domingo, 17 de octubre de 2010

El ser elegante.

Hace poco observando la televisión me encontré con un programa que estaba hablando de una boda muy importante en nuestro país en donde asistieron personalidades muy renombradas, y en donde se uso de manera sistemática la palabra de elegante, se decía este sujeto viene de forma muy elegante, aquella viene muy elegante, y en fin constantemente se mencionaba esta palabra.
Esto me hizo reflexionar en tanto a la palabra elegante, y en cómo es que se usa de forma tan sistemática para referirse a una serie características de imagen y de comportamiento que son socialmente juzgadas como superiores a las demás, pero ¿este será el único sentido que esta palabra tendrá? Por supuesto que no así que veamos el origen grecolatino de esta palabra para ubicar los alcances de esta.
En primer lugar el origen etimologico de la palabra proviene del latin “legere” que significa reunir, de ahí se unió al prefijo ex-mas se formo la palabra “elegeré que significa elegir, de ahí derivo el vocablo “elegans” que significa elegante.
Esto nos marca mucho el sentido de la palabra ya que al partir del del la palabra “elegere” muestra que en la antigüedad la palabra elegante aunque si marcaba una tendencia en el buen gusto y una construcción estética también ubicaba algo del orden de la elección en el sujeto.
La palabra con el transcurso del tiempo y con el paso de los distintos movimientos sociales paso de tener una construcción en base a la elección a ser un concepto que comenzó a utilizarse para marcar condiciones de clase más específicamente para remarcar las diferencias entre la burguesía y las demás clases sociales.
Los burgueses se centraron en remarcar esta palabra con la finalidad de construir un conjunto de pautas, de formas de relación, de formas de hablar, de escribir de comportamiento, pero quizá donde más tuvo eco fue en el ámbito del vestir.
Se desarrollaron un conjunto de discursos de saber con respecto a el arte del vestir, se delimitaron una serie de pautas estéticas que buscaban mostrar lo que es el “buen vestir” la correcta forma de adornar el cuerpo para ser elegante, distinguido.
Y hablando de distinguido es otra palabra interesante de analizar ya que se asocia mucho al ser elegante. El diccionario da la siguiente definición de este concepto: “Que resalta por su elegancia y buen gusto o que destaca socialmente”.
Esto es importante de analizar ya que al juntar la palabra elegante con distinguido podemos empezar a ver una tendencia elitista en la forma en la que se está usando el termino actualmente, nos muestra 3 aspectos clave, por un lado un sujeto distinguido es un sujeto que destaca sobre los demás por su elegancia, su buen gusto, o un sujeto que destaca sobre el resto de la sociedad.
Estos son conceptos sobre los cuales la burguesía ha establecido sus anclajes en la sociedad, los burgueses son aquellos que tienen una gran elegancia como en el caso de la fiesta de la tv, son aquellos que tienen buen gusto, y por ende destacan socialmente sobre el resto de los sujetos
Pero esto nos lleva a una pregunta ¿de qué depende ser elegante? ¿Quién juzga lo que es elegante o lo que no lo es? Cuáles son los mecanismos sociales y del ejercicio del poder que construyen estos discursos que atraviesan a la sociedad y que generan una polarización.
Para responder a esto primero quisiera analizar el concepto de estética ya que me parece que tiene una injerencia importante en las formas en las que se ha construido este concepto de elegancia.
La etimología grecolatina de la palabra estética tiene sus orígenes en la palabra “aisthetikhós” el cual designaba más bien aspectos perceptuales, se utilizaba para designar todos aquellos aspectos de la realidad que pueden ser percibidos por los sentidos, esta palabra proviene de la palabra “aísthesis” que designa todo aquello de la percepción sensorial, y se complementa con la palabra “aisthanesthai “que implica percibir con los sentidos, esto coloca a la palabra como una forma de designar la percepción pero más desde una forma de codificar la realidad y marcando las distintas funciones de los sentidos a nivel orgánico.
Este es el origen etimológico de la palabra pero se evidencia que no corresponde en lo más mínimo con el sentido que tiene actualmente, lo cual nos lleva a preguntarnos ¿Cómo paso la estética de ser una palabra que designaba el conjunto de percepciones a ser una palabra que esta mas enfocada en el gusto?
Esto quizá tenga un origen en el siglo 18 con la preocupación de la burguesía de producir discursos de saber para perfeccionar las formas de ejercicio de poder, se produjeron muchos discursos que amparados bajo un conjunto de disciplinas científicas comenzaron a designar la realidad, a marcar formas de relación, apropiarse de la subjetividad del sujeto, en este caso de dos aspectos principales del cuerpo y del comportamiento adecuado en sociedad.
