martes, 1 de agosto de 2017

La parresia como práctica de ejercicio de libertad.

A lo largo de la historia han existido múltiples prácticas de cuidado de si, en esta ocasión analizare la parresia como parte de estas y como una práctica de ejercicio de libertad.

Para iniciar sería importante plantearnos la siguiente pregunta, ¿Qué es una práctica de cuidado de si?  Para responder a esto habría que remitirnos a los autores de la Grecia clásica, específicamente a Sócrates,  el cuidado de si parte de una inquietud de si, de lo que los griegos llamaban  Epimeleia  Heautou, el cuidado de si tiene como finalidad el conocimiento de sí mismo, la reflexión sobre la vida del sujeto, sobre su ejercicio ético.

El cuidado de si cuestiona eso que el sujeto cree saber sobre sí mismo, sobre lo que piensa, su forma de actuar ante la vida, sus deseos, sus posturas ideológicas esta inquietud de si se traduce en un conjunto de prácticas y estrategias que tienen como finalidad acceder a un saber sobre el propio sujeto que le permite desarrollar un ethos, es decir un arte de vivir.

Este conjunto de prácticas y estrategias es lo que Foucault ha denominado las practicas del cuidado de si, cada escuela filosófica de la antigüedad desarrollaba sus propias estrategias y prácticas, escuelas como los socráticos, platónicos, cínicos, epicúreos, estoicos.

En este escrito me centrare en una de estas prácticas, la parresia, partamos entonces de la pregunta más pertinente al respecto, ¿Qué es la parresia? La parresia podríamos pensarla e intentar circunscribirla a la libertad de expresión, a la posibilidad de decir algo, pero no cualquier tipo de discurso, la parresia se enfoca en la verdad, el ejercicio de la parresia tiene como finalidad el decir la verdad, la libertad de expresar la verdad, pero ¿de qué verdad hablamos?  

Aquí podríamos intentar responder a esta pregunta argumentando que la parresia tomaría en cuenta dos tipos de discursos de verdad, o más específicamente dos dimensiones de la verdad, una que sería de corte interno y otro externo, es decir una verdad acerca del sujeto, sobre su forma de pensar, sentir, sobre sus deseos, sus posicionamientos ideológicos, y otra dimensión de la verdad que estaría más en el terreno de lo social, de la política.

La parresia se separa así de la retorica, la retorica tiene como finalidad el decir al otro lo que este quiere oír, Socrates ya cuestionaba a Gorgias acerca de la función de la retorica, tomando como ejemplo el discurso de los políticos, un discurso plagado de retorica pero que busca producir una determinada reacción de aceptación en el receptor del discurso, la retorica articula el discurso sin tomar en cuenta la verdad, lo que menos importa es la verdad del tema a debatir o discutir, lo importante es producir la reacción de aceptación en el otro, o obtener algo del otro, Socrates la coloca como una especie de adulación, una adulación que lleva implícita una manipulación del otro,  una postura cómoda del sujeto ante sí mismo y ante los demás, eludiendo el riesgo, el debate, la pérdida del otro.

La parresia se sitúa en una dimensión distinta, la parresia privilegia el decir la verdad independientemente de la reacción del otro, la parresia implica asumir una postura de riesgo constante, un riesgo de muerte diría Foucault, busca a diferencia de la retorica decir la verdad, hablar antes que callar, cuestionar antes que alabar, dudar antes que aceptar,  criticar antes que halagar. El ejercicio de la parresia implica asumir que la verdad no siempre es el discurso más apreciado, asumir que el otro no siempre busca escuchar la verdad, que en múltiples ocasiones prefiere un discurso retorico, prefiere adulaciones antes que cuestionamientos, silencios antes que enunciaciones, mentiras antes que la verdad y que esta postura del otro en relación a la verdad puede llevar muy frecuentemente a tensiones, a rupturas, a perdidas, implica por ende estar dispuesto a perder en pos de la verdad, a pelear por la verdad, renunciar al otro por la verdad.

En una sociedad como la nuestra en donde los discursos ideológicos democráticos nos dirían constantemente que tenemos la posibilidad de expresarnos, de enunciar lo que queramos, parecería que vivimos en una sociedad más cercana a la parresia que a la retorica pero nada más alejado de la realidad, las sociedades modernas se caracterizan por una sobre intensificación del ejercicio de la retorica, de la mentira a la verdad, de la cosificación del otro por medio de determinadas prácticas discursivas.

