Nuestra sociedad atraviesa uno de los
momentos más oscuros en relación al conocimiento, tanto en el conocimiento
epistemológico como en el conocimiento
sobre sí mismos, vivimos en la era de la tiranía de la opinión, una era
definida por la expresión y masificación de determinados discursos sin ningún
tipo de respaldo epistemológico, una serie de opiniones basadas en alienaciones
ideológicas las cuales se les ha dado el lugar de verdad, a lo largo del texto
hare una reflexión acerca de cómo esta subjetivación social opera a partir de
que aquello que Platon denominaba como la Doxa y como esto ha producido una lenta pero constante
degradación de aquello que Platon denominaba la Episteme.
Para Platon existen cuatro tipo de
formas de conocimiento posibles los cuales se traducen en 4 grados de
realidad en los sujetos, cada una de
estas formas de conocimiento producen determinadas formas de subjetivación y de
relación del sujeto para con su mundo, es decir, le permitirán tener mayor o
menor claridad y comprensión de su realidad.
1.
La Eikasia (imaginación). Para Platón la imaginación es el grado de
percepción y de conocimiento más alejado de la verdad, a la producción de la
imaginación los define como Eikones, una serie de imágenes que solo son un
reflejo de la realidad, algo especular y no real, y que se basan en la
sensibilidad pero no una sensibilidad afectiva sino en la mera apreciación
sensitiva, en una predilección de la mirada como forma de definir la realidad a
partir de lo perceptible visualmente, es el mundo de las imágenes pero a su vez
en este terreno Platón inserta la Techne (arte) que las coloca como un
conocimiento figurativo, que frecuentemente puede producir imágenes equivocadas
de la realidad, falsas percepciones del mundo, el arte puede producir un
conocimiento acerca del mundo pero no es un conocimiento que pueda acceder al
grado de una verdad ya que está basado en la percepción y la expresión personal, es una interpretación
del mundo que a su vez produce otras formas de interpretación, esto puede dar
lugar a representaciones de la realidad más fidedignas o representaciones de la
realidad que distorsionan la verdad sobre la realidad.
2. La Pistis (creencia). La creencia
es otra forma de conocimiento del mundo, para Platón está en relación a los hábitos,
también puede significar confianza, es decir es un tipo de conocimiento basado
en la confianza en aquello que se ha vuelto un habito, una constancia sobre la
realidad exterior al sujeto, esa constancia es aquello que le permite mantener
una tranquilidad con respecto al mundo exterior y una percepción de que aquello
en lo que cree y confía es real. La creencia requiere de la elaboración de
certezas, de constancias inmutables, por tanto es un grado de conocimiento
inferior ya que no apela a conocer la verdad sino a definir la realidad en
función de construir una constancia.
Los Eikones y las creencias del mundo exterior es aquello que Platon
denomina como Doxasta, el mundo y dominio de lo opinable y sus procesos de
conocimiento son las Eikasia y la Pistis cuya unión produce la Doxa (opinión)
esto implica que todo conocimiento basado tanto en la imaginación como en las
creencias jamás pueden acceder a ser colocados como conocimientos que están en
relación a la verdad, sino en relación al terreno de lo perceptible, de lo
interpretable y lo sensible, son formas que reflejan el modo de vivir, de
sentir, de creer de los sujetos pero que no podrían ser considerados como
verdad, no en el sentido de una verdad sobre si ya que lo que el sujeto siente
o percibe es real y verdadero ante él pero no puede generalizarla ni imponerla
a los demás como una verdad evidente y reconocible por los otros.
En un grado de conocimiento diferente Platón
denomina como la Noeta a aquel mundo de lo inteligible, de lo razonable, pensable,
y lo analizable y define dos tipos de conocimientos que están en relación a
este mundo.
