jueves, 28 de diciembre de 2017

La explotación del miedo como forma de ejercicio de poder y de dominación.

El terror forma parte intrínseca de los sujetos, es una emoción que  se alimenta de otra que es la del miedo, desde los inicios de la historia se encuentran sinnúmero de ejemplos de situaciones terroríficas para los humanos, el miedo produce mucha angustia la cual a su vez produce que el sujeto se inserte en un estado alterado de conciencia de y su percepción de la realidad cambie, se retuerza y se vuelva muy complicado que tome las mejores decisiones.

Para iniciar esta reflexión habría que partir por una pregunta clave, ¿Qué es lo que nos produce terror como sujetos? Para responder a esto habría que analizar las mecánicas del terror que están presentes en múltiples formas culturales dentro de nuestra sociedad,  podríamos identificar dos fuentes claras de miedo y angustia en los sujetos.

En primer lugar está el miedo a lo desconocido, un miedo a lo que el sujeto no puede explicar, aquello que no conoce, este miedo se encuentra  articulado directamente con el saber, a mayor desconocimiento de la realidad, a mayor desconocimiento del mundo se potenciara el miedo,  aunque no podemos llegar a conocerlo todo, siempre existirán áreas de desconocimiento sobre nuestra experiencia humana, por ende el miedo a lo desconocido será algo que estará presente siempre en nuestra vida.

La segunda fuente de miedo en los humanos radica en el miedo a lo conocido pero que se puede salir de control, aquello que se conoce, que se tiene una explicación pero que se considera algo volátil,  algo difícil de controlar y que fácilmente puede tornarse en contra de nosotros.
Para combatir estos miedos el hombre se ha buscado refugiar en dos sistemas ideológicos como forma de calmar su angustia,  por un lado en la religión como forma de acallar aquello que no puede explicar atribuyéndoselo a una voluntad divina, a una inteligencia o poder superior e inentendible.

Por otro lado construyo la ciencia como forma de lograr un conocimiento  de aquellos fenómenos presentes en su experiencia, la ciencia opera así como una forma de calmar la angustia del sujeto construyendo verdades universales y a partir de finales del siglo 19 comienza a construirse como el principal discurso productor de verdad, el cual define lo que es real o imaginario, lo que es verdadero o falso,  brindándole al sujeto una calma artificial sobre muchos eventos de su vida.

Ambos discursos han apelado a brindar un espacio de seguridad en el sujeto, apelan a calmar la angustia pero como todo sistema ideológico, acaban produciendo sistemas de control y dominación a partir de la enunciación de sus verdades universales e incuestionables.

Pensemos por ejemplo en el periodo histórico en donde la iglesia domino y controlo la forma de vivir de los sujetos, construyendo todo un aparato de vigilancia y de encauzamiento que Michel Foucault denomino como poder pastoral, esta forma de guiar la conciencia de los sujetos, en un primero momento únicamente a partir de un discurso ideológico pero que poco a poco se transformo en instituciones de control de vigilancia como la inquisición.

Es fácil caer en la tentación de realizar un análisis simple y pensar que este dominio se articulo principalmente por la fuerza de las instituciones religiosas que exterminaban a aquellos que no seguían sus preceptos o cuestionaban sus verdades universales, pero hagamos un análisis más profundo y pensemos, ¿Cómo obtuvo la iglesia esa capacidad de ejercer poder y dominación?

La respuesta a esta pregunta es simple, obtuvo esa capacidad de ejercer poder porque el sujeto hizo una renuncia a su ejercicio de poder por miedo, uno de los temas recurrentes con los que el humano tiene que vivir su existencia es la muerte, el fin de su existencia, ante este terror y angustia creo la religión, creo sus preceptos religiosos, sus leyes, sus verdades, su forma de vivir, de pensar, con la promesa de una continuación de la existencia, con la promesa de que la muerte no es el fin de todo,  con el deseo de trascendencia.

La creación de estas formas ideológicas fue el triunfo del miedo ante la posibilidad de soportar la angustia, este miedo a la muerte, a la locura, a la enfermedad, es lo que lleva siempre a los sujetos a renunciar a su poder, a su libertad con tal de tener certezas que le permitan tener seguridad, una cierta certeza aunque sea artificial.

Encontramos así una dialéctica muy clara entre el miedo y la seguridad, entre el  miedo y el control, el sujeto está dispuesto en la mayoría de las ocasiones a ceder su libertad con tal de una promesa de seguridad, de tranquilidad, esto no es algo que pasara desapercibido por ciertas clases dominantes para construir determinadas estrategias de ejercicio de poder y dominación, el terror pasa a ser así una forma muy clara de ejercer control sobre una población, el terror se vuelve una herramienta clara y muy efectiva de ejercer poder en las sociedades modernas.

Estas estrategias de poder explotan esos dos miedos fundamentales, pero los transforman, les dan formas especificas, crean miedos concretos, el miedo a lo desconocido se transforma en el miedo a la otredad, en el miedo al otro desconocido, a aquel que se comporta diferente, que piensa diferente, pasa a ser una amenaza, un enemigo al cual hay que exterminar, esto legitimo durante mucho tiempo y sigue legitimando el imperialismo, se construyen discursos de terror que buscan producir que el sujeto acepte medidas inaceptables como forma de cuidar su seguridad, su estabilidad, su comodidad.

Ejemplos de esto sobran, el más actual está en la forma en la que se ha estigmatizado la figura del musulman, colocando como el enemigo número uno de la libertad mundial, como un monstruo cuyas ideas arcaicas lo llevan a ser extremista, a tener una visión del mundo errónea, absurda, falsa,  y que por ende es un enemigo al cual hay que exterminar e imponerle la verdad ya que de no hacerlo se corre el riesgo de ser exterminado, de ser aniquilado, de ser vulnerado en la comodidad y cotidianidad de nuestras vidas.

Pensemos en la figura del criminal, un sujeto construido por discursos de saber poder, y que tiene un uso muy claro para la legitimación de mecanismos de vigilancia y control en una sociedad, ¿si no existieran los criminales para que necesitaríamos a los policías? El miedo depositado en la figura del criminal es lo que da la posibilidad del establecimiento de estas medidas de control dan lugar a la construcción de instituciones encargadas de la administración de los miedos de la población, encontramos así las iglesias, policía, el ejercito, los manicomios, cárceles, instituciones que poco a poco van quitando partes de la libertad del sujeto, lo van vigilando mas y controlando más, hasta llegar a instituirse como la forma adecuada y buena de vivir,  actualmente para una gran mayoría de personas, sería impensable la idea de una sociedad sin policía, la percepción es que a mayor número de policías la seguridad es mayor, sin darse cuenta que la figura del policía en esencia es un fracaso en el control de sus miedos, es el fracaso de hacerse cargo de su seguridad, de asumir su libertad.

Encontramos entonces un proceso claro del cual se sirven las estrategias de ejercicio de poder, en primer lugar está el conocer al sujeto, sus miedos, segundo paso es el de construir discursos de verdad que intenten darle tranquilidad al sujeto, tercer paso, construir figuras que encarnen esos miedos para generar un estado de angustia y de miedo en la población, por ultimo producir instituciones encargadas de el combate a esas figuras amenazantes como forma de garantizar la seguridad de la población.

Cada uno de estos pasos tiene su sistema de reglas, su forma de operar, un juego de permisiones y prohibiciones que van minando la capacidad de construir un criterio propio en el sujeto, analicemos brevemente esto.

