viernes, 24 de mayo de 2019

Los ciudadanos de primera segunda y tercera clase.


A pesar de lo que continuamente busca hacernos creer la creciente tendencia del pensamiento y lenguaje políticamente correcto, en nuestra sociedad no existe ni la equidad ni la igualdad, existen diferencias muy profundas y marcadas entre ciertos sectores de la población, en este escrito buscare hacer evidente como a pesar de que ciertos discursos de saber-poder buscan establecer la  ideología de una falsa equidad y progreso social en realidad en nuestras sociedades occidentalizadas se han construido dispositivos biopoliticos que tienen la finalidad de clasificar y  dividir a la población en 3 grupos muy específicos, los sujetos de primera, segunda y tercera clase.

La biopolitica es la forma de ejercicio de poder que tiene como finalidad la administración de la vida o muerte de sujetos dentro de una población, administrar sus cuerpos, su sexualidad, la calidad de vida que tienen, sus pensamientos, su deseo,  con la creación de la sociedad disciplinaria esto adquirió forma y se construyeron las instituciones que facilitarían el proceso de esta clasificación y segmentación de la sociedad, para darle forma a esta reflexión la dividiré en 3 ejes básicos, el primero es definir cuáles son estos 3 tipos de sujetos en nuestra sociedad, el segundo los criterios en los cuales se basa la biopolitica para asignar las posiciones sociales y el tercero el evidenciar los discursos que permiten que se sigan reproduciendo estos ordenes sociales.

Comencemos así entonces con los 3 tipos de estructuras sociales que se reproducen en nuestra sociedad, ¿Quiénes son? Es fácil imaginarse cuales son los ciudadanos de primera clase, son aquellos que tienen privilegios sociales, económicos, legales y políticos en nuestra sociedad, son los burgueses que tanto combatía Marx, una clase social dominante que impone sus criterios morales, ideológicos a la mayoría de la población, son los portadores del capital lo cual en nuestro sistema social los vuelve casi intocables e inmunes a cualquier tipo de regulación social. Son aquellos que por su capital económico y político tienen mejor calidad de vida, mayor acceso a la educación a servicios médicos, a calidad de vivienda, a recreación. En un mundo en donde todo tiene un precio y todo cuesta dinero solo aquellos con suficiente capital pueden tener acceso a una experiencia humana con mayores posibilidades.

Los sujetos de segunda clase son aquellos que tienen acceso hasta cierto límite en las sociedades, se les permite tener cierta calidad de vida pero se les imposibilita el acceso al primero grupo dominante, dentro de este grupo se podrían establecer dos subgrupos los de segunda clase a y b, los del grupo a podrían ser identificados con la clase media en las estructuras sociales, son grupos que tienen posibilidad de tener cierto nivel de consumo, de accesos a la educación, a los servicios médicos, pero cuya estabilidad económica siempre está en relación a las estructuras macroeconómicas, su posición siempre se encuentra en riesgo y es muy frecuente que ante una inestabilidad económica caigan al grupo de segunda clase b. Los que se encuentran en el subgrupo b son aquello que Marx denominaría los proletariados, son aquellos que están en regímenes de explotación sistemáticos, la mano de obra de la producción, su calidad de vida es significativamente inferior a las clases medias y generalmente se traduce en una experiencia de mera sobrevivencia, de obtener los recursos mínimos para subsistir condenándolos a una reproducción sistemática de su posición generación tras generación, viviendo en un círculo de repetición infinito.

Los sujetos de tercera clase son aquellos que no entran dentro del orden de producción dominante, son grupos sociales aislados y minoritarios los cuales presentan una ausencia total de acceso a cualquier tipo de calidad de vida, están excluidos totalmente de los servicios básicos, de medios de alimentación de vivienda, de alimentación, médicos, son grupos que biopoliticamente son condenados a la aniquilación, se genera así una Necropolitica, una serie de medidas sociales con la intencionalidad de extinguirlos, borrarlos, evitar su crecimiento y su reproducción.
Ahora entramos en el segundo eje de la reflexión, ¿Qué tipo de criterios utiliza la biopolitica para dictaminar esta estructura de clasificación social?  El principal criterio es el de la utilidad.