Unos párrafos antes articulaba la pregunta de sobre qué verdad se hablaba en la parresia, y aquí entraríamos en un debate complejo, denso, pensemos por ejemplo en un foro como facebook, en donde múltiples personas tienen la posibilidad de expresar su sentir y pensar sobre un sinnúmero de situaciones y temas de nuestra actualidad, pensémoslo en una perspectiva aun mas particular, en un sujeto cualquiera que ante una noticia que aparece en la red, una publicación de alguno de sus contactos comenta esta argumentando algo que demuestra su forma de pensar ante el tema en cuestión, aquí surgiría una duda importante, al comentar y efectivamente decir la verdad con respecto a lo que piensa, ¿está haciendo uso de la parresia?

Es fácil identificar en estas redes el retorismo que prevalece en las interacciones, esta falta de toma de postura, de cuestionamiento,  pero volviendo a la pregunta del párrafo anterior ¿Hay un ejercicio de parresia ahí? Se podría responder que si y no, por un lado efectivamente el sujeto lanza su verdad al otro, expresa su verdad, pero hay varias cosas cuestionables, en primer lugar expresa su verdad desde un lugar seguro, desde la seguridad de su pantalla, de la distancia, no hay una situación de riesgo, de pérdida real, estas redes permiten una especie de sinceridad artificial por parte de sus integrantes sin que se traduzca necesariamente en una sinceridad en su realidad.

En segundo lugar habría que establecer una diferencia entre lo que es la opinión y el argumento, entre los que los griegos denominaban la Doxa y la Episteme, la opinión está basada en un saber común, un saber empírico, un saber que esta atravesado por los valores morales, ideológicos, religiosos, dominantes de la época. El argumento está basado  en un marco teórico epistemológico, en un saber analizado, reflexionado.

Para dar más claridad al respecto, pensemos en un ejemplo especifico, alguien en facebook, publica un vídeo en donde un youtuber sale hablando sobre la homosexualidad, diciendo que es algo normal que no hay nada malo en los homosexuales, los comentarios a este post emergen  y empieza la toma de posturas, la critica aquí a esta forma de enunciación radicaría en algo muy simple, ¿aquel que comenta que la homosexualidad es mala porque su religión dicta que es así, es un argumento? Efectivamente está hablando de su verdad, pero ¿Su verdad es realmente un discurso de verdad? 

Haciendo uso de la parresia diría que eso no es un discurso de verdad, es simplemente una forma de reproducción de un discurso de saber poder, es una forma en la cual el sujeto muestra su propia alienación y ahí radica el principal problema en la forma de conceptualizar la libertad de expresión en la modernidad, se piensa a partir de la posibilidad de expresarse, en un sentido muy literal del enunciado, sin reflexionar en torno a la verdad de las enunciaciones, de los discursos.

Nos encontramos con legiones de personas que argumentando su libertad de expresión pueden cuestionar, contradecir, des legitimar discursos de personas que llevan años investigando un tema,  gente que le ha dedicado mucho tiempo al análisis de determinados temas, el principal efecto de la postmodernidad radica en la construcción de la idea de que no existen verdades, que todo es una construcción social, por ende cualquier opinión es igual de relevante y de verdadera que otra, volviendo estéril la discusión, el debate, al final la realidad personal se impone a la realidad social.

El sujeto por ende expresa solo la verdad que su alienación le permite, expresa su verdad sobre su deseo, un deseo en masa, idéntico al de los demás pero articulándolo como si fuera único y exclusivo, cuestiona a personas vía la distancia de las redes, pero en sus reuniones o encuentros con otros calla,  cuestiona autoridades vía la distancia, pero calla ante los gritos de su jefe en su trabajo, ante las injusticias sociales que vive constantemente, estas redes apelan a dar esta ilusión de libertad de expresión, a servir como forma de catarsis en el sujeto de tal forma que le permitan seguir funcional.

Aquí es donde se recalca la importancia del cuidado de si, para poder ejercer la parresia el sujeto debe saber de sí mismo, saber de su deseo, sobre quien es, el cuidado de si construye así un sujeto reflexivo, desalienado y que ejerce en su habla esta reflexión y libertad. Ejercer la parresia implica a su vez la toma de una postura ética del acto de hablar, implica asumir la responsabilidad de nuestra palabra, produciendo que esta tenga un valor, implica tomarse en serio el acto de hablar, hacer de nuestro discurso algo ético, a pesar de que esto implique dificultades, a pesar que la expresión de nuestro deseo pueda llevar perdidas, tomar conciencia que nuestro discurso es ese pequeño lugar de libertad que hay que defender, que nuestra palabra nos representa, nos da un lugar frente al otro, que hablar con la verdad si bien implica un sinnúmero de riesgos en una sociedad que no la valora nos permite construir una dimensión estética de nuestra vida, una perspectiva de belleza de nuestro lenguaje, de nuestra forma de expresarnos.