Una vez que se identifican los miedos de una población comienza la construcción de los discursos de verdad, estos van modificándose históricamente y a partir del contexto donde son producidos, se genera un esquema discursivo en donde que se ha articulado de distintas formas, lo bueno y lo malo, la salud enfermedad, lo normal y lo anormal, lo legal o ilegal, estos discursos se traducen en formas de comportamientos aceptables e inaceptables por parte de los sujetos, nos encontramos así con los fieles y los pecadores, los cuerdos y los locos, los ciudadanos y los criminales, etiquetas determinadas por su forma de vivir pero que están determinadas por intereses de las distintas clases dominantes. Una vez instauradas estas selecciones se inicia la operacion de las instituciones creadas para la administración de estos sujetos, instituciones legitimadas para matar, encerrar, medicar, rehabilitar a ese anormal, el sujeto tiene así dos opciones, comportarse acorde a lo que todo este aparato le recomienda hacerlo o transgredir estos sistemas asumiendo la consecuencia que implica,  se reduce a autodeterminarse y pagar el precio del castigo, o obedecer y tener tranquilidad y seguridad.

Entramos entonces al punto álgido de la reflexión, y que se traduce en una pregunta muy clara, ¿Qué preferimos?  ¿Seguridad a cambio de perder libertades o libertades a cambio de perder seguridad?

El principal problema aquí radica en que la mayoría de los sujetos ni siquiera acceden a plantearse esta pregunta, para ellos el mundo es así, lo ubican como el orden natural, no se plantean la posibilidad de que es su miedo lo que produce esta organización social, los miedos producen monstruos, cada uno es libre de elegir seguridad o aprender a vivir con miedo, es una elección que no está en cuestionamiento, lo que sí se puede cuestionar es la forma de nombrar esa elección, es aprender a nombrar las cosas como realmente, son, comenzare cuestionando la idea de seguridad.

La seguridad se plantea normalmente como una forma de reducir los riesgos, como una forma de control sobre los posibles accidentes de la vida, la prevención de circunstancias desagradables para el sujeto. Esto llevaría a una pregunta clave, ¿todos los riesgos son malos?

Pensemos por ejemplo en un sujeto que trabaja en una corporación la cual le brinda un sueldo mensual, esto en apariencia le provee seguridad, le provee una constancia de flujo de dinero, le permite hacer planes, tener cierta estabilidad económica,  esto lleva al sujeto a desarrollar una dependencia de ese empleo, una dependencia de esa estabilidad, a construir la ilusión de seguridad. Esta idea no sería posible sin su contraparte, los discursos que constantemente le hablan de la inestabilidad económica, de la gente que está en pobreza, de la gente sin empleo, esto construye miedo, este miedo hará que acepte reducciones de sueldo, incremento de sus jornadas de trabajo, malos tratos, ser explotado, con tal de no perder su empleo.

Aquí el riesgo se traduce en algo muy simple, no tolerar la explotación con la consecuencia de perder el empleo y esta seudoseguridad o la de mantener la fantasía de seguridad y renunciar a sus derechos y como hemos comprobado, gana la segunda opción en la mayoría de los casos, el miedo triunfa, el miedo al desempleo, a la muerte, a la locura, a la perdida, somos una sociedad miedosa, cobarde, que se atemoriza ante las consecuencias de vivir.

Esto es lo cuestionable, no es malo tener miedo, es algo lógico, el miedo nos ayuda a protegernos, a cuidarnos, pero cuando dejamos que el miedo nos domine perdemos autonomía, ser libre implica a aprender a vivir con ese miedo, con la angustia de que no existen certezas en este mundo, aprender a vivir con la idea de que somos sujetos finitos por ende moriremos, que vivir implica arriesgar, que el riesgo es la única forma de aspirar a un cambio, que la pérdida es parte inevitable de la vida, hacer implica siempre una perdida, elegir implica perder posibilidades pero esa es nuestra tragedia humana, esa es nuestra existencia.

Ningún discurso, ninguna institución puede protegernos de nosotros mismos, de nuestros miedos y de los monstruos que cada uno produce, aprender a vivir en libertad implica aprender a vivir en la incertidumbre aprender a renunciar a la idea de control, pero sobre todo implica coraje, valor, vencer los miedos que nos paralizan y que nos hacen delegar nuestras propias responsabilidades en los demás, dejar de nombrar la seguridad como seguridad para nombrarla como lo que es, cobardía, falta de valor para vivir, en la medida que aprendamos a tolerar el miedo, a enfrentarlo estaremos más de lado de la libertad, mientras sigamos atrapados y dominados por los miedos seguiremos produciendo monstruos e instituciones de control que nos privaran de la libertad con tal de protegernos de nuestra cobardía.

Eduardo Contreras Merino.
 Psicoanalista. Contacto al teléfono 5523275307.

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jueves, 7 de diciembre de 2017

La falsa conciencia de identidad.

Es muy común encontrarnos en la actualidad múltiples propuestas de identificación o afirmaciones de una identidad por parte de un sector muy amplio de la población mundial, nos encontramos frecuentemente con  sujetos  que buscan definirse a partir de determinadas actividades que realizan,  nos encontramos con los runners, bikers, melomanos, foddies, fitness, punks, goticos, metaleros, etc..

Estos sujetos no buscan meramente expresar sus gustos, buscan afinidades en otras personas a partir de sus preferencias, buscan claramente definir su ser a partir de sus actividades o sus gustos, es decir, buscan construir su identidad a partir de estas actividades, a lo largo de este escrito buscare mostrar como la gran mayoría de estas seudoidentidades son en realidad formas claras de alienación y procesos de falsa conciencia de identidad.

Para explicar esto de forma más profunda habría que remontarnos a principios del siglo XX,  en donde comienzan a construirse las ciencias sociales como tal, ciencias que buscan conocer como opera el sujeto, que lo motiva, cuáles son sus pasiones, sus deseos, sus temores, y que tienen como finalidad conocer al sujeto para poder dominarlo mejor, a esto Foucault lo ha denominado como discursos de saber-poder.

Estos discursos están basados en estrategias muy claras y concretas, tienen objetivos específicos, uno de estos discursos es el de la identidad, es en este periodo histórico donde emergen sistemas ideológicos como el nacionalismo, las diferencias de clase, el folclore, que buscan generar en el sujeto un sentimiento de pertenencia a un grupo pero a su vez una forma de diferenciarse de la otredad, de lo otro. Un ejemplo muy concreto de esto fue el nazismo, una forma ideológica que busco generar la cohesión social y el control a partir de la construcción de un sistema de identidad racial, la cual diferenciaba a los arios de las demás razas y las colocaba en una posición de superioridad, dando lugar así a una maquinaria de control como pocas veces se ha visto en la historia de la humanidad.

Es en estos periodos históricos donde se comienzan una serie de derrumbes a los sistemas de identificación sociales, Nietzche proclama la muerte de dios, Freud la muerte de la conciencia, siglos antes Galileo saco al humano como centro del universo, el nacionalismo comienza a perder su efectividad así que se comienza una crisis de valores de identidad, el existencialismo de Sartre, Camus, Simone de beavouir, da voz a estas crisis existenciales  mostrándonos un sujeto libre, un sujeto desprovisto de un sentido de vida, de una identidad, al colocar la existencia como precedente a la esencia, coloca al ser como parte de un trabajo a construir, construimos nuestro ser en base a nuestras elecciones, en base a nuestra forma de lidiar con nuestra libertad, es decir, para el existencialismo la principal elección del sujeto es el dilema de Hamlet, ser o no ser, esta elección se resume en asumir nuestra libertad o negarla, lanzarnos a vivir aun dentro de la confusión de no poder definir lo que somos o escudarnos en formas vacías y falsas de identidad y de control.