Aunado a esto a mediados del siglo 18 Gottlieb Baumgarten escribe la “aesthetica.” Donde empieza a insertar un nuevo sentido de la palabra, que se enfoca en el gusto, en el desarrollo de una nueva forma de disciplina de saber que estará centrada en una crítica del buen gusto, es decir el gusto se vuelve susceptible de ser analizado, se genera una problematización de” buen y mal gusto”, y de ahí en adelante se desencadena una tendencia que la burguesía alimenta en donde todo aquello que proviene de esta clase es de buen gusto, esta clase marca la vanguardia en lo que el buen gusto refiere, en las formas del vestir, del comportarse, del ser en sociedad, aquellos que están fuera de estas pautas son excluidos y aislados de la sociedad.
Tomando en cuenta esto podemos ver como la palabra elegancia pasa a ser una de las formas en las que la nueva”estética” define el tener buen gusto, la palabra distinguido se utiliza también, y actualmente son palabras que se escuchan regularmente en la sociedad, etiquetando a los sujetos, cosificándolos sin que estos sepan la entramada red que el ejercicio del poder entreteje con respecto a esas formas de ser social.
Pero alguien podría presentar varias objeciones al respecto de que la estética y su ejemplificación de la elegancia tienen que ver con el ejercicio del poder, varios podrían decir que eso no es más que una tendencia de la moda, una forma de asumir un cierto deseo, una forma de expresar un gusto y que es imposible que el poder tenga control en las formas en que nos vestimos, en el cómo nos comportamos y que más bien esto es un reflejo de nuestra personalidad, una “elección” particular “libre” en el cual plasmamos nuestra forma de ser.
Para justificar mas mi argumento tomare el ejemplo de la moda, la palabra moda proviene del francés “mode” y esta proviene del latin “modus” que es manera, es decir en un origen tiene que ver con ciertas maneras en la actualidad está enfocado mucho a la apariencia, en la adoración casi religiosa que se realiza a la imagen.
Pero el diccionario también nos da un sentido bastante interesante de esta palabra: Costumbre, uso que está en boga un tiempo. Esta definición inserta otro aspecto importantísimo de analizar y es la cuestión del tiempo, la moda son todas aquellas maneras, formas que están presentes en un tiempo y momento determinado pero que no tienen una permanencia histórica.
Aunado a esto la estadística nos muestra otro sentido bastante interesante de la palabra moda, que es bastante revelador, para la estadística la moda es el valor que más se repite en una muestra de datos, esta definición que en apariencia pudiera no tener relación con lo planteado anteriormente permite ubicar otro punto importantísimo sobre la moda y es el de la repetición.
Para que una tendencia se instaure como moda tiene que tener la posibilidad de la repetición y más específicamente de la reproducción, es decir que se reproduzca la tendencia en una parte importante de la sociedad, que la absorba sin cuestionarla ni modificarla, simplemente repita formas establecidas.
A estas alturas del texto ya es fácil ubicar de donde provienen estas tendencias, anteriormente ya establecí que provienen de las clases dominantes, principalmente de las clases burguesas, en la actualidad estas lanzan la tendencia de las formas adecuadas y actuales de vestir, de comportarse, de hablar y las insertan en la sociedad por medio de una continua repetición de discursos que van desde los comerciales y demás formas de publicidad, los desfiles de modas, y demás actividades que buscan atravesar al sujeto, apropiarse de él, para modificarlo como si fuera un pedazo de arcilla o barro a moldear en función de sus intereses.
Pero entonces surge una posible contradicción, si retomamos el sentido de las palabras de elegante, distinguido, y aun el sentido de estética apuntan a la separación de la burguesía sobre el cumulo de la sociedad, sobre las demás clases sociales, pero si la moda apela a la repetición ¿cómo es que la burguesía logra tomar distancia de las demás clases?
Es ahí donde se articula el ejercicio del poder, y se construye en base a dos ejes fundamentales que permiten la regulación de los cuerpos de los sujetos y que permite al mismo tiempo la separación de las clases dominantes de las demás.
El primer aparato de poder está construido a partir del modelo socioeconómico que el capitalismo instaura y tiene que ver con la capacidad económica de la burguesía y su diferencia con el resto de la población, esto tiene un sentido muy especifico, permite generar modelos de identificación con las clases dominantes, es decir que el ser burgués se vuelva un ideal a alcanzar lo cual coadyuva a que el sistema capitalista sigue reproduciéndose porque aporta un sentido de vida a la población en general.