Con la creación de la sociedad disciplinaria uno de los aspectos claves fue la de crear sujetos y cuerpos útiles, esto construye 3 tipos de funciones sociales de los sujetos, los de primera clase representan aquellos que poseen el capital y cuya funcionalidad es la de producir riqueza (aunque sea solo para ellos), se generan discursos asociando al empresario como principal actor de la producción de riqueza y bienestar en una población con su creación de empleos, se construye el mito del empresario, aquel cuya bondad infinita hace que arriesgue su dinero con tal de producir empleos en una sociedad y dotar de recursos a los demás, si su función es la de creación de bienestar entonces la lógica del libre mercado reclama que hay que apoyarlos, consentirlos, estimularlos a realizarla, darles privilegios, zonas geográficas específicas para ellos, escuelas, hospitales, flexibilizar las leyes para ayudarlos a realizar tan noble labor. Un discurso que se nos repite hasta la saciedad, en las mesas políticas, en los noticieros, en las organizaciones de empresarios, vemos como se habla de la estimulación de la creación de empleos, el análisis de la prosperidad de una nación está en función de la cantidad de empleos que puede generar, poco importa la remuneración de estos empleos, las ganancias obscenas que estos empresarios consiguen, el punto en que se centra en discurso es en su utilidad como generadores de empleo y riqueza.

Si la función del sujeto de primer nivel es la de la creación de empleo los de segundo nivel deben tener otro tipo de funcionalidades, en la segunda clase categoría A se cubren dos funcionalidades sociales, la primera es la de proporcionar una mano de obra  técnica y especializada, desempeñar los puestos medios que son necesarios en todo tipo de organización jerárquica para el adecuado control y medidas disciplinarias, su segunda funcionalidad consiste en ser consumidores, son aquellos que por medio del aspiracionismo tienen una alienación con su deseo que los vuelve consumidores voraces, la publicidad está enfocada hasta este grupo, el cual reproduce una serie de discursos y los incorporan a su existencia, al ser los principales consumidores masivos se necesita que accedan a una mejor calidad de vida, que tengan mejores sueldos, se instaura así la figura del crédito, el cual les permite consumir y demorar el pago de los servicios y productos, siendo así su principal debilidad, se encuentran en una posición inestable debido a que están ahogados en deudas, viviendo un mundo de pura ilusión la cual es fácil que ante cualquier crisis económica se rompa y pasen a ser de la segunda clase categoría B.

Los sujetos de segunda clase categoría B su principal funcionalidad en la sociedad es la de ser los productores de las mercancías, su principal característica es ser la mano de obra de trabajo y mientras más barata sea esa mano de obra mayor es su atractivo para los grandes capitales, su consumo se reduce en gran medida a productos y servicios de primera necesidad, su salud depende en gran medida de los programas de asistencia social, en ellos el riesgo no es el de perder su poder adquisitivo, está en perder la vida, en morir de hambre, de enfermedad, su calidad de vida se ve acortada frecuentemente por las condiciones en que desempeñan su trabajo así como las exigencias explotadoras cada vez más demandantes de las empresas. Las políticas públicas buscan prolongar lo más posible su vida biológica, se apela a brindarle únicamente aquellos servicios básicos que les permitan mantener un cierto grado de funcionalidad en la maquinaria de producción para seguir aportando mano de obra al capital, generando a su vez lo que Marx denominaba como el ejercito de reserva cuya función es abaratar la mano de obra teniendo un cierto número de sujetos en el desempleo, generando así en el trabajador una tendencia a aceptar cualquier condición laboral con tal de salir del desempleo y tener algún tipo de ingreso así sea mísero y sirva muy poco para mejorar su calidad de vida.

Al ser dentro del orden capitalista dominante su principal función la producción por ende se busca reducir al máximo su posibilidades de movilidad social, se les aísla geográficamente en barrios con carencias de servicios básicos, médicos, su acceso a la educación frecuentemente es obturado por su incapacidad económica de sostener los gastos de la educación, quedando como una de las pocas posibilidades de supervivencia volverse mano de obra o la delincuencia la cual tiene también toda una utilidad política pero eso será motivo de reflexión en otro escrito.