La clave para poder realizar esta elección radica en la angustia, aquí surge una pregunta clave,  ¿angustia ante qué? Se podrían enunciar varias posibles respuestas, angustia a ser, ser angustia ya que siempre se tiene la duda de que somos, el miedo al cambio, a dejar de ser lo que somos, a evolucionar, ser implica a su vez desear y el psicoanálisis ha mostrado claramente que el sujeto le angustia su deseo. Angustia ante la libertad porque elegir implica perder, implica el riesgo a equivocarse, la perdida lleva al sufrimiento y nadie quiere sufrir.

Mientras el existencialismo plantea estas dudas sobre la existencia, el capitalismo comienza a tomar impulso, a dominar el sistema social, a dominar la vida de los sujetos y comprende que es en base a la ideología como lograra el dominio global, el capitalismo retoma estas preguntas existenciales pero las transforma en respuestas, comprende que el sujeto está en crisis de identidad así que ofrece respuestas, ira poco a poco construyendo y ofertando modelos de identificación social atractivos para todo tipo de sujetos.

Este proceso operara con la finalidad de la construcción de un nuevo tipo de sujeto, el sujeto del consumo, un sujeto que identificara su ser en sus cosas, en sus objetos de consumo, tendrá su punto de auge a finales del siglo XX, en las décadas de finales de los 70s y  los 80s, con la estructura y operación de la ideología pop, una ideología que busca romper con cualquier tipo de atisbo de reflexión del sujeto, construirá una ideología de la vida como una banalidad, construirá modelos de identificación estéticos, de consumo, del éxito, de la felicidad, ligándolo todo al consumo de mercancías y la obtención y acumulación de capital.

Se construyen así una amplia gama de propuestas de identidad falsas que buscan imponerle al sujeto su ser, que apelan a calmar su angustia existencial ofreciéndoles la ilusión de que a partir de entrar en algún determinado grupo de consumo están desarrollando su ser. Ofertas que abarcan a todo tipo de sujetos, desde las más masivas como la moda, autos, el éxito económico, hasta las más underground, como las contraculturas, todas apelan a lo mismo, establecer un lugar al sujeto dentro de una forma de organización social.

Estas ofertas de identificación han ido mutando, evolucionando acorde a los discursos dominantes de la época, pero siguen reproduciendo el mismo sentido, agrupar a los sujetos a partir de sus patrones de consumo y construirles un estilo de vida en torno a ellos, una forma de vivir dictaminada a partir de estas falsas identidades.

Pensemos en los ejemplos que puse al inicio del escrito, ¿Qué implica ser runner? Aquel que se encuentra alienado a estas formas ideológicas responderá, es una forma de vivir, implica todo un estilo de vida, levantarse temprano a correr, cuidar la alimentación, los hábitos de sueño, la salud con la finalidad de alcanzar sus metas que cada quien se pone en relación a esta actividad. Si se hace un análisis a profundidad de esa pregunta fuera de la ideología dominante, habría que empezar lanzado la premisa que ser runner en esencia implica ser consumidor de un determinado tipo de productos, tennis para runner, ropa para runner, relogs para runner, comida para runner,  y que el uso de estos definen su estilo de vida, el sujeto entonces se aliena a esta falsa idea de identidad, para encubrir sus mecanismos de consumo y su angustia ante la existencia.

Esta misma lógica aplica para un fitness, un melómano, un traveler, un foodie, los mecanismos son los mismos,  pero para que este proceso de identidad falsa se consolide no hace solo falta que el sujeto se aliene, tiene que existir un reconocimiento social que legitime la falsa conciencia, es decir, tiene que existir al menos otro que comparta la falsa conciencia, se construyen así grupos cuya única finalidad radica en la de legitimarse unos a otros la ilusión de identidad y aquí es donde se enlaza con la siguiente funcionalidad de las identidades falsas para los sistemas de ejercicio de poder.

Esta funcionalidad tiene que ver con la segmentación de la población, la separación de unos y otros, tiene que ver con lo que enunciaba con lo del nazismo, una forma artificial de separar al sujeto del otro, al construir estas micro identidades falsas, el sujeto se separa de los otros, el otro se vuelve alguien completamente distinto a él, de tal forma que muchas veces se convierte en el enemigo, en ese diferente que es una amenaza, esto funciona de forma muy clara en la estructura del ejercicio de poder ya que permite una desunión social, un desinterés de la vida política, se vuelve difícil que se articule una resistencia de la sociedad contra ciertas medidas de dominación, lo cual vuelve más eficiente a esta.

Nos encontramos en un punto entonces en donde los sujetos prefieren ser parte de algo aunque sea una ilusión a lidiar con la angustia de la existencia pero también deja entonces una pregunta relevante, ¿si estas identidades son falsas, existe entonces una identidad real, autentica? La respuesta a esto sería un rotundo no, nuestro yo se encuentra constantemente en cambio, las experiencias de vida, los otros, nuestro aprendizaje  sobre sí mismos y sobre nuestro contexto va llevando a cambios constantes en lo que somos, por esto es que es tan preocupante esta tendencia de autodefinición, porque obtura la posibilidad de que el sujeto acceda a un conocimiento de si, a un conocimiento de su deseo, y por ende a un proceso de evolución de su ser, obtura esta posibilidad de asumir su libertad.

Autodefinirse a partir de estas falsas identidades solo es una señal de un profundo desconocimiento de si, una actitud de rehusarse a ser sujeto, algo que el existencialismo nombraría como actuar de mala fe, es decir rehusarse a elegir, en este caso concreto seria a partir de confundir el ser con el consumo, el ser con lo que se hace, nuestras acciones nos definen es verdad, pero son las acciones que se dan dentro de un proceso de reflexión, esas acciones donde nos aventuramos a vivir a pesar de la duda existencial, ante la exigencia social de responder a la pregunta de ¿Quién soy? La respuesta más honesta podría ser no lo sé, estoy conociéndome a mí mismo.

El hecho de que la vida carezca de un sentido a priori, que nuestra existencia carezca de un sentido dado de antemano no implica como bien decía Camus, que no merezca ser vivida, el sentido de la vida no lo encontraremos en nuestras prácticas de ocio irreflexivo, tampoco lo encontraremos en el consumo, ni en el reconocimiento y la validación del otro sobre nuestra identidad, el sentido de la vida es algo muy personal, algo que solo cada uno de nosotros puede construir a lo largo de su vida.

Como insisto frecuentemente la respuesta esta serie de dudas existenciales esta de lado de lo que los griegos llamarían el cuidado de si, en esa inquietud de saber quien somos, de cuestionar nuestras identidades impuestas socialmente, en la medida de que estemos dispuestos a cuestionar lo que decimos que somos, lo que decimos que deseamos, nuestras elecciones, podremos ir articulando un sentido a la vida, en tanto caigamos en las garras de estas propuestas de identificación, caeremos fácilmente en la alienación, la elección como siempre al ser libres recae en cada uno de ustedes.

Eduardo Contreras Merino.
 Psicoanalista. Contacto al teléfono 5523275307.