Y permite a la vez la diferenciación de clases porque aun cuando el sujeto reproduzca una determinada tendencia de la moda, se identifique con ella y haga todo lo necesario para modificarse en función a ella, pronto se hacen evidentes ciertas imposibilidades que no le permiten asumirla del todo. La principal tiene que ver con el dinero, poco a poco se hace evidente que el estar a la moda implica un gasto bastante oneroso que pocos pueden cubrir, el estar a la moda se vuelve el privilegio de unos cuantos, solo ellos pueden seguir el constante ir y venir de la moda lo cual genera una dialéctica interesante en la cual está basada la cultura capitalista y es el de estar en un estado de constante consumo, de siempre querer otra cosa, distinta de la que se tiene, de ser otro distinto del que somos tomando como meta final el formar parte de esta clase privilegiada.
El segundo mecanismo de poder opera de una forma muy simple pero a la vez oculta, las clases dominantes comparten la tendencia en el ámbito de la moda sea en el terreno que sea, vestir, hablar, comportarse, pero si las pueden compartir es porque estas formas de regulación ya han sido implementadas en ellos mismos, es decir las clases dominantes ya reprodujeron e integraron a su subjetividad estas distintas formas, antes de ser expuestas a la sociedad en general.
Por esto mismo cuando el conjunto de la sociedad lo reproduce ya lo reproduce de otra forma, reproduce la forma perfeccionada de control, las formas que ya tienen un sentido plenamente definido, que apuesta a instaurar imponer su subjetividad sobre las demás, busca aplastar la diferencia, homogeneizar a los sujetos volviéndolos objetos.
Pero lo que garantiza el orden social está en función de los tiempos, como a he analizado la moda es una tendencia temporal no es algo que prevalezca, y si las clases dominantes son las que marcan las tendencias, produce que siempre exista un desfase cronológico entre la producción de las tendencias subjetivas, su imposición en el conjunto de la sociedad y la reproducción por parte de estas, esto permite un continuo ir y venir que hace que sea imposible estar a la moda, cuando alguien logra estarlo y parece que se está logrando integrar a la burguesía esta modifica los códigos, altera el sentido de las prácticas para seguir perpetuando su condición y por ende el orden social establecido.
Pero entonces ¿cómo poder resistirnos a este ejercicio de poder?, de qué forma resistirnos a seguir reproduciendo formas de existir que solo mantienen un orden social que beneficia a todos y que solo nos inserta una ilusión de que estamos realizando lo que deseamos y una falsa sensación de aprobación y reconocimiento social.
Aquí es donde se vuelve pertinente el titulo de este texto, el ser elegante, pero la apuesta de este articulo no es el de reproducir estas nociones de ser elegantes que están más en relación con el ejercicio del poder sino mas bien el articular una forma distinta de ser elegante, y la etimología nos da esta posibilidad, la propuesta de este articulo está enfocada a retomar ese sentido de elegante que se encuentra estrechamente ligado al sentido de la elección.
Pero qué tipo de elección es la que nos permitirá el distanciarnos de esos mecanismos de poder, porque algún ingenuo puede decir yo elijo que moda es la que me gusta, no sigo todas, solo las que están en función de mi deseo pero si hablamos de moda, hablamos irremediablemente de un ejercicio de poder, ya que la creación de estas no siempre viene del sujeto mismo, más bien reproduce, por eso como poder hablar de una elección cuando no hay libertad, cuando se olvida el ser creador del sujeto para solo ser un reproductor.
En relación a esto creo que la opción está en la posibilidad de elegir en función de lo que deseamos ser, en función del una lógica del deseo y de una ética propia que nos permita ser, y no solo existir, crear y no solo reproducir.
Pero como lograr ser un sujeto que elige, como lograr asumirnos como sujetos y dejar de ser objetos, como lograr alterar el sentido de la palabra distinguido para que en vez de estar ligada a la reproducción y a la búsqueda de la diferencia por medio de la reproducción se oriente hacia la búsqueda de la diferencia por medio de ser nosotros mismos sin necesidad de tener que ser lo que el otro desea, sin construirnos como un ser para el otro.
La respuesta está quizá en lo que los griegos llamaban la inquietud de si, en esta forma de reflexionar sobre sí mismo, una inquietud que está basada en el conocimiento de si mismo que permita construir un saber de sí que nos posicione en otro lugar con respecto al otro, que nos permita saber de nuestro deseo, de nuestras debilidades fortalezas, que permita un dominio de sí que aunque no nos hará inmunes a los distintos códigos sociales del ejercicio de poder, si nos permitirá la posibilidad de posicionarnos distinto ante este, poder desarticularlo, evidenciarlo ,desmitificarlo y nos permita tener una elección distinta, y aunque socrates pensaba que solo unos cuantos podían tener esta posibilidad, ¿Por qué no pensar que esta forma de inquietud de si puede ser difundida? de tal forma que cada vez mas sujetos puedan ser y no solo existir, es el reto que nos enfrentamos en la actualidad, generar las condiciones para que se produzcan sociedades más reflexivas y que la elegancia sea una forma de ser no solo de existir.
Eduardo Contreras Merino.

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