En los sujetos de tercera clase se presenta otra dinámica totalmente distinta, son aquellos que no son útiles ni funcionales al sistema social, incluso en algunos casos son un obstáculo para la implementación de ciertos negocios de los grandes capitales, en esta área encontramos a aquellos que Foucault denomina como los “hombres infames”, los locos, los enfermos, los depravados, los que pertenecen a una etnia, los indígenas, los delincuentes. Estos grupo de sujetos están excluidos de toda la estructura social, no consumen, no aportan mano de obra y mucho menos son poseedores de capital de inversión, su vidas al no ser útiles para el sistema se aplica la estrategia biopolitica de la exclusión, aislamiento geográfico y por último la necropolitica, es decir la extinción.

Vemos así los fenómenos que en todo el mundo parecen ser ya cotidianos, como el apartheid, las masacres sistemáticas de poblaciones de regiones enteras, el objetivo es simple, erradicarlo de la faz de la tierra, esto debido principalmente a una razón de orden práctica, transformar sus condiciones sociales costaría una gran cantidad de recursos económicos y políticos, desarrollo de políticas de integración, de educación, de capacitación laboral, esto sería demasiado costoso por lo tanto la respuesta es la necropolitica, minimizar los costos extinguiéndolos sistemáticamente, aquí vemos la cara más dura de la biopolitica, el derecho a la vida o muerte, algo que lamentablemente ocurre de manera sistemática.

Por ultimo queda la pregunta, ¿Cómo es que este sistema social de división de clases de sujetos se consolida? ¿Qué factores son los cuales permiten la reproducción y el sostenimiento de este orden social? Aquí es donde se unen las practicas discursivas con las estrategias políticas, los discursos de saber poder que generan una narrativa que transforma la realidad, le da otro nombre, la estructura y define en función de ciertos intereses económicos y políticos, aquí enunciare alguno de estos discursos.

1.- El mito del progreso. El capitalismo ha construido una mitología discursiva alrededor de la idea de progreso, constantemente se alude a que las sociedades industrializadas son las que más progreso tienen, asociando así la producción económica con el progreso, se destacan las ventajas de vivir en una sociedad económicamente productiva, como la diversidad de productos a consumir, la diversidad de servicios, los avances tecnológicos, invisibilizando todos aquellos factores de desigualdad social, de división de clases que estas mismas sociedades industrializadas producen, alienando así la percepción de los sujetos que con tal de obtener el nuevo teléfono de moda y encerrados en su narcisismo consumista se percatan muy poco de su lugar su social y la función que cubren para la reproducción de este sistema.

2.- El mito de la meritocracia. Otro de los discursos más repetidos y difundidos para la reproducción del orden social es el de la meritocracia, la mejor forma de representar eso es tomar el ejemplo del “sueño americano” un mito en donde se reproduce la percepción de que cualquiera puede aspirar al éxito si se esfuerza y trabaja lo suficiente, si se adapta y obedece las reglas del juego, derivando muy fácilmente en simplificaciones de la percepción de las desigualdades sociales, argumentando que los pobres son pobres porque no se esfuerzan, porque son flojos, no trabajan, no emprenden, no tienen mentalidad exitosa, en tiempos recientes estos discursos son cada vez más reforzados por prácticas discursivas como el couching, la literatura de superación personal, la seudofilosofia del pensamiento positivo, esto da como resultado la producción de millones y millones de personas alienadas que van por el mundo reproduciendo discursos de éxito, pero que jamás lograran conseguir, acumulando cada vez más frustración y enojo y  al no tener conciencia de clase lo canalizaran contra sus semejantes en vez de contra de aquellos que de verdad producen sus condiciones de vida, volviendo muy difícil la organización, la implementación de acciones de resistencia, y generando una rigidez de la dinámica social.