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jueves, 2 de noviembre de 2017

La sociedad del espectáculo.

A lo largo de la historia se han formado distintas formas de estructuración social, en este escrito, abordare una de ellas que tiene que ver por completo con la actualidad y que Gyuy Debord definió como la sociedad del espectáculo.

La sociedad del espectáculo obedece a un conjunto de transformaciones subjetivas producidas por la evolución y mutación del capitalismo, el cual desde hace varias décadas ha instaurado una serie de representaciones sobre la forma de vivir de los sujetos en sociedad.

El primer aspecto importante en el cual consiste las sociedad del espectáculo radica en esta constante evolución del sujeto en relación a sus cosas y la transformación de la representación del ser, la mercadotecnia, la publicidad, los medios de comunicación masivos, han construido un conjunto de representaciones sobre la importancia y la relevancia de obtener cosas, el sujeto comienza a transformar su deseo en función de la obtención de cosas materiales, comienza a fusionarse con sus cosas, a construirse de forma autómata, obedeciendo a los deseos impuestos por los intereses del capital, esto conlleva una transformación de la forma de pensar el ser.

En la sociedad del espectáculo el ser se confunde con el tener, el sujeto es en función de sus cosas, se deja de lado el conocimiento de sí mismo, el análisis sobre el ser, ya solo se toma en cuenta las posesiones, se empieza a generar una sociedad construida a partir de la valoración  del capital, a mayor capital mayor valía del sujeto, a menos capital menor valía y por ende menos reconocimiento social, menos oportunidades, menos acceso a los distintos servicios.

El sujeto que posee poco se empieza a concebir como un resto, como un lastre para la sociedad, un problema, la pobreza se ve como algo poco atractivo, sus historias se ven como algo indigno de contar, la escucha del otro comienza a pasar  por su capacidad de adquisición, de consumo, que tanta posibilidad tiene de comprar cosas, de viajar, de acudir a lugares específicos, las historias interesantes, atractivas, son aquellas en las cuales va de por medio el consumismo, el derroche, la ostentación.

Esto se enlace con el siguiente punto básico de la sociedad del espectáculo, la evolución del ser por tener en simplemente parecer tener, la apariencia comienza a dominar permanentemente cualquier tipo de forma de socialización humana, hay que estar en un estado de apariencia permanentemente, se puede observar esta forma de aparentar en varios aspectos de la cotidianidad humana, aquí nombrare algunos de ellos:

1.  El ser del sujeto se suplanta por las apariencias en su forma de relacionarse con otros, este punto es fácil de ubicar, se puede ver de forma muy clara en cualquier reunión, fiesta, la mayoría de los sujetos tienden a presentarse no como son, sino a partir de una máscara, un falso ser, una imagen residual creada por el mismo en función de lo que considera popular socialmente,  en función de lo que desea ser, esto debido a que considera que su ser es insuficiente para conseguir la aceptación popular, encontramos así sujetos temerosos de mostrar lo que en realidad son, lo que en realidad desean, lo que en realidad les apasiona, lo importante siempre es mantener la apariencia.

2. Los momentos cotidianos pasan a ser representados a partir de esta misma apariencia, aquí la función es clara, mostrarles al otro que la vida cotidiana es especial, única,  que se realizan actividades distintas a los demás, es estar constantemente potencializando las experiencias, tomar la foto de el desayuno en algún lugar exclusivo como forma de aparentar una vida exitosa,  siempre cubriendo dos requisitos indispensables, la presentación del momento el cual debe ser perfectamente estético, con retoques, una foto espectacular y en segundo lugar debe aparentar y representar un cierto estatus, una capacidad adquisitiva que desmarque al sujeto de los demás, lo coloque como un modelo a seguir, que este en función de la idea de éxito moderna que pasa por tener más, visitar los mejores lugares, viajar mucho, obtener cosas. El éxito no se percibe entonces a partir  de los sentimientos, las emociones, la satisfacción ante la vida, sino en torno al éxito económico única y exclusivamente.

3. Esta apariencia afecta también la forma de construir las emociones en la sociedad, el sentir pasa a ser algo que también se representa a partir de la apariencia, lo relevante de las emociones, los sentimientos ya no está en sentirlos, sino en aparentar sentirlos para un espectador, el acto de amar, de ser felices, de disfrutar pasa a ser un show, un show para otros, lo relevante es ser lo suficientemente convincente para lograr convencer al otro de que la satisfacción emocional es genuina, un ejemplo muy claro de esto lo encontramos en las redes sociales, la gente postea constantemente sus momentos felices, muestra sus fotos de su cena romántica, de su proposición de matrimonio en parís, mientras más espectacular sea el evento mayor es la posibilidad de convertirlo en una experiencia creíble, en una experiencia deseable para cualquiera.

Para que estas experiencias se consoliden, es clave que el sujeto opere de forma sistemática a partir de las imágenes, que las imágenes se coloquen como su principal forma de representación del mundo, así muchas personas funcionan bajo la premisa fundamental de que una imagen vale más que cien palabras, lo real y lo verdadero es aquello que se ve, aquello que puede plasmarse en imágenes, los relatos dejan de ser relevantes en tanto no son acompañados de imágenes, el sujeto comienza así un deterioro en sus formas de percepción, comienza a ser un homo videns como Sartori lo definía, alquien que solo ve, que no escucha, que solo siente a partir de un conjunto de imágenes.

El psicoanálisis ya hablaba de lo imaginario, definiéndolo como una de las formas de codificación y de representación de la subjetividad humana,  Freud ya hablaba de los distintos tipos de representación, la representación palabra, y la representación cosa que es la imagen, para Freud el sujeto percibe algo desde dos niveles simbólicos, la cosa que está estrechamente relacionada con las huellas mnémicas, es decir con aquellas imágenes cargadas de un contenido afectivo el cual les permite almacenarse en el inconsciente y atraviesan la posterior forma de representarse la vida del sujeto, por otro lado está la representación palabra que es la forma en que estas huellas mnémicas, o percepciones aisladas pueden acceder a la conciencia.  El problema de que el sujeto funcione únicamente desde el registro de lo imaginario radica en que no puede simbolizar aquello que ve, la imagen percibida pasa directamente desde el inconsciente a la conciencia y el contenido afectivo de esta se relaciona estrechamente con el sentido y la intencionalidad dada por el emisor de la imagen.

Pensemos un ejemplo para ilustrar esto, un sujeto prende la televisión, comienza a ver un programa destinado a enternecerlo, de esos que abundan actualmente, en donde aparecen las historias de personas que tienen alguna enfermedad, viven en situaciones difíciles y buscan a partir de un concurso o de evento de donación que su situación de vida mejore. El espectador que percibe esto oye  aquello que esa persona en la televisión dice, pero su juicio lo realiza a partir de la imagen, se fija en si esa persona se ve efectivamente humilde, o enferma,  los medios de comunicación saben eso, que ese espectador solo validaría como real la experiencia que buscan transmitirle si va acompañada de imágenes, por esto graban el lugar donde esta persona humilde vive, aspectos de su cotidianidad, a su familia, para lograr un determinado estado emocional en el espectador, muchas veces no hay un contexto que acompañe a esas imágenes, la imagen cumple la función por si misma ya que al no pasar por la representación palabra, el sujeto queda inmune ante el efecto de la imagen, en tanto se enlace a una huella mnémica el efecto será el deseado, la imagen queda así sin cuestionamiento, como una verdad universal, una verdad dada por los estereotipos formados por cada sociedad.

