lunes, 27 de diciembre de 2010

La familia.

Las primeras formas de organización familiar.

La familia es quizá la institución que mas historia tiene de todas las construidas por el hombre, su historia data desde los primeros grupos humanos y aunque actualmente vivimos bajo la forma de la familia monogamica no quiere decir esto que siempre la familia se haya constituido de esa forma.

De hecho si nos remontamos a los orígenes de los grupos humanos más bien podemos constatar que la familia en el origen no tenía una estructura monogamica, ni tampoco estaba estructurada bajo las formas del derecho paterno si no que paso por varias formas de evolución histórica para llegar a la forma en la que se encuentra en la actualidad.

En primer lugar podemos ubicar varias formas que según Morgan un gran historiador que realizo varios estudios antropológicos comunidades primitivas, principalmente con los indios iroqueses, construye varias clasificaciones de los distintos tipos de familia antes de la familia monogamica.

1. La familia consanguínea. La primera etapa de la familia. Aquí los grupos conyugales se clasifican por generaciones: todos los abuelos y abuelas, en los límites de la familia, son maridos y mujeres entre sí; lo mismo sucede con sus hijos, es decir, con los padres y las madres; los hijos de éstos forman, a su vez, el tercer círculo de cónyuges comunes; y sus hijos, es decir, los biznietos de los primeros, el cuarto. En esta forma de la familia, los ascendientes y los descendientes, los padres y los hijos, son los únicos que están excluidos entre sí de los derechos y de los deberes (pudiéramos decir) del matrimonio. Hermanos y hermanas, primos y primas en primero, segundo y restantes grados, son todos ellos entre sí hermanos y hermanas, y por eso mismo todos ellos maridos y mujeres unos de otros. El vínculo de hermano y hermana presupone de por sí en este período el comercio carnal recíproco.

Ejemplo típico de tal familia serían los descendientes de una pareja en cada una de cuyas generaciones sucesivas todos fuesen entre sí hermanos y hermanas y, por ello mismo, maridos y mujeres unos de otros.

Esta forma de organización esta casi del todo extinta pero se ubica que existió por su parecido con algunas formas de organización familiar a lo largo de la polinesia más específicamente en Hawái y que están estructuradas de tal forma que solo pudiera haber nació bajo esas formas culturales.

2. La familia punalúa. Si el primer progreso en la organización de la familia consistió en excluir a los padres y los hijos del comercio sexual recíproco, el segundo fue en la exclusión de los hermanos. Por la mayor igualdad de edades de los participantes, este progreso fue infinitamente más importante, pero también más difícil que el primero. Se realizó poco a poco, comenzando, probablemente, por la exclusión de los hermanos uterinos (es decir, por parte de madre), al principio en casos aislados, luego, gradualmente, como regla general (en Hawaí aún había excepciones en el presente siglo), y acabando por la prohibición del matrimonio hasta entre hermanos colaterales (es decir, según nuestros actuales nombres de parentesco, los primos carnales, primos segundos y primos terceros). Este progreso constituye, según Morgan, "una magnífica ilustración de cómo actúa el principio de la selección natural". Sin duda, las tribus donde ese progreso limitó la reproducción consanguínea, debieron desarrollarse de una manera más rápida y más completa que aquéllas donde el matrimonio entre hermanos y hermanas continuó siendo una regla y una obligación. Hasta qué punto se hizo sentir la acción de ese progreso lo demuestra la institución de la gens, nacida directamente de él y que rebasó, con mucho, su fin inicial. La gens formó la base del orden social de la mayoría, si no de todos los pueblos bárbaros de la Tierra, y de ella pasamos en Grecia y en Roma, sin transiciones, a la civilización.