1. La Mathematika (matemáticas). Este
conocimiento aborda todo aquello que es del orden de lo que Platón denomina
como entidades matemáticas, geométricas, y similares, su forma de accesos a
este conocimiento es vía la Dianoia (conocimiento deductivo) cuyo conocimiento tiene a su vez una serie de
limitantes ya que se quedan en el nivel de construir principios de constancia y
no se alejan demasiado de la creencia, los matemáticos apelan a definir la
realidad a partir de sus formas, sus dibujos geométricos, sus operaciones,
creen que aquello enuncia una verdad por sí mismo, como si en el acto de
nombrar y de analizar deductivamente implicara a priori una verdad, es aquello que Foucault denomina
como la mathesis, esta necesidad del pensamiento occidental de buscar
transmutar la realidad al pensamiento matemático, definir la realidad a partir
de sus principios lo cual no los sitúa demasiado lejos del dogma, ya que al
partir sus definiciones de principios basados a su vez en otros principios
dados por supuestos verdaderos lleva a una cadena de reproducción de
conocimientos, y a la creación de una determinada forma de percibir y
representar.
2. Los Archai (principios). Los
principios son aquello que define las cosas como son, es lo que permite
entender el funcionamiento último de los procesos de la realidad, la esencia de
las cosas y lo seres, y su vía de acceso a este conocimiento es la Noesis
(inteligencia o intuición) para Platón esta es la forma de conocimiento más
elevada, ya que a diferencia de la Mathematika que inserta el orden de la
creencia en la construcción de su conocimiento la Noesis se relaciona para con
estos principios únicamente como hipótesis que pueden ser corroboradas o
descartadas y que están en un continuo cambio o evolución, son vías de acceso a
la verdad, procesos de desarrollo de una verdad.
Para Platon entonces no existen ni
solo un conocimiento sensible o perceptible, ni solo un conocimiento del orden
de la razón, se encuentran permanentemente en un estado de influencia uno sobre
el otro en el caso de las almas y seres evolucionados y que han desarrollado su
espíritu, estas formas de conocimiento están en estrecha relación con lo que se
denomina como la Epymelia Hatou (inquietud de sí), implica todo un proceso de
desarrollo del espíritu para acceder a grados cada vez más complejos de
conocimiento, posibilitan el acceso al sujeto a la espiritualidad entendiendo
esta como un conjunto de ejercicios y transformaciones subjetivas que se dan en
un sujeto para acceder a una verdad sobre si o sobre el mundo, a menor
espiritualidad el humano representa su realidad a partir de la imaginación y
las creencias, a mayor grado de espiritualidad se desarrolla el pensamiento
deductivo, la inteligencia y la intuición, que a su vez generar distintas
formas de subjetivación y de actuar en las personas.
Después de todo este recorrido teórico
es más sencillo comenzar con el motivo eje del escrito, actualmente vemos como
gracias al crecimiento de los medios de comunicación masiva, de las redes
sociales, de los teléfonos inteligentes, que el acceso a la expresión es cada
vez más sencillo y simple, basta con poseer un dispositivo y conexión a
internet para poder enunciar una postura respecto a diversos temas que son
designados como interesantes, millones y millones de espíritus pobres tienen la
necesidad de ser escuchados, leídos, y se sienten con total legitimidad de
enunciar aquello que para ellos es una verdad irrefutable, pero, ¿realmente es
una verdad?
La respuesta a esto es muy evidente,
la mayoría de estas personas se encuentran en el terreno de la Doxa es decir
del mundo de lo opinable, sus expresiones están basadas en creencias
ideológicas, o en su propio sistema imaginario, están estructuradas a partir
del orden sensible y perceptible pero son carentes de análisis y reflexión, lo
único que reflejan son sus espíritus huecos, su nula inquietud de si y de su
mundo y se conforman con respuestas simples y reduccionistas a fenómenos
complejos de la vida humana.