Los medios de comunicación masiva tuvieron un efecto claro sobre estas formas de percepción moderna,  en la década de finales de 1960 se dieron cuenta que el sujeto opera a partir de emociones básicas inconscientes, el miedo y el deseo y comenzaron a construir estrategias para manipularlos, ubicaron que esta estrategia de manipulación sistemática  no podía pasar por elementos lingüísticos, que crear relatos veraces que pudieran afectar emocionalmente a los espectadores era más complicado, por ende prefirieron instaurar una hegemonía de la imagen, de la apariencia, experimentaron con diversas imágenes y su reacción ante la gente, desarrollaron estrategias claras como el marketing, los estudios de mercado, los estudios de audiencia, las encuestas, para así crear imágenes que funcionaran de forma eficaz para transmitir una emoción en concreto, miedo cuando se necesitara que la población generara un rechazo ante algún fenómeno social, por ejemplo, mostrar imágenes de manifestantes en contra de alguna medida gubernamental destruyendo algo, o realizando actos violentos de tal forma que el espectador genere una emoción de miedo y rechazo ante los manifestantes, poniendo en contra a los miembros de la sociedad entre sí, no se informa el contexto de la manifestación, se informa poco de por qué ocurrió la violencia, lo único que queda es la imagen.

Se construyen estereotipos de imagen sobre lo bueno o malo, lo que debe generar en el sujeto alegría, emoción, empatía, admiración, y las imágenes que deben generar rechazo, enojo, miedo, estereotipos estéticos sobre lo bello y lo feo, abarcando así todo tipo de experiencia humana, actualmente es muy difícil encontrar algún tipo de experiencia humana que no pueda ser plasmada en imágenes.

La existencia humana en la sociedad del espectáculo se torna así en un constante mostrar, en una forma exhibicionista y vouyerista  de encontrar placer en mostrar y observar, la dimensión de lo privado, de lo intimo queda así trastocada, el sujeto empieza a hacer en tanto alguien observara lo que hace,  las experiencias entonces comienzan a ser reales no en tanto el sentir de aquel que las realiza sino en tanto la validación del otro, nos encontramos así los concursos de popularidad en las redes sociales, quien tiene mas likes por ende tiene una vida más interesante, quien tiene más seguidores en instagram, la vida pasa a si a ser una especie de talk show en donde los espectadores eligen cual es el participante más popular, a cual admiraran, cual odiaran en función de lo que aparente, las interacciones por ende son regidas por lo políticamente correcto, lo aceptado socialmente, se va borrando poco a poco de la ecuación la diferencia, la crítica, el análisis de aquello que se percibe. Esto conviene perfectamente a las estructuras de poder ya que son sujetos dóciles, incapaces de pensar por sí mismos, que reaccionan en función de los estímulos que se les dan, apolíticos, pasivos,  por ende fácilmente manipulables, los efectos en las relaciones humanas son devastadores, creando relaciones artificiales, vacías, gente que va por la vida relacionándose como un en concurso de popularidad, lo real de las experiencias queda de lado, los sentimientos, el placer, el amor, quedan borrados de la ecuación, lo importante es aparentar.

A modo de conclusión es importante aprender a ubicar esta sociedad del espectáculo para poder aprender a desmarcarnos de estas formas de relación, aprender a vivir nuestras experiencias de forma real, a mostrarnos tal cual somos, sin necesidad de aparentar,  dejar de seguir esta serie de modelos de identificación,  recuperar nuestros relatos, ubicar que nuestras experiencias son reales en tanto las vivimos no en tanto alguien más las legitime, en la medida que podamos ir creando conciencia sobre esto, podremos aspirar a tener una sociedad más satisfactoria.

Eduardo Contreras Merino. Psicoanalista.
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viernes, 27 de octubre de 2017

La sexualidad como ejercicio de libertad.

La sexualidad  es uno de los aspectos que  se ha buscado de forma recurrente controlar por las formas de ejercicio de poder, el sexo es un tema complejo, que causa conflictos en muchas capas de la sociedad, que genera polémicas, miedos, incertidumbres, el placer algo intrínseco al sujeto tendría que ser visto como algo cotidiano, cercano, en vez de esto ha pasado a formar parte de discursos de saber poder, de aquello que Foucault, defino como la Scientia Sexualis y que consiste en pasar de volver al sexo como una forma de placer, una praxis a una forma discursiva,  el sexo como un objeto de saber que hay que desmitificar, comprender, desmenuzar en cada una de sus partes para controlarlo.

A lo largo de la historia han existido diversos discursos que buscan delimitar lo que es el sexo, sus alcances, su significado, ya desde los griegos estaba la inquietud por saber acerca de las afrodisias, es decir, sobre el placer, sus implicaciones en la construcción de un sujeto ético, Aristóteles hablaba de los puntos medios, para el griego el dominio de si era fundamental para conseguir la libertad, para afirmarse como sujeto libre, alguien que es dominado por las afrodisias jamás podrá convertirse en un sujeto de respeto, en un sujeto que pueda llamarse libre, la libertad pasa por el dominio de sí, para los griegos la clave del dominio del placer radica en cumplir algunos requisitos, saber cuándo es el momento adecuado para dejarse llevar por el placer y que momentos son inadecuados, esto en función de la pertinencia, esto se traduce en un saber decir que no al placer.

En  segundo lugar que su acto de placer sea ético, es decir se pueda representar como algo bello y bueno, el abuso sexual,  la coacción son vistas de forma negativa por la ética, un punto que plantea diversos cuestionamientos ya que en los griegos existe la esclavitud y la mujer no es un sujeto, por ende no se podría hablar en muchos casos de un consentimiento mutuo,  se puede hablar de que se referían a las relaciones homosexuales o al amor por los muchachos, es decir al placer entre hombres, algo muy común en la Grecia clásica.

Esto es  muy importante ya que cuando hablamos de la reflexión sobre el placer en los griegos hablamos fundamentalmente del placer masculino, el goce femenino se encuentra cancelado por completo de la reflexión, si la mujer obtiene placer o no de los encuentros sexuales es algo que importa muy poco a la sociedad falocentrica griega. Al ser una sexualidad masculina,  se pone énfasis en la dualidad pasividad-actividad, que se traduce en penetrar o ser penetrado, poseer o ser poseído por el otro, aquí se inserta también una dimensión de poder, el sexo pasa a ser una forma de demostrar poder, si un hombre de cierta clase penetra a otro de menor clase es visto como una buena señal, algo adecuado, si es la inversa se ubica como algo anti natura, es decir, las formas que adquiere el placer en la Grecia clásica están en relación al poder, lo natural es que el poderoso posea al débil, hay muy poca reflexión o prescripción sobre las prácticas sexuales perse, en la subjetivad griega las prácticas sexuales son poco relevantes, lo importante es seguir conservando la dimensión del poder, el placer se centra así en la dominación del otro, en la posesión del otro.

