáculo de Guy Debord,
así como algunos conceptos básicos del Marxismo, por lo cual sería importante
la revisión de estos autores para una mejor comprensión de este texto.
La
relación del discurso con el cuerpo es un asunto bastante antiguo, ya desde Hipócrates
la dietética se estructura como la principal vía de tratamiento de la
patología, se considera la alimentación, los hábitos de vida, la sexualidad, como agentes productores de la enfermedad, de ahí
que la conclusión es el construir un régimen dietético en el sujeto acorde a
las diferentes formas patológicas y otro régimen que permitiera la prevención
de determinadas enfermedades.
Desde
ese momento el saber medico coloca como un discurso de saber-poder que tiene
como principal función el prescribir tratamientos que afectan directamente la
forma de vivir de las personas, muchos años han pasado desde la época de
Hipócrates, la medicina ha evolucionado mucho en su discurso de saber, y en su relación
con la política, en la actualidad podemos encontrar de forma muy evidente una
unión entre la medicina y la política, una preocupación por controlar y
administrar la biología humana, a esto le llamo Foucualt el biopoder, al
conjunto de estrategias de ejercicio de poder que tienen como finalidad el
administrar los cuerpos de los sujetos, lo cual deriva en la biopolitica.
Mientras
que el biopoder es un concepto que evidencia una forma de poder sobre el cuerpo
en general, la biopolitica buscaría generar un análisis en relación a un
conjunto de medidas políticas que afectan de forma importante la relación del
sujeto con su cuerpo y su relación para el cuerpo de los otros.
Para
motivos de este texto me centrare en 3 ejes que ejemplifican la forma en que los
entes modernos son unos alienados biopolitizados en su relación para con su
cuerpo, si entendemos el poder como una
forma de gobierno, lo que buscaría seria mostrar 3 formas de relaciones del poder en las cuales
el sujeto se encuentra alienado en su relación con su cuerpo y el de los otros.
1.-
La relación cuerpo-maquina.
En
nuestra sociedad capitalista en donde lo importante es la producción y el
consumo el cuerpo ha pasado a ser una máquina de rendimiento, la bipolitica
busca generar una particular forma de representar el cuerpo, un cuerpo
productor, un cuerpo que da rendimientos, que produce, que está ocupado,
constantemente se reproducen discursos que hablan de la importancia de ser
productivo, de ser eficiente, de realizar actividades productivas, de estos el
concepto de eficiencia es quizá el más peligroso y brutal de todos.
La
eficiencia se articula a partir de la lógica de la producción, producir un
excedente con menores recursos, el cuerpo en este discurso pasa a ser una
maquina con la cual hay que buscar un mayor rendimiento, el sujeto se explota a
si mismo frecuentemente porque tiene interiorizado el discurso de eficiencia,
comienza poco a poco a relacionarse con su cuerpo como una entidad mecanizada,
la alimentación aquí se inserta de una forma importante ya que se relaciona
directo en función de ser el combustible de esa máquina, el alimento deja de
ser un placer para constituirse como una vía de potenciar o reducir el
rendimiento.
Una
vez que la alimentación se encuentra dentro de estos juegos discursivos de la
eficiencia se empieza a analizar de otras formas, a construirse nuevos
conjuntos de representación, el concepto de la saludable en este circuito de
representación adquiere otro sentido, se borra de la ecuación el placer que la
comida puede proporcionar para resaltar la importancia del valor nutricional de
los alimentos, poco importa el sabor, el deseo en relación a la comida, lo
relevante es que tanta carga energética aporta al sujeto para mantener su
cuerpo-maquina en buen estado evitando su desgaste prematuro,
enfermedades, y que siga su producción
incesante.
El
concepto de lo saludable juega aquí un papel clave, ya que empieza a producir
un asociación inconsciente en las personas de salud-rendimiento, a mayor
rendimiento del cuerpo-maquina mayor salud, mientras más produce el sujeto se
percibe a sí mismo como sano, aquel que produce poco entra en el rango de la
patología, hay que llenarlo de complementos alimenticios, insertarlo en un
régimen dietético saludable, cuidar las horas de sueño, y si eso no es
suficiente hay que mantenerlo funcional artificialmente vía las drogas psiquiátricas,
si se resiste a alienarse a la ideología del rendimiento hay que ubicarlo como
un enfermo mental, un antisocial, como un resto al cual hay que abandonar al
ser su cuerpo inútil.