Este acto de nombrar la verdad entonces estaría determinado por dos aspectos básicos, uno interno como hable con anterioridad y uno externo, en el interno radica en aprender a funcionar en pos de la verdad, es decir aprender a construirnos como sujetos que hablan con la verdad, pero que a su vez nos hablamos con la verdad, aprender a dejar los lugares cómodos, los lugares comunes de la masa, este cuidado de si implica asumir la verdad sobre nosotros mismos, dejar de lado la fantasía, aprender a ver la realidad tal cual es y no verla como quisiéramos que fuera o como nos han dicho que es, construirnos una lectura propia de nuestro mundo.

Esto suena fácil en palabras pero es complejo ponerlo en práctica ya que implica un desarrollo de la honestidad, pensémoslo por ejemplo en el amor, ¿Que implicaría estar en la verdad en el amor? Por un lado saber de qué forma deseamos ser amados, que deseamos del amor, pero por otro lado implicaría saber de qué forma podemos amar, que podemos darle al otro, ser honestos en nuestra forma de presentarnos ante el otro, ser honestos en las promesas de amor asumiendo que esa honestidad puede implicar un rechazo, una pérdida del objeto amoroso, pero que también puede dar lugar a una relación real, verdadera.

Esta verdad se sitúa de igual forma en una perspectiva social, se manifiesta en dos posibles vías, una la etificacion del sujeto en sus relaciones de lenguaje con los otros, partiendo de la idea de que muchas veces el expresarle la verdad al otro puede ayudar en su crecimiento como sujeto, en darle información útil para que ejerza su libertad de elección, pensemos por ejemplo en el siguiente dilema ético que puede ser muy común.

Un sujeto A conoce a sujeto B, aquí es independiente de preferencias sexuales, al inicio la vinculación de sujetos A y B se da a partir de la atracción sexual, se estructura una relación gratificante sexualmente, pasado un tiempo A sigue en su mismo deseo únicamente sexual pero B comienza a desarrollar sentimientos amorosos, por A, los manifiesta de forma cada vez más clara, ante esto A se confronta con una decisión, enunciar la verdad sobre su deseo, es decir que solo busca placer sexual, o mentir y seguir conservando lo mas que pueda su gratificación sexual. Ejercer la parresia en este caso implicaría que A enuncie su deseo asumiendo que la consecuencia mas probable seria la perdida de B, implicaría que A asume que B es un sujeto, que de mentirle estaría privándolo de información clave para una elección libre de B, que de postergarse esa situación estaría lastimando a B, la parresia aquí implica decir la verdad con una finalidad de ayudar al otro a elegir en libertad y como una forma de ayudarlo a crecer como sujeto, partir de la premisa que aunque la expresión de esta verdad puede ser dolorosa para B a la larga se le estaría haciendo un bien.

La parresia se estructura también en la expresión de un discurso de protesta, de crítica, de hacer visibles aquellos problemas del orden de la política, entendiendo la política mas desde el concepto de Polis, es de decir de aquellos asuntos importantes en la sociedad.

La parresia aquí implica articular una postura política, una postura que permite decir la verdad sobre los aspectos políticos, incluso implicando un riesgo de muerte, de exclusión, de aislamiento, Sócrates es el ejemplo más claro de esta forma de articulación de la parresia, alguien que se negó a mentir para  salvar su vida, alguien que eligió morir antes que ejercer la retorica, una postura compleja de asumir pero que tampoco tiene porque adquirir necesariamente esos tintes de riesgo.

Para finalizar habría que hacer algunas acotaciones en relación a la parresia, en primer lugar si bien la idea fundamental es desarrollar una posibilidad de hablar con la verdad, esta verdad es limitada, nunca lograremos saber todo sobre nosotros, el camino del conocimiento es largo y nunca termina, sería más adecuado nombrarlo como verdades temporales, es decir enunciar la verdad que se tiene acorde a ese tiempo, partiendo de la idea de que a mayor conocimiento de si nuestra verdad sobre distintos puntos puede cambiar.

En segundo lugar y retomando el titulo del texto, la parresia se estructura como una práctica de ejercicio de libertad porque nos permite salir de la alienación, nos permite insertar una dimensión ética de nuestra palabra, al hacernos responsables de nuestro decir asumimos las implicaciones de la libertad, sin duda es un riesgo alto, que pueda implicar costos importantes a pagar por estar de lado de la verdad, pero a su vez permite una satisfacción personal mayor, permite la construcción de una vida bella, digna de hablarse, en la medida en que podamos dar el paso a ejercicios de comunicación más verdaderos, podríamos tener la posibilidad de tener relación más reales, más gratificantes.

Eduardo Contreras Merino.
 Psicoanalista. Contacto al teléfono 5523275307.

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