Otro de los discursos sobre el sexo que perduro y que sigue perdurando hasta la fecha tiene que ver con la moralidad, con la creación del cristianismo, la forma de representarse al sexo cambia de forma importante, se retoman algunos aspectos de la cultura grecolatina pero se añade el aspecto moral, el sexo pasa así a ser algo vergonzoso, algo que debe realizarse con la finalidad de la perpetuación de la especie pero la dimensión del placer queda borrada, se comienza a representar el erotismo como la encarnacion del pecado y la figura de la mujer pasa a ser condenada, se representa el cuerpo femenino como el principal agente de tentación e incitación al pecado, la mujer se percibe como dadora de vida, pero a su vez como un objeto de peligro constante que puede llevar a pecar a los hombres, por esto se instauran diversas formas de controlar el placer y la sexualidad femenina,  construyendo la institución del matrimonio como la forma legítima de ejercicio de la sexualidad , la mujer desde esta perspectiva se debe al esposo, guarda su cuerpo, su virginidad para aquel que será su marido, se instaura así la figura del “debitum”, el debitum consiste en ese acuerdo moral en torno al cuerpo del otro, el cuerpo del esposo pasa a ser de su esposa, el cuerpo de su esposa pasa a ser del esposo, una obligación conyugal que tiene como finalidad la procreación, se concibe así al sexo como una penosa necesidad pero que si se lleva a cabo en el marco matrimonial no se instaura como pecado, el objetivo de la sexualidad es entonces una forma de aliviar la tensión,  una forma de descarga del deseo pero sin que exista concupiscencia, es decir el problema del sexo para estas formas discursivas, radica en el erotismo.

Al ser el erotismo el principal enemigo a vencer bajo estas prácticas discursivas de ejercicio de poder, las prácticas sexuales pasan a ser objeto de análisis y de discusión, aparecen así un régimen de permisiones y prohibiciones, determinadas prácticas son permitidas y otras prohibidas, aparece así la construcción moral en todo su esplendor, se definen lo bueno y lo malo en base a los discursos religiosos que rigen la subjetividad de las comunidades, esto construye a su vez dos distintos tipos de sujetos, los buenos y los malos, los hombres infames, los depravados, los lascivos, los sodomitas, comienza la persecución de todos aquellos que presentan determinado tipo de prácticas sexuales cuya finalidad no es la procreación, es por esto que la figura del sodomita es tan perseguida, se considera uno de los pecados mas graves el desperdiciar el semen en una práctica como el sexo anal que no genera ningún tipo de procreación, la vida sexual pasa  entonces a ser de dominio privado, se articula poco a poco una doble moral, el sujeto del interior y de lo exterior, de vicios privados y de virtudes públicas, pero también aparece otra forma que derivara en una técnica de ejercicio de poder muy influyente durante mucho tiempo de la historia, el poder pastoral.

Esta forma es la confesión, los representantes de la moralidad comúnmente eran los sacerdotes católicos los cuales ubican la importancia de saber aquello que el sujeto oculta,  animan constantemente a los sujetos a confesarse continuamente y uno de los puntos clave a confesar es sobre su placer, sobre su sexualidad, así se obliga al sujeto a hablar sobre el sexo, a avergonzarse de sus placeres, el sacerdote pasa a ser así un mecanismo de recepción del saber pero a su vez un dirigente de conciencia,  la absolución del pecado del deseo pasa por la posibilidad de hablarlo, se genera así este lugar de saber poder, un poder que se ejerce a conveniencia de los intereses de determinadas clases u objetivos económicos o de dominación.

Con el desgaste del poder pastoral y de la moral cristiana aunado al surgimiento de las ciencias, el positivismo y demás transformaciones epistemológicas, el discurso del sexo pasa a construirse a partir de las ciencias, los juicios dejan de enunciarse a partir de lo bueno o lo malo del sexo o del placer, para pasar a lo normal y lo patológico, la psiquiatría juega aquí un papel clave como mecanismo de control, se construyen los grandes hospitales, espacios de encierro destinados para aquellos enfermos, surgen entonces otro nuevo tipo de sujetos, las histéricas, los erotómanos, los homosexuales, las ninfómanas, comienza una clasificación sistemática de los distintos tipos de enfermedades sexuales, enfermedades que no tienen que ver con las enfermedades de transmisión sexual sino con enfermedades mentales.

La moralización es disfrazada así de discurso científico, se encuentran cantidad de casos en los psiquiátricos de mujeres ingresadas por tener un temperamento sexual grande, por ser la vergüenza de la familia al no poder casarse, los familiares depravados que son excluidos y encerrados, se pasa así de considerarse al erotismo y  al deseo de determinadas prácticas sexuales como manifestaciones moralmente inadecuadas, a considerarse desviaciones mentales, surge así el sujeto enfermo mental, alguien que debe ser rehabilitado, reeducado para su posterior reingreso a la sociedad y en caso de no tener éxito, encerrado por su incapacidad de adaptarse a la normalidad, el psiquiatra actúa  como un heredero del poder pastoral, la legitimidad del sacerdote estaba fundada en ser un representante e interpretador de la palabra de dios, la legitimidad del psiquiatra pasa por el discurso positivista, la enunciación de Nietzche de dios ha muerto en  realidad es un cambio de paradigma subjetivo en torno a la percepción de la verdad, ya en la genealogía de la moral Nietzche advierte de los peligros del pensamiento científico y de cómo pasara a ser el heredero de la verdad religiosa, la cientificidad pasa a ser así una nueva forma de sacralización y de dogma, la palabra del psiquiatra se enuncia y se escucha como una verdad universal, opera a partir del lugar de enunciación, esto es clave para analizar los lugares de saber, el lugar de enunciación determina la veracidad o falsedad de un discurso, la figura del psiquiatra se sostiene desde ahí, convenientemente consolidándose así lo que Foucalt denominara como el biopoder.

Este biopoder tendrá procesos de evolución cada vez más específicos, la psiquiatra en su afán de legitimidad buscara despegarse en apariencia de la moral, el psicoanálisis y la figura de Freud serán claves para esta evolución, Freud da voz a las histéricas, ubica en ellas un discurso de sufrimiento, de insatisfacción, pone sobre la mesa los mecanismos represivos sobre la sexualidad, los evidencia, a diferencia de la psiquiatría que niega la voz a la histérica para convertirla en una simuladora o una anormal, Freud ve ahí un sujeto doliente, un sujeto reprimido en su deseo, aplastado por los diversos mecanismos de saber poder que le dictan cómo ser mujer, que borran su placer, que culpabilizan a su cuerpo, el cuerpo de la histérica está cargado de deseos contenidos, de palabras atravesadas que pugnan por emerger, sus síntomas se vuelven así una queja contra el sistema, contra su sociedad, contra las formas de ser mujer en su tiempo.