Los
entes modernos se encuentran biopolitizados ya que viven su existencia como
maquinas, maquinas cuyo existo consiste en su capacidad de producción, esto
tiene también un efecto en la forma de relacionarse con los cuerpos de los
demás los cuales pasan también a representarse como maquinas a explotar, maquinas a evaluar en
función de su rendimiento, se reduce así la población en dos tipos de sujetos,
los productivos y los improductivos, los cuerpos útiles e inútiles, y los sujetos
visibles e invisibles, los primeros son reconocidos, se construyen políticas
públicas en relación a ellos, se les ofrece espacios de convivencia, de
relacionarse con otras máquinas, los segundos quedan invisibilzados, no existen
a nivel político, son los marginales, los excluidos, los perdedores, generando así una función de espejo y
forzando al sujeto a alienarse o a pagar el precio de la exclusión.
2.- La relación Cuerpo-Mercancía.
La
segunda forma de relación con el cuerpo que el biopoder y la sociedad del
rendimiento han producido es el del cuerpo representado como una mercancía. En
nuestra sociedad moderna el cuerpo pasa a ser una de las nuevas formas de
mercancía a ofertar, la relación del
sujeto con su cuerpo esta atravesada por la ideología del libre mercado, por la
ideología del consumo.
Al
sujeto representarse a sí mismo como una mercancía se insertan nuevas formas de
problematizar el cuerpo, si el cuerpo es una mercancía el primer punto que
emerge es que es susceptible de asignarle un valor, aquí surge la primera
pregunta que el dispositivo biopolitico tuvo que resolver, ¿en función a que se
asigna un valor al cuerpo como mercancía? ¿Qué tipo de formas de evaluación hay
que estructurar para que el cuerpo pueda ser valuado y se le asigne un lugar
dentro del mercado de oferta y demanda?
La
respuesta a estas preguntas fue a partir de construir un nuevo discurso respecto
al cuerpo que produjera una nueva
percepción estética, es decir, construir una nueva estética del cuerpo, una
estética que pudiera reflejar de forma efectiva la ideología del capitalismo,
esta estética se articuló a partir de algunos puntos específicos que sirvieran
de anclaje ideológico para la alienación masiva.
A) Producir una nueva forma de
percepción.
Si la apuesta era crear una forma
estética que representara la ideología capitalista el primer paso consistía en
construir una forma distinta de percibir y representar la dimensión estética del cuerpo, si partimos de la premisa
que toda percepción está en relación a un lenguaje que la precede y que se
articula en pos de ese lenguaje, la clave consistía entonces en generar un
nuevo orden lingüístico que definiera la belleza, generar un conjunto de
estructuras de signos y representaciones para enfocar la percepción del sujeto
a ciertos aspectos del cuerpo humano que se colocaran como las bellas en
oposición a las grotescas, surge así una fijación por la idea del cuerpo
perfecto, por la construcción de una armonía corporal, como es un rostro bello,
que medidas tiene el cuerpo para considerarlo simétrico o asimétrico, cual es
el peso ideal, se estructura una armonía artificial sobre el cuerpo, un ideal
del cuerpo bello que produce otras formas de posicionarse del sujeto ante su
propio su cuerpo y ante el de los otros,
formas distintas de mirarlo, de representarlo, y distintas formas de
producir deseo ante esa estética artificial. Así como una mercancía debe
construir un lenguaje por medio del cual insertara el producto dentro del
mercado para producir que la mirada del consumidor se fije en él, el cuerpo
como mercancía es resultado de una larga cadena de transformaciones discursivas en nuestra forma de percibir y representar
la belleza y el deseo, es decir es una nueva forma de mirar y desear.
B) La creación de estereotipos estéticos
en relación al cuerpo y al género.
Esta
nueva forma de mirar y desear produjo una nueva composición estética del cuerpo
que se tradujo en la creación de una occidentalización del modelo de belleza,
se generó una dialéctica de lo bello en relación a los rasgos occidentales, el
color blanco de piel se masifica como modelo estereotípico, aunado a una
composición corporal que remarca las diferencias sexuales anatómicas, cuerpos
esbeltos, que remarcan las curvas y los músculos, construyen modelos
ideológicos sobre lo que es ser hombre o mujer definido a partir de la
composición corporal.
El
valor aquí se inserta a partir de una estructura de la lógica de lo semejante y
lo asemejante, aquello que es semejante a este modelo estético occidentalizado
es lo bello, lo valorado y codiciado socialmente, aquellos cuerpos que están en
asemejanza son considerados antiestéticos, feos, defectuosos, susceptibles de
ser corregidos en un intento de asemejarse más a ese modelo. El cuerpo mercancía
encuentra así uno de sus principales valores por medio de la transformación en
miras a esa composición estética y construye una dinámica de relación para con
las demás mercancías a partir de esta estructura de valor, los bellos se
relacionan con los bellos, los feos con los feos, no hay posibilidad de
relación entre lugares distintos debido a la lógica del valor, relacionarse con
alguien con valor inferior se ve como una desvalorización como mercancía, constantemente escuchamos el
discurso de la importancia de saber cuánto vales, hay una tendencia a cuantificar el ser, y ante la imposibilidad
de lograr eso se apela a refugiarse en aquello que se puede cuantificar, el
cuerpo.
