jueves, 7 de octubre de 2010

las palabras y las acciones

En las últimas semanas tuve una discusión con mi un muy querido amigo llamado Carlos , esta discusión partió en primer lugar de una queja mutua acerca de la situación social del país la cual nos ha afectado de manera importante, principalmente a nivel económico, ante esto surgió la discusión sobre el hecho de que yo vote por el PAN y el voto por el PRD, este discusión es una discusión que se da entre nosotros de manera constante, y es por este motivo que quisiera aclararle de forma más extensa el porqué de ciertas convicciones.
En primer lugar amigo comenzare por aclarar mi posición con respecto a la política, para aclarar un poquito esto recurriré a un gran pensador, Aristoteles el define al hombre como “un animal político”, es decir un hombre que vive en la polis en la ciudad, en sociedad, partiendo desde esta lógica diré que mi forma de vivir la política es desde ahí, desde lo social, mi inclusión en la política pasa por mi preocupación por los asuntos de la sociedad pero no desde una visión político-juridico y mucho menos desde la visión de la política representativa partidista.
Como sabes soy un sujeto de argumentos, un sujeto que cree que las palabras tienen poder, y que para quien las escucha pueden construir verdades, pero sobre todo perspectivas. Es por esta razón que te daré algunas de mis razones por las cuales no considero que el cambio social venga de la política partidista.
En primer lugar esta el hecho de que a lo largo de la historia se ha confirmado que la política partidista desde su creación en la revolución francesa con los jacobinos y los girondinos y con su división entre izquierda y derecha tienen un único objetivo y es el de dividir a la sociedad, es decir fragmentarla con discursos de saber opuestos que buscan describir la realidad social y que solo la parten la dividen en dos grupos de tal forma que los políticos puedan seguir cada quien sus ambiciones personales sin necesidad de confrontarse con una sociedad unida que demande condiciones mejores y que les exija cuentas por su trabajo, ya que ante la critica la respuesta es muy simple, es que ese es de derecha o ese es de izquierda y así se descalifican unos a otros mientras los asuntos de la sociedad quedan relegados por discusiones sin sentido.
En segundo lugar está el hecho de que el hombre con poder solo desea más poder, el político desde que se ubica en una posición distinta de los demás sujetos de una sociedad comienza a corromperse a querer más poder, más dinero mas formas de ejercer el poder para él y los suyos, esto es algo que no se ha escapado de ser analizado por diversos pensadores a lo largo de la historia pero en particular en nuestro país Octavio Paz analiza de manera muy acertada esto, y dice que el mexicano es un sujeto que es un patrimonialista, es decir que es un sujeto que en tanto tiene algo de poder busca patrimonializarlo , garantizar el bienestar de su familia, de sus allegados y es algo que vivimos en un sinnúmero de áreas en nuestra sociedad pero que se agudiza en el ámbito de la política partidista, cada partido busca crear y garantizar su patrimonio, bloquea y deslegitima a todo aquel que amenacé sus intereses y esto es algo de lo que no están exentos ninguno de los partidos en México.
Esto quizá tenga su origen más marcado en la forma en la que se implemento la “democracia” en México con la creación después de la revolución del partido el PRN que fue una máscara para garantizar el que todos aquellos altos mandos involucrados en la revolución tuvieran algo de tajada del poder y una distribución de la riqueza de forma pacífica sin revueltas y sin muertes.
Desde ese momento hasta la fecha todos los partidos lo único que buscan es una forma de obtener el poder y de ahí usarlo para su beneficio, el político mexicano es un sujeto que confunde muy fácilmente los negocios públicos de los negocios privados. Es por esto que jamás reconoceré en los discursos político algo del orden de lo social, y no puedo ubicar ni concebir que un movimiento de masas partidista pueda ser considerado un movimiento social, ya que solo es un movimiento de masas que apoya las ambiciones de un líder independientemente del partido que sea.
Esto me lleva a otro aspecto que me gustaría aclararte y tiene que ver con la figura del líder, el líder es aquel que conduce la masa, que la direcciona hacia un fin determinado pero como ya menciones antes el fin es las ambiciones personales de los dirigentes, esto lo podemos ver en la política, en las distintas organizaciones “sociales” dígase sindicatos asociaciones civiles y demás y esto tiene una lógica muy clara y es el hecho de que la masa no tiene conciencia de las acciones que realiza.
Freud mismo describió que en los fenómenos de masas cada uno de los sujetos pierde su yo es decir su capacidad de conciencia, su capacidad de percibir las cosas en función del principio de realidad además de que colocan al líder en su ideal del yo es decir como lo que desean ser, lo que no pueden ser pero quisieran, esto hace que la masa pierda toda capacidad reflexiva y solo sea un ente reproductor de los discursos del líder.
Aunado a esto hay que ubicar que específicamente en la sociedad mexicana tenemos cierta adoración por los lideres, pero no cualquier líder, sino de líderes mesiánicos o más particularmente de caudillos, es decir de guerreros que reivindicaran las causas nacionales, lideres que lograran la justicia social, lideres generosos, benevolentes, incorruptibles capaces de lidiar con la pesada carga que implica el poder para ayudar a la gente. Ejemplos de esto hay mucho esta el grandioso cura Miguel Hidalgo, Morelos, Iturbide, Zapata, Villa.
El mexicano y la masa no demanda un líder político, demanda un redentor, alguien que los saque de su miseria, que los reivindique, que les muestre su lugar en el mundo, por eso se apasiona cada que surge un personaje así, se aliena sin pensarlo ante su imagen, ante si discurso vacio e ilógico, la capacidad de reflexión se obtura para darle paso a una adoración.
Pero entonces viene la pregunta de en que creo y de ahí viene el titulo de esta carta, y la verdad es que creo en el poder de las palabras, pero no de esas palabras huecas que dicen lo que todo el mundo quiere oír, en esas palabras que solo buscan fragmentar no unir, en esas palabras que piensan que existen los buenos y malos.
Creo en las palabras que son difíciles de escuchar, en esas palabras que el solo pronunciarlas requiere un gran valor y más cuando las dices en público, esas palabras que hacen molestar a la gente, porque la sacan de su lugar cómodo porque las hacen pensar, reflexionar pero no en tanto su pensamiento político si no en tanto a su forma de vida, que los hacen reflexionar ante su participación en los problemas sociales, en su responsabilidad ante su infelicidad de su vida, palabras que confrontan con esta espera de que otro sea quien me resuelva la vida.
Estas palabras para los que las escuchan construyen perspectivas y esto se traduce en acciones en modos distintos de vida, en posicionarse con respecto a la forma de relacionarnos con la sociedad, en la forma en la que nos situamos como sujetos políticos es decir sujetos que vivimos en sociedad.
Eduardo Contreras Merino.

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