Al darles voz a las histéricas Freud retoma la importancia de la reflexión sobre el placer, pero quitándolo de una perspectiva moralista, definiéndola como una parte intrínseca al sujeto, colocando así a la sexualidad como un tema eje, un tema que se desplaza y contamina otros aspectos de la vida del sujeto volviéndolo incapacitado para gozar, para amar. Esto permite un nuevo paradigma con referencia al sexo, a la sexualidad femenina, aunque incompleta, ya que tampoco Freud logra superar la perspectiva del sexo como poder, no logra eludir la reproducción de este viejo esquema de la actividad pasividad, ligando lo activo a lo masculino y lo pasivo a lo femenino, pero su gran aportación radica en la posibilidad de poner el tema en discusión, en centrar las bases de una evolución de la importancia de pensar el placer, de la importancia que el placer tiene en la conformación psíquica del sujeto y sus impactos en su vida cotidiana, esto dio lugar a un sinnúmero de transformaciones sociales, a darle mayor posibilidad de recuperar su cuerpo y su goce a la mujer, de darle posibilidad de ejercer su deseo, con la invención de las pastillas anticonceptivas se logra una separación clara entre la reproducción y el placer, se puede ver al sexo ya como una forma de placer que no está intrínsecamente ligada a la procreación, o cuyo sentido ultimo no es forzosamente la reproducción,

La siguiente evolución discursiva influida notablemente por el psicoanálisis fue la creación de la sexología, una respuesta al psicoanálisis por parte del positivismo, la sexología se coloca como la disciplina científica encargada de estudiar al sexo, de analizarlo, de descubrir la verdad sobre el sexo. Al estar basada en el pensamiento positivista la sexología busca un lugar de saber distinto al del psicoanálisis, se construye desde las bases biológicas del placer, desmenuza el cuerpo humano, busca encontrar las partes del cuerpo que proporcionan placer, que sustancias segregan, como opera biológicamente el placer, todo esto con la finalidad de instaurar una verdad sobre el sexo, aquí los juicios ya no se enuncian desde lo bueno o malo o lo sano y enfermo, sino en construir formas correctas de proporcionar placer, construir manuales y técnicas infalibles que permitan al sujeto tener una vida sexual satisfactoria y poder clasificar las practicas acorde a las preferencias sexuales, emergen así las practicas heterosexuales, prácticas homosexuales.

Se instaura así como una disciplina orientada a la técnica, a definir al sexo como una técnica, como un conjunto de pasos a seguir para la obtención del placer, deja de lado el deseo, la elección, la libertad del sujeto, reproduce así los valores de la sociedad moderna, una sociedad de la técnica, despersonalizada, que busca satisfacciones inmediatas, apela a la mayor satisfacción en el menor tiempo, al igual que la lógica de la productividad, su legitimidad de nuevo esta basada en su cientificidad, y de nuevo se coloca como un poder que dirige, que marca las vías en las cuales el sujeto debe producirse placer.

Todo este recorrido histórico tiene como finalidad el mostrar como el sexo siempre se ha buscado controlar, dirigir, ¿Por qué tanto interés en el sexo? ¿Por qué tanto miedo al sexo por parte de los grupos que ejercen poder? La respuesta a esto es simple, porque como dice el titulo del escrito la sexualidad es una forma de ejercicio de libertad.

La sexualidad es una de las vías en las cuales el sujeto puede crear, elegir, hacerse dueño de su placer, la sexualidad al estar en relación al deseo también esta en relación a la verdad y la mentira, al asumir y aceptar el sujeto su verdad conforme a su deseo sexual se coloca como un creador, un creador de una forma de vivir, construye así una ética de su deseo, una autorregulación de lo que se permite y no se permite para obtener lo que desea, la sexualidad se vuelve así una potencia de cambio, de rebeldía, de resistencia.

Estos discursos buscan dirigir y controlar las manifestaciones sexuales porque en la medida de que el sujeto se hace dueño de su cuerpo, de sus placer, esto se transmite a otros aspectos de su vida tal como el psicoanálisis ha demostrado, en la medida que se acepta a sí mismo y lucha por su deseo se genera una inercia que se manifiesta en todos los aspectos de su vida, el sexo pasa así a ser un ejercicio de libertad.

Es importante por ende no dejarse atravesar por este tipo de discursos, ubicar que la sexualidad en tanto forma de ejercicio de libertad y de creación se vuelve personal, cada sujeto es distinto, por ende no pueden existir formas masivas de obtener el placer, tampoco existen formas buenas o malas de placer, ni formas sanas o enfermas, ni adecuadas e inadecuadas, solo existen formas personales y consecuencias de nuestras elecciones sexuales. Aprender a desmarcarse de estos discursos permite la posibilidad de hacerse dueño de uno mismo, no a la manera griega, como una forma de obtener dominio sobre el otro, no ver el sexo como poder, como control, aprender a ver el sexo como un encuentro, como una posibilidad de manifestar el ser a partir de la construcción de formas de placer, en la medida que logremos una forma ética de la sexualidad podemos ser más libres, con las implicaciones que eso tiene.

Eduardo Contreras Merino. Psicoanalista.
Contacto al teléfono 5523275307.
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jueves, 12 de octubre de 2017

¿Qué es el capitalismo ético?

La pobreza ha existido desde tiempos inmemorables, la repartición de riqueza en una población históricamente se ha realizado en la mayoría de los casos de forma asimétrica, en algunos periodos se organizaba de forma meritocratica, otros a partir de títulos nobiliarios, pero la constante en las formas de organización política económica de nuestras sociedades es una repartición de riqueza de forma injusta.

Es en nuestra actualidad es cuando se puede visibilizar de forma más clara esta repartición inequitativa de los recursos económicos, el capitalismo ha adquirido manifestaciones cada vez mas depredadoras, con consecuencias devastadoras para  los países llamados de tercer mundo, o economías emergentes,  las cuales han sido condenadas a ser países de mano de obra barata, con poca capacitación, explotados de forma sistemática por las grandes corporaciones que de otra forma no podrían acumular la riqueza que tienen.

En este marco es donde aparece lo que se denomina el capitalismo ético, una vertiente de praxis económica que ha construido todo un aparato de discurso ideológico - político que busca generar “conciencia” sobre las condiciones de vida de una gran parte de la población del mundo, sobre sus carencias, sus necesidades insatisfechas por sus gobiernos.

Este capitalismo “ético” pone sobre la mesa la importancia de donar, de apoyar a la gente que más lo necesita, de cubrir estas necesidades a partir de la aportación de determinadas asociaciones civiles, de fundaciones, de instituciones creadas con la finalidad de ayudar y apoyar a combatir la pobreza.

Esta forma ideológica – política tiene sus orígenes en la transformación de las formas de gobierno que se nombra como neo liberalismo, el neo liberalismo apela a una libertad sobre el capital, que sea la verdad del libre mercado la que se imponga para regular precios, servicios, y demás aspectos económicos dentro de una sociedad dada.

Otra de sus estrategias apela a que el estado administre los menos posible el libre flujo del capital, su finalidad es construir un estado ausente, débil, que no interfiera en los precios, los sueldos, en las condiciones de trabajo de la mano obra, que eso lo deje al propio criterio y buena fe de las corporaciones, las cuales en base a la verdad del mercado decidirán qué es lo mejor para una población dada.

Se ve así al capital como algo bueno, se comienza a hacer hincapié propagandístico por parte de los gobiernos de los distintos flujos de capital que están presentes en una población, se asocia mayor numero de corporaciones presentes en la economía de un país con la idea de plenitud, de solides económica, de progreso.

Esta ideología presento sin embargo un problema de orden operativo, si el estado es débil, ¿Cómo va a lograr cumplir su función de brindar servicios básicos, seguridad y bienestar para su población? ¿Cómo lidiar con la pobreza con un estado débil?

En respuesta a eso el neo liberalismo construyo lo que se denomina la tercera vía, y que tuvo a estados unidos como su principal promotor, la tercera vía plantea una forma en la cual será la iniciativa privada y asociaciones civiles quien pasaran a asumir una responsabilidad  activa en el combate a la pobreza y a la generación de mejores condiciones de vida de las clases bajas dentro de la sociedad a cambio de un intercambio fiscal que haría que todos los fondos dados por el capital hacia la sociedad fueran deducibles de impuestos.