3.- Los discursos de odio. Como bien decía Foucault, la eficacia del poder radica en ser invisible, en ser sutil y que los lugares de ejercicio de poder sean  muy difíciles de ubicar, este orden social dominante ha tenido una eficacia incuestionable para lograr un ejercicio de poder sostenido, una de las técnicas utilizadas es la de construir enemigos públicos, enemigos en los cuales se proyectaran todos aquellos problemas del sistema, todas sus fallas, es en la otredad en donde se coloca todo aquello que obstaculiza el acceso al progreso, no son las políticas económicas que privilegian a ciertas clases sociales las que producen la miseria, la desigualdad, son los extranjeros, los obreros flojos, los de color de piel distinto al blanco, los delincuentes, produciendo que las personas se identifiquen con estos discursos, y exijan medidas xenófobas, racistas, clasistas, como intento de mejorar sus condiciones de vida, algo que aun implementadas estas políticas no ocurre, así que se repite el ciclo y se crea un nuevo enemigo público garantizando el sostenimiento de ciertas clases sociales en el ejercicio de poder y el cuidado de sus intereses.

4.- la ideología del individualismo.  Otra de las formas de reproducir el orden social dominante es por medio del establecimiento de la ideología individualista, hacer que el sujeto se vuelva narcisista, que apele a velar únicamente por su bienestar, por sus intereses, que se inserte en una dinámica de competencia en donde permanente se trata de vencer al otro, de ser mejor que el otro, una competición que va desde cosas como quien tiene mejor trabajo, quien gana más dinero, quien viaja más, hasta quien tiene la pareja sexual más atractiva, quien tiene más parejas sexuales, al centrar su vida en aparentar y en competir con los demás el sujeto pierde conciencia sobre si y sobre su posición el orden social, se enajena ante el discurso individualista, aunado a la perdida cada vez más sistemática del Ethos,  poco importa los medios utilizados para obtener aquello que se desea, lo importante son los resultados, generando así dinámicas sociales cada vez más agresivas, mas antiéticas, y deteriorándonos como humanos, degradándonos cada vez a la condición de entes de consumo, carente de empatía, y de posibilidad de ubicar al otro como sujeto y no como un medio para obtener aquello que se desea.

A modo de conclusión es importante hacer visible estas divisiones de clase porque estamos atrapados en un loop de repetición histórico en donde ciertas clases se benefician sistemáticamente y otros padecen, es importante conocer nuestro lugar en este orden social porque solo así podemos apelar a transformarlo, el tomar conciencia de clase es básico para eso, abandonar estos discursos alienantes, dejar de reproducirlos y empezar a ubicar quien es nuestro verdadero enemigo, esos grandes capitales cuyos líderes no conocemos, esas aspiraciones consumistas que nos invitan a definirnos por las cosas que compramos, esa necesidad de aparentar lo que no somos, esa apatía que nos hace voltear la mirada a otro lado con tal de no ver la realidad, cuando no se sabe el lugar que se ocupa en una estructura social, se está condenado a ser esclavo no a poder ser libre.

Eduardo Contreras Merino.

miércoles, 1 de mayo de 2019

El mercantilismo como productor del sujeto deseante moderno.


El mercantilismo es una ideología económica que surge en occidente en el siglo XVII y que rompe con la representación de la economía en siglos anteriores, el impacto de esta transformación está presente aun en nuestros días ya que muchos de sus preceptos se siguen reproduciendo, en este texto mostrare algunos de estos discursos ubicando sus efectos en las relaciones subjetivas entre las personas y hacer visible como esta transformación en la forma de percibir la economía ha producido a su vez un nuevo tipo de sujetos que generan formas de relación específicas para con su deseo y para con los otros.

Antes del mercantilismo la percepción en relación a la economía y a la moneda pasaba por su relación especifica con el valor del metal que la constituía, la moneda era a su vez un signo que representaba un determinado valor dado por un gobierno pero a su vez su valor estaba determinado por el metal en que estaba forjada, a mayor existencia de ese metal la moneda tenía un valor bajo, ante la carencia del metal en que estaba forjada aumentaba su valor de forma significativa, la carencia o ausencia de metales a su vez producía un aumento o descenso de los precios y el concepto de riqueza estaba representado más por la posesión o carencia de metales y su circulación en el mercado que del valor simbólico de la moneda.

