miércoles, 21 de junio de 2017

Her. ¿Qué es lo real del amor?

Her es una película que nos coloca en un contexto futurista no muy alejado de nuestra actualidad,  en esta sociedad encontramos sujetos alienados a la tecnología,  todos tienen un aparato de comunicación que maneja diversos aspectos de su vida personal, sus correos,  lleva su agenda.

El protagonista llamado Theodore  trabaja en una  empresa en donde se dedica a escribir cartas para personas, la gente contrata el servicio, manda fotos de la persona y su función radica en escribirle algo profundo, algo tierno, algo que sea significativo para quien va dedicada la carta. Ya aquí podemos ver una clara muestra del tipo de sociedad  en la que la película se desarrollara, una sociedad despersonalizada, des-afectiva, en donde algo tan simple como escribir o decirle al otro lo que se siente se vuelve complicadísimo y se prefiere pagar porque alguien más lo haga.

La tecnología avanza como siempre y aparece un nuevo tipo de software personalizado, una inteligencia artificial que revoluciona por completo la forma de relacionarse del sujeto con la tecnología, la instalación de este sistema requiere una serie de preguntas que están enfocadas a conocer sobre el deseo del sujeto, sus preferencias, su forma de relacionarse con otras personas.

Cuando el software aparece se autonombra Samantha, comienza a interactuar de forma autónoma con Theodore, lo cuestiona, lo incita a realizar actividades, empieza a intrigarse con sus reacciones, con su forma de ver el mundo, lo incita a salir a relacionarse con otras personas, a tener citas.

La convivencia con el sistema operativo se va volviendo poco a poco más profunda, charlan más,  el protagonista se va abriendo poco a poco con el programa, expresándole sus deseos, sus temores, se empieza a generar un vínculo fuerte, una amistad que poco a poco va convirtiéndose en amor.

Aquí es donde vienen las complicaciones, empiezan a surgir varias preguntas con respecto a la legitimidad de ese amor, el primero obstáculo viene a raíz de la sexualidad, Samantha carece de cuerpo, es algo intangible, que no puede verse, tocarse, se produce un deseo que no tiene forma de llevarse a cabo físicamente, solo vía simbólica, imaginaria.

Se produce una reflexión de dos formas de amar que han estado presentes en la historia de la humanidad, por un lado el amor cortés, ese amor que apela a amar a la dama vía la sublimación de los deseos sexuales, un amor asexual, que se encuentra cargado a la ternura, a la servidumbre y por otro lado el amor erótico, un amor cargado de deseo sexual, que busca placer, satisfacción.

Se deja muy claro en la película que el lado del amor cortes, de este ágape está satisfecho en la forma de relacionarse de Samantha y Theodore, pero que emerge una falta, este angustia e insatisfacción de Samantha por no tener cuerpo, por no poder tocar a Theodore, besarlo, tener sexo con él, esto puede articular una serie de preguntas muy interesantes, ¿Es necesario el sexo en el amor? ¿Porque necesitamos esta tangiblidad del amor para considerarlo real?

Como he mencionado en otros textos, los griegos pensaban 3 tipos de formas amorosas, el ágape o amor mas de corte espiritual, el eros o amor de corte sexual, y la filia como una combinación de las formas anteriores de amar que articulaba un amor espiritual por el otro pero a su vez un deseo, un erotismo.

En el planteamiento de la película el amor de Theodere y Samantha está marcado de forma muy clara por este componente espiritual, existe también un deseo sexual pero es algo intangible, al ser un sistema operativo hablamos más bien de una entidad espiritual, al no tener cuerpo ¿Samantha existe? ¿Es legítimo sentir amor por ella, es real ese amor?
Esto nos llevaría a pensar en cómo el positivismo ha construido determinadas formas de subjetivación en los sujetos, definiendo lo real a partir de sus reglas, lo tangible, medible comprobable. El discurso científico se ha consolidado como el nuevo dogma,  ya Nietzche cuando enuncia la muerte de dios, pensada como esta verdad universal, produciría un hueco que sería viable ser cubierto por el discurso científico, la ciencia se convertiría en la nueva verdad universal, ese nuevo dios incuestionable.

Estas formas de subjetivación producen a su vez formas de relación del sujeto con el otro, formas que construyen la realidad a partir de estos preceptos positivistas, se busca evidencias del amor del otro, medirlo, comprobarlo, buscamos encontrar actos de amor, señales que no dejen lugar a duda que el sentimiento existe en el otro, pero, ¿Cómo medir el amor? ¿Cómo se comprueba un enunciado tan simple como un “Te amo”?

Theodore se va confrontando con esta serie de preguntas, se confronta con la postura de los demás que cuestionan lo real de su relación, produce múltiples dudas en el, al grado de afectar su relación con Samantha, en esos intentos de acercar  su amor a lo real, se planea un encuentro con una mujer la cual actuara como el cuerpo de Samantha, como una intencionalidad de darle carne al espíritu, de darle una dimensión real, sexual, erótica a la relación.

Este acto falla estrepitosamente, Theodore sabe que ese cuerpo no es Samantha, sabe que es un cuerpo desprovisto de su espíritu, el no desea ese cuerpo, desea otra cosa, algo que no sabe como es, que forma tiene, una voz, se genera una ruptura entre los amantes, una distancia, esta necesidad de tangiblidad comienza a volver insostenible la relación en apariencia.

