viernes, 24 de mayo de 2019

Los ciudadanos de primera segunda y tercera clase.


A pesar de lo que continuamente busca hacernos creer la creciente tendencia del pensamiento y lenguaje políticamente correcto, en nuestra sociedad no existe ni la equidad ni la igualdad, existen diferencias muy profundas y marcadas entre ciertos sectores de la población, en este escrito buscare hacer evidente como a pesar de que ciertos discursos de saber-poder buscan establecer la  ideología de una falsa equidad y progreso social en realidad en nuestras sociedades occidentalizadas se han construido dispositivos biopoliticos que tienen la finalidad de clasificar y  dividir a la población en 3 grupos muy específicos, los sujetos de primera, segunda y tercera clase.

La biopolitica es la forma de ejercicio de poder que tiene como finalidad la administración de la vida o muerte de sujetos dentro de una población, administrar sus cuerpos, su sexualidad, la calidad de vida que tienen, sus pensamientos, su deseo,  con la creación de la sociedad disciplinaria esto adquirió forma y se construyeron las instituciones que facilitarían el proceso de esta clasificación y segmentación de la sociedad, para darle forma a esta reflexión la dividiré en 3 ejes básicos, el primero es definir cuáles son estos 3 tipos de sujetos en nuestra sociedad, el segundo los criterios en los cuales se basa la biopolitica para asignar las posiciones sociales y el tercero el evidenciar los discursos que permiten que se sigan reproduciendo estos ordenes sociales.

Comencemos así entonces con los 3 tipos de estructuras sociales que se reproducen en nuestra sociedad, ¿Quiénes son? Es fácil imaginarse cuales son los ciudadanos de primera clase, son aquellos que tienen privilegios sociales, económicos, legales y políticos en nuestra sociedad, son los burgueses que tanto combatía Marx, una clase social dominante que impone sus criterios morales, ideológicos a la mayoría de la población, son los portadores del capital lo cual en nuestro sistema social los vuelve casi intocables e inmunes a cualquier tipo de regulación social. Son aquellos que por su capital económico y político tienen mejor calidad de vida, mayor acceso a la educación a servicios médicos, a calidad de vivienda, a recreación. En un mundo en donde todo tiene un precio y todo cuesta dinero solo aquellos con suficiente capital pueden tener acceso a una experiencia humana con mayores posibilidades.

Los sujetos de segunda clase son aquellos que tienen acceso hasta cierto límite en las sociedades, se les permite tener cierta calidad de vida pero se les imposibilita el acceso al primero grupo dominante, dentro de este grupo se podrían establecer dos subgrupos los de segunda clase a y b, los del grupo a podrían ser identificados con la clase media en las estructuras sociales, son grupos que tienen posibilidad de tener cierto nivel de consumo, de accesos a la educación, a los servicios médicos, pero cuya estabilidad económica siempre está en relación a las estructuras macroeconómicas, su posición siempre se encuentra en riesgo y es muy frecuente que ante una inestabilidad económica caigan al grupo de segunda clase b. Los que se encuentran en el subgrupo b son aquello que Marx denominaría los proletariados, son aquellos que están en regímenes de explotación sistemáticos, la mano de obra de la producción, su calidad de vida es significativamente inferior a las clases medias y generalmente se traduce en una experiencia de mera sobrevivencia, de obtener los recursos mínimos para subsistir condenándolos a una reproducción sistemática de su posición generación tras generación, viviendo en un círculo de repetición infinito.

Los sujetos de tercera clase son aquellos que no entran dentro del orden de producción dominante, son grupos sociales aislados y minoritarios los cuales presentan una ausencia total de acceso a cualquier tipo de calidad de vida, están excluidos totalmente de los servicios básicos, de medios de alimentación de vivienda, de alimentación, médicos, son grupos que biopoliticamente son condenados a la aniquilación, se genera así una Necropolitica, una serie de medidas sociales con la intencionalidad de extinguirlos, borrarlos, evitar su crecimiento y su reproducción.
Ahora entramos en el segundo eje de la reflexión, ¿Qué tipo de criterios utiliza la biopolitica para dictaminar esta estructura de clasificación social?  El principal criterio es el de la utilidad.

Con la creación de la sociedad disciplinaria uno de los aspectos claves fue la de crear sujetos y cuerpos útiles, esto construye 3 tipos de funciones sociales de los sujetos, los de primera clase representan aquellos que poseen el capital y cuya funcionalidad es la de producir riqueza (aunque sea solo para ellos), se generan discursos asociando al empresario como principal actor de la producción de riqueza y bienestar en una población con su creación de empleos, se construye el mito del empresario, aquel cuya bondad infinita hace que arriesgue su dinero con tal de producir empleos en una sociedad y dotar de recursos a los demás, si su función es la de creación de bienestar entonces la lógica del libre mercado reclama que hay que apoyarlos, consentirlos, estimularlos a realizarla, darles privilegios, zonas geográficas específicas para ellos, escuelas, hospitales, flexibilizar las leyes para ayudarlos a realizar tan noble labor. Un discurso que se nos repite hasta la saciedad, en las mesas políticas, en los noticieros, en las organizaciones de empresarios, vemos como se habla de la estimulación de la creación de empleos, el análisis de la prosperidad de una nación está en función de la cantidad de empleos que puede generar, poco importa la remuneración de estos empleos, las ganancias obscenas que estos empresarios consiguen, el punto en que se centra en discurso es en su utilidad como generadores de empleo y riqueza.