El mercantilismo rompe con esta concepción de la economía para colocar como eje fundamental la función simbólica de la moneda y sus efectos en los intercambios comerciales, en el mercantilismo el valor de la moneda dejara de estar en relación al metal de su forjacion para ser definido exclusivamente a partir de ciertas dinámicas del intercambio comercial,  empezara a ser pensada en tanto la capacidad de adquisición que la moneda tenga, esto genera una serie de interrogantes que buscan definir y comprender cuáles son esas leyes que definen el intercambio comercial en las sociedades, ¿Qué permite que se produzca el intercambio comercial? ¿Qué determina el valor de las mercancías? La respuesta a la primera pregunta lleva a occidente a replantearse sus procesos económicos pero a su vez la misma estructura de sus sociedades, surgen conceptos como la oferta, la demanda, la carencia el excedente, la ganancia, los costos de producción, de transportación, estos conceptos comienzan a definir las dinámicas comerciales , le dan forma a lo que más adelante será el liberalismo económico, la respuesta a la segunda pregunta lleva a un análisis de otro orden, enfocado al deseo y la percepción humana, la economía mercantil pasa a ser una economía de los deseos también.

Este proceso de desarrollo de la economía de los deseos parte de una pregunta esencial ¿Qué es lo que puede producir el intercambio comercial? Surge una primera respuesta básica ante esto, la lógica es que el intercambio comercial se produce en tanto alguien en la sociedad tiene un excedente de un objeto y otro tiene una carencia de ese objeto, pero pronto se ve que esto no define de forma satisfactoria el intercambio comercial, aquí es donde encaja el deseo, ese otro carente del objeto susceptible de intercambio debe tener un deseo por ese objeto, un interés que lo lleve a intercambiar dinero por él, esto lleva a formular una siguiente pregunta epistemológica, ¿Qué es lo que genera deseo en los humanos? ¿Qué propiedades debe tener un objeto para ser un objeto de deseo en la sociedad? Y por último ¿Cómo determinar el valor de esos objetos de deseo en un intercambio comercial para producir una economía y un comercio sostenible? Estas son las inquietudes del siglo XVII que irán mutando para perfeccionarse con el liberalismo económico, dos ejes fundamentales que se unen constantemente, la preocupación por comprender el funcionamiento de las relaciones comerciales y el construir un saber, control y desarrollo de una economía de los deseos. Si se pudiera definir de una forma simplificada se podría decir que la inquietud a partir del siglo XVII en adelante en occidente consistirá en responder una pregunta clave ¿Cómo se puede mercantilizar el deseo humano?

Los diversos discursos que se articularon para responder a estas inquietudes es lo que fue produciendo una transformación lenta pero constante en la subjetivas de los humanos, esto lleva a enunciar la pregunta eje que desarrollare a continuación, ¿El mercantilismo es lo que produjo nuestra noción y representación del deseo? Para darle un orden a esto lo dividiré en 3 aspectos, en primer lugar la representación de lo que es un intercambio comercial y sus efectos en el deseo, en segundo lugar la representación de lo que hace deseable a un objeto en el comercio y sus efectos en el deseo y en tercer lugar el concepto de valor dentro del intercambio comercial y sus efectos en el deseo.

Iniciemos entonces con las reglas del intercambio comercial, estas son simples como lo mencione con anterioridad obedecen a reglas de carencia y excedente, un sujeto tiene un excedente de algo que otro carece y ese algo que el otro tiene es deseado, es decir tiene un valor de deseo, el deseo es la clave para posibilitar el intercambio comercial, esto construye ciertas reglas a la hora de representar el deseo, un deseo que funciona entonces a partir de la lógica de la falta, es la falta en el sujeto lo que posibilita el deseo, una lógica que determinara la forma de pensar al deseo en adelante, una dinámica que el mercantilismo define en dos procesos, el primero en donde el sujeto percibe que el otro tiene algo que le falta y que desea, en segundo lugar que para acceder a eso que desea debe perder algo, en este caso dinero, al insertar la dinámica del deseo en las relaciones comerciales el mercantilismo no solo define lo que será el capitalismo en el futuro además produce una nueva forma de pensar al deseo, la triada falta, deseo, perdida será reproducida por infinidad de discursos y aun en la actualidad sigue siendo la forma más recurrente de definir al sujeto de deseo.