Encontramos
así la dinámica del cuerpo mercancía, un cuerpo cuyo objetivo fundamental es
producir una plusvalía de deseo, un excedente de deseo, a mayor deseo producido
mayor éxito y satisfacción narcisista obtiene el sujeto, a menor deseo la
frustración y la insatisfacción emergen, asi la necesidad de la modificación
corporal surge como mejor opción para volverse una mercancía más cotizada. Esto
se invisibiliza con todos esos discursos que hacen ver esta estética corporal
como señal de salud, de cuidado de si, como un valor positivo cuando solo
buscan encubrir el efecto de lo biopolitico.
c)
La relación del verbo y el contexto con el cuerpo,
El
verbo lingüísticamente remite a una acción, a la acción que un sujeto realiza,
en la sociedad del espectáculo el verbo sobrepasa al sujeto, lo relevante para
el ser en la sociedad del espectáculo es el verbo, el cuerpo en relación a la
accion, el valor como mercancía esta en relación al verbo, es decir, lo
relevante es ¿Qué hacen los cuerpos bellos? La sociedad del espectáculo
responde a esta interrogante, construyendo una exposición constante del cuerpo
en relación a una acción y un contexto de esa acción. Vemos así aplicaciones
como el instagram en donde el sujeto muestra su cuerpo en el gimnasio, en el
bar de moda, en la playa, bailando junto a otras mercancías, las cuales
aumentan su valor o lo reducen.
En
la sociedad del espectáculo el verbo y el contexto están en una fusión permanente,
la obsesión de la sociedad del espectáculo es retratar una imagen perfecta, un
retrato que agrupe 3 aspectos, la belleza del cuerpo, una acción valorada
socialmente, y un contexto que incremente el valor de la mercancía, de nada sirve la belleza física sin una
acción relevante, así como no funciona la conjunción del cuerpo bello y una acción
valorada socialmente sin un contexto adecuado, el contexto garantiza ese
escenario perfecto. De ahí la permanente búsqueda de los alienados
biopolitizados de lo que denominan capturar momentos, la fotografía se vuelve la mejor forma de
entrar en la dinámica del espectáculo debido a su masificación, prácticamente
cualquier teléfono en la actualidad cuenta con cámara, una buena foto captura
estos 3 elementos, belleza física, acción valorada y contexto deseable. el
alienado queda así atrapado en una dinámica de búsqueda de ser deseable a
partir de mostrarse por medio de una serie de capturas de imagen, imágenes que
dicen poco de su ser pero eso es
irrelevante, lo importante es el excedente de deseo que se produzca, a mayor
deseo mayor valor y mayor sensación de gratificación, y con tal de obtener esto
el alienado sacrifica su ser para convertirse en una mercancía para el otro,
una cosa delimitada y articulada en función del deseo del otro, de sus likes,
de sus comentarios, de sus muestras de deseo, así como en la lógica del libre
mercado consiste en acumular capital, el
ser-mercancía busca acumular la mayor
cantidad de deseo posible, aquí surge una pregunta clave en la reflexión ¿Qué
se hace con ese excedente de deseo? La respuesta es ejercer poder.
El
excedente de deseo permite construir relaciones de ejercicio de poder que
el ser-mercancía explota para su
beneficio, obtiene así satisfacciones económicas, narcisistas, profesionales,
sexuales pero cuyo fallo esta en relación al consumidor y el que expresa ese
deseo, la explotación del deseo como mercancía se sostiene en tanto el
consumidor es irreflexivo, en cuanto se vuelve reflexivo exige cosas a la mercancía,
exige algo que el ser-mercancía no puede dar, le exige también algo que va en contradicción
total con su condición de mercancía, en el momento en que el consumidor exige
deseo a la mercancía la relación se fractura, una cosa no desea, no siente, no
ama, lo único que puede hacer es ofertarse como objeto a ser deseado, de ahí
los constantes fracasos en los vínculos humanos modernos, la relación mercancía
consumidor produce deseo pero un deseo unilateral, evidenciando así que el
vínculo como tal con una mercancía, es imposible.
3.-
La relación cuerpo-sexualidad.
