jueves, 15 de junio de 2017

¿Porque somos posesivos en las relaciones de pareja?

Es muy común en múltiples relaciones de pareja encontrarse con manifestaciones de celos, de comportamientos posesivos que van desde cuestiones muy sutiles hasta comportamientos muy extremos que pueden llevar a la violencia.

La psicología lineal, la psiquiatría, buscarían reducir estas manifestaciones a elementos aislados, a problemas mentales del sujeto, a comportamientos disruptivos, a una mala adaptación del sujeto a la sociedad pero si lo analizamos a profundidad veremos que no es tan simple como nos lo quieren hacer ver, es una problemática que enmarca tanto aspectos de la personalidad del sujeto como aspectos culturales.

Iniciemos con los aspectos de la personalidad  que llevan a tener este nivel de posesividad respecto al objeto amoroso,  a continuación enumerare algunos puntos clave sobre esto:

1.- Miedo a la pérdida.

El enamoramiento produce una sensación de placer, de satisfacción, se generan múltiples expectativas con respecto a la relación, sueños, ideales pero a la vez se produce una sensación de angustia que comienza generarse y acumularse lenta pero constantemente, es una angustia de separación, esta  angustia para el Psicoanálisis proviene de periodos de la infancia temprana. De ese vinculo primario que es el del primer objeto amoroso, un objeto perdido, la primera simbolización de cualquier sujeto es la presencia ausencia, el niño juega con esto buscando simbolizar esa pérdida del otro, ese no estar del otro, en la medida que este proceso de simbolización opere de forma eficaz la angustia por separación será muy reducida aunque nunca se borrara del todo, en la medida de que no opere bien la relación de ese sujeto con la perdida, esta será muy angustiante, el miedo a la perdida será recurrente.

Esto afectara su existencia de múltiples formas,  puede transformar la personalidad del sujeto a volverse una persona sumamente complaciente, ama-ble que busque por medio de esto eludir la perdida, no ser abandonado, por otro lado puede tornarse en una personalidad violenta, que ante la angustia de la perdida reaccione con agresión, con intimidación buscando que el objeto amoroso permanezca por miedo no por amor o deseo.

La angustia por separación produce un sentimiento de apego desmedido se busca estar siempre con el otro, acaparar su tiempo, estar la mayor parte del tiempo haciendo presencia en su vida, se tolera muy poco la lejania ya que produce mucha angustia, se vuelve muy doloroso, a mayor tiempo mayor dolor y mas necesidad y dependencia se genera del otro.

Este problema en la personalidad genera relaciones de dependencia no de amor, relaciones en donde se necesita no  se ama al otro, esta dependencia puede llevar a consecuencias terribles si el sujeto no lo elabora con eficacia ni se hace consciente de su condición existencial.

2.-  Problemas narcisistas.

Otro factor muy común en las relaciones de pareja que producen posesividad es el tener un conflicto narcisista, principalmente cuando el sujeto tiene poco narcisismo, poco amor por sí mismo, poco reconocimiento, a esto se le conoce comúnmente como autoestima, a medida que el sujeto presenta una autoestima pobre generara mucha angustia sobre su objeto amoroso, tendrá miedo a que esa persona conozca a otros, conviva con ellos, tenga una vida fuera de la relación, aquí se presenta también la angustia a la separación pero adquiere otra forma de manifestarse, se manifiesta a partir de la aparición de fantasías de persecución, el sujeto manifiesta un terror a los otros con los que convive su objeto amoroso, los ve como superiores, les proyecta características inalcanzables para él, o ella, los percibe todo el tiempo como amenazas, constantemente fantasea que aparecerá alguien mas que lo privara de su objeto amoroso, esto refuerza su necesidad de posesión, de marcar a su pareja, de controlarla, de irla privando de su vida social, aislarla de sus amigos, compañeros de trabajo, estudios, en esencia se busca privar de la libertad al otro.

Estos problemas narcisistas no se resuelven con halagos de la pareja, el objeto de amor puede decirle y ver cantidad de cualidades en el sujeto pero este no las cree, ve estas enunciaciones como mentiras, como halagos carentes de verdad, el sujeto presenta una distorsión perceptual de sí mismo, una percepción rota que solo puede ser transformada por él mismo, en tanto asuma que tiene una problemática.

3.- Celos desmedidos.

Los celos es quizá de los el comportamiento de posesividad más recurrente que se presenta en las relaciones de pareja, está en una relación directa con los dos puntos anteriores, los celos se producen cuando el sujeto percibe algo del orden del deseo de otro hacia su objeto amoroso o a la inversa, esta percepción no tiene que ser entendida como una realidad objetiva, sino como una percepción que puede ser comprobada objetivamente tanto como una percepción que se produce como consecuencia de los dos puntos anteriores.

Los celos producen una carga importante de angustia, ante esto el sujeto tiene múltiples formas de descargarla, puede descargarla con agresión a ese otro en el que ubico el deseo a su objeto amoroso, puede ser contra su propio objeto amoroso, también puede desplazar los celos al pensamiento, desarrollar fantasías, construir escenarios, y encargarse de que se vuelvan realidad, en el fondo los celos siguen el mismo proceso de un delirio paranoico pero con mucha menor intensidad, lo que esta cancelado simbólicamente en el sujeto se proyecta hacia afuera, culpando al otro de sus propias carencias.