Los siguientes postulados del mercantilismo profundizan en esta representación del deseo, no se queda en una mera definición del funcionamiento del deseo sino apelan a definir qué es lo que posibilita que algo sea deseable, aquí desarrollan 4 conceptos claves, los objetos son deseables porque cumplen con 4 funciones que si bien no se excluyen entre si tampoco son necesariamente incluyentes, puede presentarse alguna aislada y de hecho es muy frecuente que ocurra, estas 4 funciones son la necesidad, la utilidad, placer y la rareza, estas 4 características de los objetos es lo que permiten que sean susceptibles de venta, es decir que son lo que permite que se establezca esta dinámica del deseo de la falta y la perdida, esto más adelante será ampliado ya no solo a los objetos sino a los servicios que los sujetos pueden brindar a otros, esto lleva a concluir que los sujetos están dispuestos a consumir en primer lugar por aspectos de necesidades básicas, alimento, servicios básicos, ropa, vivienda, en un segundo eje están los objetos que son útiles en tanto cumplen una funcionalidad en la vida del sujeto, dentro de la utilidad de los objetos que producen deseo pronto se advierte que no existe una diferencia marcada entre los que son útiles porque producen comodidad, porque satisfacen necesidades o porque son objetos de adorno, viendo en ello una oportunidad de potencializar y de reestructurar la percepción de lo útil dentro de las sociedades, el tercer eje es el del placer que consiste en el grado de satisfacción que el sujeto obtiene de determinados objetos o servicios que desea, lo cual da lugar a una estructura de evaluación de los grados de placer que determinados objetos o servicios producen en nuestra sociedad y empezar a crear nuevos placeres más ligados a los objetos y los servicios que en las experiencias de vida, y la última categoría representa aquellos objetos o servicios que son deseables porque son raros o atípicos, construyen su dimensión de deseo a partir de su poco acceso, de su poca circulación en el mercado de intercambio.

Podríamos con estas categorías solo ver una genealogía de lo que hoy nombramos como marketing y del hiper consumismo moderno pero en un análisis más profundo se puede ver como esto tiene efectos específicos en la dimensión del deseo humano, es fácil ubicar la relación de estos postulados discursivos del mercantilismo en nuestra forma de posicionarnos ante las mercancías y los servicios pero ¿realmente no han tenido efecto en nuestras formas de amar, en nuestra forma de representar el sexo y nuestros vínculos? En el nivel de la necesidad es claro que hay una necesidad afectiva y sexual en nosotros como humanos pero si se observa con detenimiento se verá como la mayoría de sujetos su estructura de deseo para con los otros y sus vínculos parten de las siguientes 3 premisas, utilidad, placer y rareza, una de las características del mercantilismo es que borra al sujeto para centrarse en el bien que posee y es deseable, el sujeto portador no importa, lo que importa es lo que posee, vemos así como la transformación económica tuvo efectos en la dimensión subjetiva y como en el mismo proceso de desear el sujeto deja del lado al ser del otro para preguntarse, ¿Qué utilidad me traerá vincularme con él o ella? ¿Qué cantidad de placer me proporcionara el vínculo con ese otro? La rareza se ha modificado para darle lugar al lujo al concepto de lo exclusivo vemos así como otra de las formas de interrogarse en torno al deseo del sujeto moderno pasa por el nivel de exclusividad que ese objeto de deseo puede producir, se enlaza directamente con la dimensión del placer generando una ecuación en donde a mayor exclusividad del objeto de deseo mayor placer produce. Placer, rareza, utilidad, valores que se masifican y se construyen como parte estructural del deseo mismo en occidente.