La
sexualidad del cuerpo biopolitizado se organiza a partir de dos ejes
fundamentales, en primer lugar en la potencializacion del placer del uso del
cuerpo mercancía de alto valor y cotizada, y en segundo lugar, en el hacer un
espectáculo de ese uso, es decir, el mostrarlo evidenciarlo, socializar la
posesión de la mercancía y remarcar que se usa.
En el primer eje el placer se estructura a
partir de una serie de momentos
subjetivos cuyo punto de partida se sitúa en el deseo mismo, el primer momento
de goce radica en la elección del ser-mercancía a desear, se elige en función
de su valor, a mayor valor mayor goce en el acto de desear existe, el segundo
momento opera en la obtención del cuerpo mercancía, el goce radica en la posibilidad de acceder a
ese objeto, de la posesión de esa cosa deseada y de alto valor social, esto se
traduce en una anulación del ser en el acto sexual, lo que importa es la cosa y
el valor de la cosa en por sí misma, el goce radica en eso y no en el encuentro
sexual ni en el placer del acto mismo, esto a su vez plantea una problemática
intrínseca a la dinámica de las mercancías que se puede problematizar en el
proceso de desear una cosa y el uso de la cosa.
Una
vez que el sujeto obtiene el ser-mercancía que desea, lo usa, pero advierte muy
pronto que con el uso la cosa se desgasta, se devalúa, el goce de su posesión
pronto comienza a ser menos intenso, y ante esto emergen dos posturas
fundamentales.
A) La búsqueda de placer vía la
explotación del cuerpo-mercancía.
El alienado al confrontarse con el hecho
de que al poseer el ser-mercancía este
se devalúa y su potencialidad de producir placer disminuye adopta la postura de
la explotación del objeto, aquí se reproduce la ideología del capitalismo, el
placer se vuelve directamente proporcional del usufructo de la mercancía a
explotar, esto se traduce en una exigencia de una multiplicidad de prácticas
sexuales, las cuales también aumentan el valor del cuerpo sexuado, a mayor
posibilidad de apertura a variantes en las prácticas sexuales mayor valor
adquiere el ser-mercancía, al igual que un trabajador es más valorado por su
capacidad de producción y su tolerancia a ser explotado, en la relación sexual
se reproduce la misma dinámica, el cuerpo adquiere más valor por su capacidad
de producir placer para el otro y su capacidad de tolerar la explotación para
el goce del otro. De ahí que exista una masificación de los discursos de
libertad sexual enfocados a la posibilidad de apertura con respecto a las
prácticas sexuales, lo cual no es en esencia de naturaleza negativa, el
problema emerge cuando no es el deseo del propio sujeto lo que lo mueve a una
exploración de las variantes de su sexualidad y a una intensificación del
placer, sino su búsqueda de ser más
valorado socialmente y a la búsqueda de este excedente del deseo lo cual solo
lo coloca en un círculo de alienación interminable.
B) El espectáculo de la exposición del cuerpo-Mercancía.
El segundo motor de goce esta en
relación a volver de la posesión del objeto un espectáculo, radica en retratar
esa escena perfecta obsesión del espectáculo de la que hablaba con anterioridad
y que se refleja en el instagram en estas fotos donde aparecen dos cuerpos
perfectos recostados en el yate, el goce radica en la exposición de la
mercancía, de mostrar aquello que se posee y que muchos desean pero no tienen
acceso a ello, esta forma de goce se traduce en una socialización permanente,
la clave está en aparecer en cualquier espacio que permita retratar esa imagen
perfecta, esa imagen que representa el éxito, aquí el goce es totalmente
autoerotico, el placer sexual queda reducido a una forma exhibicionista, el
goce del objeto aquí es irrelevante, lo
importante es el espectáculo, el juego de la apariencia, es el placer de la
posesión, muy ligado a la dinámica del consumismo, en donde el alienado moderno
ostenta la posesión de cosas, cosas que no necesita, que no desea de verdad,
pero que tenerlas aumenta su valor y cotización como mercancía.
A modo de conclusión me parece
sumamente relevante empezar a problematizar estos temas de forma más frecuente,
discutirlos, analizarlos, nuestra sociedad biopolitizada está llegando a una
etapa de crisis de humanidad y de ser, el surgimiento cada vez más frecuente de
alienados autómatas es preocupante, la clave consiste en empezar a cuestionar
estas formas de representar nuestro cuerpo, en cuestionar aquello que llamamos
deseo, aquello que llamamos cuerpo, y a su vez la forma en que percibimos y
deseamos otros cuerpos, retomar el tema del placer, buscar formas de producción
de placer que puedan ser de sujeto a sujeto y no sujeto cosa, en la medida que
nos interroguemos sobre aquello que parece evidente tendremos mayores
probabilidades de construir una vida más satisfecha y plena.
Eduardo Contreras Merino