El que existan una gran cantidad de
personas con pobreza espiritual no es algo nuevo en la historia, ya desde los
tiempos de Socrates enunciaba que la inquietud de si no era para todos, que
solo unos cuantos se animaban a recorrer esa camino, la diferencia radica en
que mientras en la antigüedad la pobreza espiritual era motivo de vergüenza y
por ende llevaba a los pobres de espíritu a no pronunciarse en temas para los
cuales estaban ampliamente rebasados, en la actualidad la pobreza espiritual se
ha elevado al estatus de un bienestar, la ignorancia se percibe actualmente
como sinónimo de felicidad, como modelo de identificación a seguir, aparecen
los Influencers, los líderes de opinión, sujetos con una pobreza espiritual
alarmante, charlatanes envestidos de un lugar de saber que enuncian verdades a
medias en el mejor de los casos, en la mayoría de los casos solo enuncian
aquello que su pobreza de conocimiento les alcanza a enunciar, prejuicios, dogmas,
discursos morales, experiencias personales, es para lo único que les alcanza.
Esta expresión masiva de los pobres de
espíritu se nos ha vendido bajo el nombre de libertad de expresión, se ha
construido un discurso ideológico que sostiene que nuestra sociedad es más
evolucionada que la antigüedad ya que todos pueden expresar su opinión y que
esta es igual de valida que cualquiera,
todo aquel atisbo de ejercicio de pensamiento reflexivo o uso de la
inteligencia es leído como elitismo, como algo en contra de la democracia,
cualquier expresión cultural que exija un mínimo de análisis, de reflexión es
pensada como algo elitista, como expresiones presuntuosas, mamonas,
desagradables.
Esto ha generado un nuevo modelo
fascista, una tiranía de las masas como bien la define Ortega y Gasset, una
cultura diseñada de tal forma que refleje perfectamente la pobreza espiritual
de la mayoría de sus miembros, vemos así como el cine, la literatura, los
medios de comunicación, el arte, están diseñadas únicamente para ser percibidas
y para producir sensaciones pero para obturar la posibilidad de reflexión, de
análisis, de cuestionamiento de aquello que perciben, imponen formas de
representación de la realidad, modelos de identificación que apelan a ser
reproducidos y masificados.
El problema se agudiza porque sus
efectos también tocan al sujeto mismo, tocan su ser, o más específicamente
anulan su ser, al decaer la reflexión como vía de acceso a la representación
del mundo, esto lleva al sujeto a no reflexionar tampoco sobre sí mismo, a
anular su inquietud de si, vemos así como este modelo de representación basado
en la percepción y la sensación se vuelve también la forma de relacionarse para
consigo mismo y para con los otros, los que, para que, porque, dejan de ser
relevantes en las personas, para pasar únicamente a vivir alienadamente
privilegiando aquello que se mira y se siente pero no es un mirar y sentir autentico, ya que para
esto habría que preguntarse sobre eso que se ve y se siente, son percepciones
basadas en un sistema de creencias predefinidas y en modelos de imaginarios que
preceden al sujeto re direccionando sus sensaciones y percepciones en función de
intereses económicos y biopoiliticos dominantes.
Esta idea de la democratización de la
libertad de expresión lo que encubre es toda una estrategia biopolitica de homogenización
del pensamiento y del ser, apela a
construir sujetos que sientan y perciban el mundo en relación a distintos
subgrupos discursivos ante los cuales el sujeto se identifica y los reproduce, vemos
así como están los tolerantes-intolerantes, conservadores-liberales,
machistas-feministas, veganos-carnívoros, discursos que se venden como mercancías
a consumir y dan respuestas simplistas y superficiales en su mayoría de los
casos. ¿El problema está en incorporarnos a un discurso entonces? No, el
problema radica en la nula profundización de ese discurso, en asumir una
postura de no reflexión y análisis de esos discursos, el poder tiene clarísimo que
el saber empodera, por eso le ha declarado la guerra a todas aquellas epistemes
que apelan a generar reflexión y análisis y difunde aquellas que producen
verdades dogmáticas, el desarrollar el espíritu y el tener inquietud de si es
un proceso largo y doloroso pero que permite un acceso a la libertad y al tener
un poder sobre sí mismo, aquellos que buscan respuestas simples e
incuestionables se condenan a reproducir, a no ser.
Eduardo Contreras Merino