Si la función del sujeto de primer nivel es la de la creación de empleo los de segundo nivel deben tener otro tipo de funcionalidades, en la segunda clase categoría A se cubren dos funcionalidades sociales, la primera es la de proporcionar una mano de obra  técnica y especializada, desempeñar los puestos medios que son necesarios en todo tipo de organización jerárquica para el adecuado control y medidas disciplinarias, su segunda funcionalidad consiste en ser consumidores, son aquellos que por medio del aspiracionismo tienen una alienación con su deseo que los vuelve consumidores voraces, la publicidad está enfocada hasta este grupo, el cual reproduce una serie de discursos y los incorporan a su existencia, al ser los principales consumidores masivos se necesita que accedan a una mejor calidad de vida, que tengan mejores sueldos, se instaura así la figura del crédito, el cual les permite consumir y demorar el pago de los servicios y productos, siendo así su principal debilidad, se encuentran en una posición inestable debido a que están ahogados en deudas, viviendo un mundo de pura ilusión la cual es fácil que ante cualquier crisis económica se rompa y pasen a ser de la segunda clase categoría B.

Los sujetos de segunda clase categoría B su principal funcionalidad en la sociedad es la de ser los productores de las mercancías, su principal característica es ser la mano de obra de trabajo y mientras más barata sea esa mano de obra mayor es su atractivo para los grandes capitales, su consumo se reduce en gran medida a productos y servicios de primera necesidad, su salud depende en gran medida de los programas de asistencia social, en ellos el riesgo no es el de perder su poder adquisitivo, está en perder la vida, en morir de hambre, de enfermedad, su calidad de vida se ve acortada frecuentemente por las condiciones en que desempeñan su trabajo así como las exigencias explotadoras cada vez más demandantes de las empresas. Las políticas públicas buscan prolongar lo más posible su vida biológica, se apela a brindarle únicamente aquellos servicios básicos que les permitan mantener un cierto grado de funcionalidad en la maquinaria de producción para seguir aportando mano de obra al capital, generando a su vez lo que Marx denominaba como el ejercito de reserva cuya función es abaratar la mano de obra teniendo un cierto número de sujetos en el desempleo, generando así en el trabajador una tendencia a aceptar cualquier condición laboral con tal de salir del desempleo y tener algún tipo de ingreso así sea mísero y sirva muy poco para mejorar su calidad de vida.

Al ser dentro del orden capitalista dominante su principal función la producción por ende se busca reducir al máximo su posibilidades de movilidad social, se les aísla geográficamente en barrios con carencias de servicios básicos, médicos, su acceso a la educación frecuentemente es obturado por su incapacidad económica de sostener los gastos de la educación, quedando como una de las pocas posibilidades de supervivencia volverse mano de obra o la delincuencia la cual tiene también toda una utilidad política pero eso será motivo de reflexión en otro escrito.

En los sujetos de tercera clase se presenta otra dinámica totalmente distinta, son aquellos que no son útiles ni funcionales al sistema social, incluso en algunos casos son un obstáculo para la implementación de ciertos negocios de los grandes capitales, en esta área encontramos a aquellos que Foucault denomina como los “hombres infames”, los locos, los enfermos, los depravados, los que pertenecen a una etnia, los indígenas, los delincuentes. Estos grupo de sujetos están excluidos de toda la estructura social, no consumen, no aportan mano de obra y mucho menos son poseedores de capital de inversión, su vidas al no ser útiles para el sistema se aplica la estrategia biopolitica de la exclusión, aislamiento geográfico y por último la necropolitica, es decir la extinción.

Vemos así los fenómenos que en todo el mundo parecen ser ya cotidianos, como el apartheid, las masacres sistemáticas de poblaciones de regiones enteras, el objetivo es simple, erradicarlo de la faz de la tierra, esto debido principalmente a una razón de orden práctica, transformar sus condiciones sociales costaría una gran cantidad de recursos económicos y políticos, desarrollo de políticas de integración, de educación, de capacitación laboral, esto sería demasiado costoso por lo tanto la respuesta es la necropolitica, minimizar los costos extinguiéndolos sistemáticamente, aquí vemos la cara más dura de la biopolitica, el derecho a la vida o muerte, algo que lamentablemente ocurre de manera sistemática.

Por ultimo queda la pregunta, ¿Cómo es que este sistema social de división de clases de sujetos se consolida? ¿Qué factores son los cuales permiten la reproducción y el sostenimiento de este orden social? Aquí es donde se unen las practicas discursivas con las estrategias políticas, los discursos de saber poder que generan una narrativa que transforma la realidad, le da otro nombre, la estructura y define en función de ciertos intereses económicos y políticos, aquí enunciare alguno de estos discursos.