Los celos de menor intensidad son considerados por muchos discursos como normales, parte del proceso amoroso, solo se pone énfasis en los celos denominados patológicos, aunque aquí surge una pregunta interesante y que enlaza estos puntos que enumere que tienen que ver con la personalidad del sujeto con lo social,  ¿los celos realmente son parte del amor? ¿El amor y la posesión son una relación dialéctica?

La cultura occidental a lo largo de la historia ha construido múltiples discursos de saber y de verdad, que han permeado las formas de construcción del amor en los sujetos, se ha construido instituciones legítimas e ilegitimas para el desarrollo del amor y el deseo, se construyen formas adecuadas e inadecuadas de amar.

Pensemos por ejemplo en la institución del matrimonio, una institución que apela por completo a seguir la lógica del amor como posesión, consiste en realizar un acuerdo (no siempre consensuado por ambas partes) en donde se adquiere un derecho sobre el otro, se apropia cada uno de los cónyuges del otro, a nivel espiritual en el caso de los matrimonios religiosos, o a nivel legal.

La creación de estas instituciones tiene como uno de sus objetivos el transmitir discursos que marcan como la finalidad de todo encuentro amoroso el llegar a consumarlo con el matrimonio, coloca al matrimonio como la meta final, como el orden natural de desarrollo de un encuentro amoroso. Una institución basada en la exclusividad sexual y emocional, de los miembros de la pareja, construyendo una ideología en donde el amor solo puede pensarse a partir de la posesión del otro, de hacerlo nuestro, el matrimonio es una perdida de la libertad de ambos miembros, una perdida basada en la en un ideal de lo que deben ser las practicas amorosas.

Esta ideología borra por completo ciertas características humanas, como que el amor no está ligado al deseo necesariamente, o como el psicoanálisis ha demostrado, que el deseo no se encuentra ligado a un solo objeto, ya Freud en las pulsiones y los destinos de la pulsión mostraba que lo mas variable de las pulsiones es el objeto, esto quiere decir que el objeto de deseo en la experiencia humana es variable,  por más que el sujeto ame a su pareja, por más que la desee mucho su deseo no estará atado a ella, deseara a otras personas, el que este amor este enmarcado bajo una institución religiosa o legal no cambia esto.

Si entonces el deseo no está atado a un objeto ¿Es imposible la monogamia? ¿Es solo un mito construido por la accidentalidad? Aventurándome a dar una respuesta diría que la monogamia si existe, pero no bajo esta lógica ideológica que nos busca hacer creer que es una condición natural del sujeto, sino pensada más bien como una elección ética. Una elección sobre que se hace con el deseo, la monogamia tiene sentido y cabida en la vida del sujeto siempre y cuando el asuma esta variabilidad del deseo, que asuma que deseara a más personas solo que elige no dejarse llevar por ese deseo. La monogamia por ende no es una obligación, ni un deber moral, es importante percibirla como una elección, como un ejercicio de libertad, no como una prescripción.

Ahora bien se presenta también otra pregunta, ¿Qué pasa con aquellos que eligen no ser monógamos?  ¿No aman? ¿Sus relaciones no pueden ser consideradas como un amor legitimo como los discursos ideológicos sostienen?

Si nos basamos en los discursos dominantes estos buscan imponer solo una vía de percibir el amor, la monógama  pero si pensamos en el amor como un ejercicio de libertad, podríamos pensar en distintas formas de amarse, formas que no necesariamente apelen a la posesión, a la exclusividad sexual. Se puede pensar en relaciones en donde no se busca coartar la libertad sexual del otro, relaciones en donde se pueda aprender a estructurar una separación entre el sentimiento y el deseo, relaciones en donde se pueda convivir con la libertad sexual del otro sin que por esto decaiga el amor, decaiga la percepción del objeto amoroso, aceptar al otro tal cual es.

Hasta ahora este tipo de prácticas son consideras transgresoras, desvaloradas socialmente, deslegitimadas, pero el que determinados discursos morales o ideológicos las condenen esto no las vuelve relaciones menos amorosas,  no vuelve el amor menos real, solo diferente.

Todos los puntos que marque con anterioridad son producidos por estas formas culturales que apelan a fusionar el amor con la posesión, el amor con la exclusividad, produciendo un malestar cultural, una búsqueda imposible de alcanzar de tener realmente al otro, de ser dueño, el capitalismo también marco mucho esta percepción, vivimos en una sociedad hiper consumista en donde la construcción de la idea de propiedad privada marco la forma de relacionarnos, se paso de ver al otro como un compañero o compañera a cosificarlo,  a verlo como una más de nuestras posesiones materiales, de hecho el matrimonio tiene mucho de esta lógica.

A manera de conclusión podría decir que el amor visto desde la perspectiva de la posesión es un mito construido por la cultura occidental, un mito que como todas las verdades pueden ser entendidas y transformadas, sea bajo una marco de la monogamia o de libertad sexual, las experiencias amorosas deben volverse una forma de expresión de libertad, una elección, una forma de plasmar lo que somos, nuestros pensamientos, deseos, el amor no puede ser visto como una imposición, nuestras prácticas amorosas no pueden estar definidas por lo ajeno, para lograr hacer uso de nuestra libertad es importante el conocimiento de si, de nuestro deseo, en la medida que el amor se vuelva un ejercicio de libertad podremos tener relaciones más satisfactorias, mas reales.

Eduardo Contreras Merino.
 Psicoanalista. Contacto al teléfono 5523275307.

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