Por ultimo encontramos la característica que ancla todo el marco ideológico del mercantilismo, la teoría del valor, para consolidar intercambios sostenibles no es suficiente con determinar cómo se producen y como determinar los bienes y servicios como objetos de deseo, hay que dotarle de un valor a estos, un costo, un precio, en términos de deseo seria comprender y controlar aquello que el sujeto pierde para acceder a su deseo, aquí es donde el mercantilismo comprende que fuera de los objetos de necesidad o incluso en ellos, la clave está en aquello que denominan como la capacidad estimativa en los sujetos, las cosas no tienen valor por si mismas es el sujeto y la sociedad quien las dota de un valor, construye signos y representaciones, respecto a ellas.

Para darle una estructura a esto producen una serie de argumentos, en primer lugar para determinar el valor de algo este objeto debe tener previamente un valor en la sociedad, una cotización, como decía anteriormente no es un valor que el objeto posea por sí mismo, es un valor imbuido, en segundo lugar el objeto es valioso porque puede ser intercambiado, la posibilidad de intercambio dota a las cosas o servicios de un valor extra, esto lo logra por medio de dos vías, convierte en cosas útiles que sin el intercambio seria inútiles, pensemos en un diamante, fuera del intercambio es solo una cosa brillante, solo se necesita que alguien desee poseer uno para que el comercio lo dote de un valor que carecía y construye una utilidad imaginaria que es la del adorno y nuevas formas de obtener placer como es el lujo, la ostentación. La segunda vía es construyendo códigos de representación apreciativos, produciendo nuevos criterios estéticos, formas de percibir y representar la belleza, estos determinan aquellas cosas que son bellas y susceptibles de ser comerciadas y las feas que son desechables y carecen de valor, aunado a esto el valor esta producido en función del costo de la cosa misma pero no el costo del consumidor sino el costo de producción de la cosa, transportación, proceso de producción, se unen así valor apreciativo y costo de producción para definir lo que será el modelo de estructuración de precios en occidente a partir del siglo XVII.

Esto da forma definitiva a la construcción del sujeto de deseo en occidente, construye personas que valoraran bienes que sean reconocidos socialmente, que sean deseados por muchos, volviendo el deseo un deseo de otro, un deseo de masas y estableciendo una relación de consumo para con su deseo en donde el factor costo beneficio será el factor clave para determinar si algo es deseable o indeseable sumado a un creciente atravesamiento del factor estético y de la imagen como aspecto clave para situar el deseo.

Es claro como nuestra forma de desear es producto de una larga evolución de 3 siglos de transformaciones del capitalismo pero que se puede situar al mercantilismo como punto de inflexión en la construcción del sujeto de deseo, el mercantilismo produce una ruptura que no es solo de orden económico o subjetivo, sino también con la dimensión metafísica, vuelve el deseo algo tangible, algo físico, medible, cuantificable, observable y modificable, construye las reglas de las formas adecuadas de desear, a su vez designo el futuro de las relaciones humanas, no es casualidad que el siguiente paso fuera la biopolitica y que se fuera en el cuerpo en donde se situara las medidas de modificación del deseo, no es casualidad que fueran los objetos o servicios en su relación con el cuerpo lo que sería designado como deseo en la posteridad como característica esencial en los entes biopolitizados, esto es producto de varios siglos de perfeccionamiento discursivo, de procesos sociales e históricos que han dado estructura a nuestra sociedad moderna, la pregunta que domina la actualidad es ¿QUE DESEAS? Hay una constante exigencia a las personas para que definan que desean, ahí radica la trampa biopolitica ya que esta pregunta solo puede ser respondida y escuchada  en términos de consumo, si no es formulada bajo este código no es audible ni tiene eco en los otros. La verdadera pregunta esencial para producir sujetos y no alienados biopolitizados no es ¿QUE DESEO? Sino ¿PORQUE DESEO DE LA FORMA EN QUE DESEO? La pregunta clave no pasa por definir uno o cientos de objetos de deseo, sino por cuestionarnos y reflexionar sobre nuestra forma de desear, sobre la forma en que opera nuestro deseo y si esa forma de desear nos acerca a una vida satisfactoria o a un circulo de repetición infinito de frustración e insatisfacción.

Eduardo Contreras Merino.