1.- El mito del progreso. El capitalismo ha construido una mitología discursiva alrededor de la idea de progreso, constantemente se alude a que las sociedades industrializadas son las que más progreso tienen, asociando así la producción económica con el progreso, se destacan las ventajas de vivir en una sociedad económicamente productiva, como la diversidad de productos a consumir, la diversidad de servicios, los avances tecnológicos, invisibilizando todos aquellos factores de desigualdad social, de división de clases que estas mismas sociedades industrializadas producen, alienando así la percepción de los sujetos que con tal de obtener el nuevo teléfono de moda y encerrados en su narcisismo consumista se percatan muy poco de su lugar su social y la función que cubren para la reproducción de este sistema.

2.- El mito de la meritocracia. Otro de los discursos más repetidos y difundidos para la reproducción del orden social es el de la meritocracia, la mejor forma de representar eso es tomar el ejemplo del “sueño americano” un mito en donde se reproduce la percepción de que cualquiera puede aspirar al éxito si se esfuerza y trabaja lo suficiente, si se adapta y obedece las reglas del juego, derivando muy fácilmente en simplificaciones de la percepción de las desigualdades sociales, argumentando que los pobres son pobres porque no se esfuerzan, porque son flojos, no trabajan, no emprenden, no tienen mentalidad exitosa, en tiempos recientes estos discursos son cada vez más reforzados por prácticas discursivas como el couching, la literatura de superación personal, la seudofilosofia del pensamiento positivo, esto da como resultado la producción de millones y millones de personas alienadas que van por el mundo reproduciendo discursos de éxito, pero que jamás lograran conseguir, acumulando cada vez más frustración y enojo y  al no tener conciencia de clase lo canalizaran contra sus semejantes en vez de contra de aquellos que de verdad producen sus condiciones de vida, volviendo muy difícil la organización, la implementación de acciones de resistencia, y generando una rigidez de la dinámica social.

3.- Los discursos de odio. Como bien decía Foucault, la eficacia del poder radica en ser invisible, en ser sutil y que los lugares de ejercicio de poder sean  muy difíciles de ubicar, este orden social dominante ha tenido una eficacia incuestionable para lograr un ejercicio de poder sostenido, una de las técnicas utilizadas es la de construir enemigos públicos, enemigos en los cuales se proyectaran todos aquellos problemas del sistema, todas sus fallas, es en la otredad en donde se coloca todo aquello que obstaculiza el acceso al progreso, no son las políticas económicas que privilegian a ciertas clases sociales las que producen la miseria, la desigualdad, son los extranjeros, los obreros flojos, los de color de piel distinto al blanco, los delincuentes, produciendo que las personas se identifiquen con estos discursos, y exijan medidas xenófobas, racistas, clasistas, como intento de mejorar sus condiciones de vida, algo que aun implementadas estas políticas no ocurre, así que se repite el ciclo y se crea un nuevo enemigo público garantizando el sostenimiento de ciertas clases sociales en el ejercicio de poder y el cuidado de sus intereses.

4.- la ideología del individualismo.  Otra de las formas de reproducir el orden social dominante es por medio del establecimiento de la ideología individualista, hacer que el sujeto se vuelva narcisista, que apele a velar únicamente por su bienestar, por sus intereses, que se inserte en una dinámica de competencia en donde permanente se trata de vencer al otro, de ser mejor que el otro, una competición que va desde cosas como quien tiene mejor trabajo, quien gana más dinero, quien viaja más, hasta quien tiene la pareja sexual más atractiva, quien tiene más parejas sexuales, al centrar su vida en aparentar y en competir con los demás el sujeto pierde conciencia sobre si y sobre su posición el orden social, se enajena ante el discurso individualista, aunado a la perdida cada vez más sistemática del Ethos,  poco importa los medios utilizados para obtener aquello que se desea, lo importante son los resultados, generando así dinámicas sociales cada vez más agresivas, mas antiéticas, y deteriorándonos como humanos, degradándonos cada vez a la condición de entes de consumo, carente de empatía, y de posibilidad de ubicar al otro como sujeto y no como un medio para obtener aquello que se desea.

A modo de conclusión es importante hacer visible estas divisiones de clase porque estamos atrapados en un loop de repetición histórico en donde ciertas clases se benefician sistemáticamente y otros padecen, es importante conocer nuestro lugar en este orden social porque solo así podemos apelar a transformarlo, el tomar conciencia de clase es básico para eso, abandonar estos discursos alienantes, dejar de reproducirlos y empezar a ubicar quien es nuestro verdadero enemigo, esos grandes capitales cuyos líderes no conocemos, esas aspiraciones consumistas que nos invitan a definirnos por las cosas que compramos, esa necesidad de aparentar lo que no somos, esa apatía que nos hace voltear la mirada a otro lado con tal de no ver la realidad, cuando no se sabe el lugar que se ocupa en una estructura social, se está condenado a ser esclavo no a poder ser libre.

Eduardo Contreras Merino.

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