Theodore aquí resuelve el asunto desde una perspectiva muy interesante, empieza a ubicar que esta necesidad de tangiblidad de Samantha es estéril, analiza sus relaciones anteriores y ubica que en ellas tampoco existió una posibilidad de verificación del amor,  que eso te amo, quiero estar contigo, te deseo, pueden estar pero también dejar de estar, Thedore comprende que en esencia el amor es un acto de fe.

Un acto de fe que consiste en creer en la palabra del otro, creer en que sus actos son de amor, que no hay forma de saber si esa palabra es verdad, que no hay forma de medir la intensidad del amor del otro, que buscar esa tangiblidad se vuelve un ejercicio estéril, absurdo, que lo único que puede saber es sobre sus propios sentimientos, que el sujeto solo puede saber y  hasta cierto punto de sus propios sentimientos, de sus propios actos.

La experiencia amorosa por ende se estructura en dos partes, por un lado el amar y el ser amado, pero en donde solo puede existir una cierta certeza en el acto de amar, Theodore reconoce su amor por Samantha y decide ejercerlo, vivirlo, experimentarlo sin límites, entregándose a cada una de las experiencias de vida que tiene creyendo en el amor del sistema operativo.

En el momento en que elige creer Samantha existe, empieza a disfrutar el amor, a ser feliz, a vivir momentos profundos,  empieza a dejar de necesitar un reconocimiento social  de sus sentimientos, una autorización del otro, comprueba que  Samantha existe, existe porque tiene conciencia propia, porque ejerce su libertad, porque elige estar con Theodore, esto queda manifestado en el momento en que empieza a ser evidente que el sistema operativo convive con otras personas, charla con ellas, se inserta una dinámica de exterioridad en la relación, hasta ese momento él pensaba que Samantha era suya, que estaba solo con él, que se relacionaba solo con él, poco a poco va descubriendo que esto es una ilusión, que su creencia es falsa, de repente ubica que ella se ausenta, que a veces no está, se desaparece.

Comienzan a surgir los celos, la angustia por la perdida, la necesidad de posesión, el no puede superar el paradigma de la tangibilidad, cuando se entera que Samantha no solo charla con otros, sino que ama a más personas entra en una crisis existencial, no puede comprender como es que eso ocurre, como es que ella puede a amar a más personas, hasta que un día el sistema operativo le comunica que se va, que su deseo por conocer otras cosas, evolucionar, la lleva a tomar otro rumbo. Un rumbo que hace insostenible la relación, ella emprende una búsqueda de si, un proceso de comprensión de quien es, sobre el sentido de su existencia.

Al final Theodore queda solo, se da cuenta que no fue el único que estableció una relación con su sistema operativo, sino que le ocurrió a múltiples personas, ¿esto hace que su experiencia amorosa fuera menos real?

Desde mi punto de vista la película intenta cuestionar la forma en que percibimos el amor, alterar esa forma en que constantemente como sujetos representamos el amor privilegiando el ser amado al amar. Esa forma en donde nos obsesiona el saber si el otro nos ama o no, la intensidad de su amor, la dependencia de esto a la hora de nombrar como real nuestras experiencias amorosas.

Theodore nos ejemplifica el sujeto moderno, un sujeto perdido entre la virtualidad y la realidad, un sujeto que busca encontrar en la imagen, en la virtualidad una verdad sobre su existencia, un sentido, un propósito, un sujeto que le cuesta realizar procesos de introspección , que duda de todo pero que a su vez tiene una necesidad muy grande de creer.

Nos muestra que el amor no pasa por lo tangible, que el amor en su mayoría es una experiencia personal, un saber personal, que en ese encuentro con el otro lo único que puede sostener la relación es la creencia, amar es un acto de fe, de creer en nuestros sentimientos y los del otro aprendiendo a lidiar con la angustia de la incertidumbre.

Deja muy claro que el amor no es una experiencia infinita, que al ser sujetos finitos el amor tiene una finitud, que al  final el otro es otro y su deseo puede producir encuentros pero a su vez desencuentros pero que el hecho de que la relación termine no implica que la experiencia haya sido menos real.

Todos buscan tener evidencias de que el amor fue real, tener fotos, vídeos, cartas, algo que trascienda el tiempo, algo que recuerde que eso existió, pero la trascendencia de nuestros sentimientos no están en estas cosas tangibles, lo que hace real las experiencias en nuestros sentimientos, nuestra forma de entregarnos a las experiencias, nuestra postura al vivirlas.


Her sin duda es una propuesta cultural ampliamente recomendable,  puede generar múltiples lecturas, en este texto solo hable de algunas de ellas pero seguro existen muchas más, a manera de conclusión diría que Her refleja la importancia de aprender a vivir las experiencias sin depender de la tangiblidad, que hay que cambiar esta forma de ver las cosas tan positivista, la realidad o falsedad de nuestras experiencias amorosas está determinada únicamente por nuestra forma de sentirlas, el otro no puede autorizarlas o desautorizarlas, el amor es un encuentro de dos en donde solo ellos pueden dimensionar y representarse la veracidad de lo vivido, en la medida que aprendamos a darle más valor a nuestros sentimientos, a entregarnos al goce o sufrimiento de nuestras experiencias tendremos una vida más plena, mas real.

Eduardo Contreras Merino.
 Psicoanalista. Contacto al teléfono 5523275307.
https://www.facebook.com/Eduardo.Psicoanalista/

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