Esto surge ideológicamente con un conjunto de transformaciones en la percepción de los estados benefactores, o proteccionistas, se empieza a ver este tipo de estados como una forma arcaica e ineficaz de producir riqueza en una población, se le dice al estado, deja que sea el libre mercado quien regule todo, tú no te preocupes, nosotros con nuestra infinita sabiduría sabremos administrar los recursos para producir bienestar en la población, ellos ya están grandes no necesitan un estado paternalista que los proteja, de los pobres no te preocupes, nosotros con nuestras fundaciones, nos ocuparemos de su sobrevivencia.

Ya sabemos cómo ha resultado esa brillante idea de darle al capital total independencia y libertad para operar como desee, la clave en este proceso de transformación es la palabra, “sobrevivencia”, aquí se instaura una de las estrategias más marcadas de lo que Michel Foucault denomino como biopolitica, que consiste en la apropiación e utilización  de la vida de los sujetos pertenecientes a una población dada, de sus cuerpos, su tiempo, su sexualidad.

Este capitalismo ético retoma las formas ideológicas de la caridad que venían de siglos anteriores y estaban presentes en las clases altas, se busca dar algo a aquellas clases más desvalidas, pero no con la intención de mejorar sus formas de vida, de darles recursos para que se puedan hacer cargo de ellos mismos sin necesidad de la caridad, sino convertirlos en lo que Marx denominada los lumperproletarios, personas dependientes totalmente de las formas de caridad, incapaces de sostenerse a sí mismos, incapaces de generar conciencia política, alienados a la ideología de la clase en turno que los ayuda, alienados a sus intereses, sujetos dóciles, obedientes.

Con el avance de los discursos democráticos, estos lumperproletarios se volvieron cada vez mas claves,  se volvieron votantes en masa, que podían ser manipulados, orientados a representar los intereses de determinadas formas de capital, por medio de su voto podían representar la diferencia en la implementación  de determinados programas económicos, políticos, el lumper se vuelve así en ese sector clave de legitimación de la democracia, y de la consolidación de los intereses del capital.

Ahora bien ¿De que formas opera el capitalismo ético? Esto tiene varios ejes de análisis, yo me centrare en las formas de subjetivación que producen para lograr que se instaure como ideología en la población.

Esta forma ideológica para poder sostener su praxis, opera desde 3 pasos que en apariencia son inconexos entre sí, pero que si se analizan profundamente están muy relacionados.

1.- La difusión masiva de la pobreza. Es muy común encontrarnos en los medios de comunicación, una marcada tendencia a mostrar las condiciones de pobreza en las viven un conjunto de personas, principalmente en los países de tercer mundo, esta estrategia tiene como finalidad que una gran cantidad de la población tenga percepción de que la pobreza existe, de difundirla y que se le genere un estado emocional con respecto a esta.

2.- La manipulación emocional de los sujetos. Una vez que la población tiene clara las condiciones de pobreza, se empieza con una manipulación mediática que apela fundamentalmente a la consolidación de la ideología de que la ayuda es importante, se generan discursos sobre la solidaridad, sobre la responsabilidad de ayudar, constantemente vemos en la publicidad mensajes como “tu puedes ayudar”, “está en tus manos que esto cambie” o manifestaciones que son incluso más agresivas que generan la subjetivación de las personas que empiezan a percibir que si no ayudan son parte del problema. Se le genera así al sujeto el deseo de ayudar, en parte por culpa, ya que al no estar muriendo de hambre, al tener acceso a los servicios básicos, la ideología les hace pensar que son privilegiados, aunque muchas veces sus condiciones no difieran de forma significativa con las de las clases pobres.

3.- Brindar opciones cómodas y seguras de ayudar. La ultima parte de la estrategia opera de forma muy simple, las corporaciones ofrecen una gama de alternativas en la cuales las personas pueden ayudar a “cambiar al mundo”, ofrecen una gran gama de posibilidades de ayuda a las clases desamparadas, que van desde las donaciones, apoyo de difusión en redes sociales, pero la mas macabra de todas es la de manipular la percepción del consumo.

Esta manipulación de la ideología del consumo es quizá la más importante de estas estrategias, el capitalismo ético distorsiona estas ideas del consumo como algo banal, como una manifestación de derroche para pasar a construirlo a partir de una perspectiva ética y moral.

Comienzan a surgir un sinnúmero de empresas que lanzan slogans como, “nuestra empresa dona una parte de sus ganancias a los niños de africa”, “nuestra empresa paga sueldos justos a los empleados”, “nuestra empresa usa productos amables con el ambiente”, “nuestra empresa apoya el pago justo de los insumos que consumimos” esto construye la ideología de que al consumir productos de estas empresas se está generando un cambio en la sociedad, que se está ayudando a que mejoren la calidad de vida de las personas, en resumen el consumo pasa de ser un defecto social a algo bueno, a algo noble.

Ahora bien para que un engaño o manipulación opere debe haber también una contraparte que elige creer en el engaño, esa parte de nosotros que elige la mentira a la verdad, que prefiere enmascarar sus prácticas consumistas, dándole estos toques de ayuda, ese común de las personas que eligen no ser libres, alienarse ante las formas ideológicas dominantes en su época. Esta forma de consumismo saca ese lado de las personas, su lado de confort, el sujeto cree esa mentira que al consumir un producto esa ayudando a ser un mundo mejor,  cuando en realidad no está cambiando absolutamente nada. Lo elige porque es mas cómodo, porque no le significa ningún tipo de esfuerzo, no le implica un cuestionamiento a sus creencias, a sus costumbres, a su forma de vivir, elige creer en esta ideología porque le plantea un cambio en el cual no tiene que hacer nada más que lo que viene haciendo regularmente que es consumir, lo exime de su responsabilidad en su contribución a los abusos de las corporaciones, es un cambio que puede hacer desde el sillón de su sala, mientras ve la tele.

De nada sirven donaciones de estas mismas empresas que con sus prácticas depredadoras brindan malos sueldos a los trabajadores, los explotan, la transformación de la calidad de vida de los sujetos en pobreza no pasa por darles medios de sobrevivencia,   esto solo perpetua su estado de indefensión.

La mayoría de estas donaciones se articulan en ayudas que prolongan la sobrevivencia de estos sujetos, medicinas, comida, agua, pero que poco ayudan a resolver su problema de origen, ayudar al medio ambiente no es comprar productos biodegradables, no es comprar productos “ecofriendlys” , este capitalismo produce una pasividad en el sujeto, haciendo que renuncie a formas de transformación más reales, a que formule exigencias a los gobiernos para que se implanten regulaciones ambientales estrictas a las empresas, regulaciones especificas al capital, para que brinde mejores sueldos, servicios médicos, oportunidades de capacitación, de crecimiento laboral.

Es importante dejar de ver al capitalismo ético como una forma de ayuda y de transformación social,  este es solo una estrategia de poder biopolitico, que busca utilizar a la población para aliviar sus responsabilidades, para minimizar las consecuencias de su practicas antiéticas, una estrategia que busca seguir sosteniendo la repartición inequitativa de la riqueza, busca seguir reproduciendo un orden social dominante, generar sujetos dependientes de la caridad fácilmente manipulables para fines políticos, al comprar tu producto de capitalismo ético no estás ayudando, la única forma de ayudar es tomando conciencia de las implicaciones de estas prácticas de ejercicio de poder, informándonos, generando movimientos de asociación en la sociedad civil que permitan establecer un contrapeso al poder del capital.

Eduardo Contreras Merino. Psicoanalista.
Contacto al teléfono 5523275307.

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