Cada familia primitiva tuvo que escindirse, a lo sumo después de algunas generaciones. La economía doméstica del comunismo primitivo, que domina exclusivamente hasta muy entrado el estadio medio de la barbarie, prescribía una extensión máxima de la comunidad familiar, variable según las circunstancias, pero más o menos determinada en cada localidad. Pero, apenas nacida, la idea de la impropiedad de la unión sexual entre hijos de la misma madre debió ejercer su influencia en la escisión de las viejas comunidades domésticas (Hausgemeinden) y en la formación de otras nuevas que no coincidían necesariamente con el grupo de familias. Uno o más grupos de hermanas convertíanse en el núcleo de una comunidad, y sus hermanos carnales, en el núcleo de otra. De la familia consanguínea salió, así o de una manera análoga, la forma de familia a la que Morgan da el nombre de familia punalúa. Según la costumbre hawaiana, cierto número de hermanas carnales o más lejanas (es decir, primas en primero, segundo y otros grados), eran mujeres comunes de sus maridos comunes, de los cuales quedaban excluidos, sin embargo, sus propios hermanos. Esos maridos, por su parte, no se llamaban entre sí hermanos, pues ya no tenían necesidad de serlo, sino "punalúa", es decir, compañero íntimo, como quien dice associé. De igual modo, una serie de hermanos uterinos o más lejanos tenían en matrimonio común cierto número de mujeres, con exclusión de sus propias hermanas, y esas mujeres se llamaban entre sí "punalúa". Este es el tipo clásico de una formación de la familia (Familienformation) que sufrió más tarde una serie de variaciones y cuyo rasgo característico esencial era la comunidad recíproca de maridos y mujeres en el seno de un determinado círculo familiar, del cual fueron excluidos, sin embargo, al principio los hermanos carnales y, más tarde, también los hermanos más lejanos de las mujeres, ocurriendo lo mismo con las hermanas de los maridos.

En este tipo de familia dado el hecho de que no había una monogamia la forma de afiliación de los hijos era a partir del régimen materno es decir partían del nombre de la madre, y todos los hombres se encargaban de él sostener a los hijos de todos, la experiencia de la paternidad no se vivía de una forma particular, más bien se vivía de una forma grupal, compartida con la mayoría de los hombres de la comunidad.

3. La familia sindiásmica. En el régimen de matrimonio por grupos, o quizás antes, se formaban ya parejas conyugales para un tiempo más o menos largo; el hombre tenía una mujer principal (no puede aún decirse que una favorita) entre sus numerosas, y era para ella el esposo principal entre todos los demás. Esta circunstancia ha contribuido no poco a la confusión producida en la mente de los misioneros, quienes en el matrimonio por grupos ven ora una comunidad promiscua de la mujeres, ora un adulterio arbitrario. Pero conforme se desarrollaba la gens e iban haciéndose más numerosas las clases de "hermanos" y "hermanas", entre quienes ahora era imposible el matrimonio, esta unión conyugal por parejas, basada en la costumbre, debió ir consolidándose. Aún llevó las cosas más lejos el impulso dado por la gens a la prohibición del matrimonio entre parientes consanguíneos. Así vemos que entre los iroqueses y entre la mayoría de los demás indios del estadio inferior de la barbarie, está prohibido el matrimonio entre todos los parientes que cuenta su sistema, y en éste hay algunos centenares de parentescos diferentes. Con esta creciente complicación de las prohibiciones del matrimonio, se hicieron cada vez más imposibles las uniones por grupos, que fueron sustituidas por la familia sindiásmica. En esta etapa un hombre vive con una mujer, pero de tal suerte que la poligamia y la infidelidad ocasional siguen siendo un derecho para los hombres, aunque por causas económicas la poligamia se observa raramente; al mismo tiempo, se exige la más estricta fidelidad a las mujeres mientras dure la vida común, y su adulterio se castiga cruelmente. Sin embargo, el vínculo conyugal se disuelve con facilidad por una y otra parte, y después, como antes, los hijos sólo pertenecen a la madre.

En estas formas de organización familiar podemos ubicar una serie de formas de organización que se acercan cada vez más a lo que será la familia monogamica pero no siguen existiendo ciertas diferencias, en primer lugar sigue siendo la forma de filiación a partir del nombre del padre, en cuanto se disuelve el matrimonio la madre se queda con ellos, y mantienen el nombre de la familia materna, esto seguirá reproduciéndose por bastante tiempo hasta la época de los griegos, los griegos alteran por completo estas formas de organización.

Las formas de organización familiar grecolatinas.

Las anteriores formas de organización familiar se reestructuran con las culturas grecolatinas, en primer lugar porque hay un cambio en la situación demográfica que hace que comiencen más bien a formarse lo que se conocerá como las gens den donde la forma de filiación será construida a partir de la familia paterna con lo cual se comienza un cambio subjetivo importante en las formas de construcción familiar comienza una era en done se comienza a dar predilección a lo masculino con respecto de lo femenino, los hijos comienza a tener derechos que las niñas no. La forma de perpetuación de la gens era por los hombres solo ellos tenían derecho a conocer los ritos de los dioses de la gens y a oficiarlos, las mujeres solo podían ayudar a la preparación pero nunca formaban parte de él, esto bajo la lógica que se casarían y pasaría formar parte de otra gens y pasarían a tener otros dioses, y las creencias exigían que los ritos a los dioses de la gens fueran del todo secretos, nadie de otra gens podía estar presente en los ritos de adoración estos eran exclusivos de los miembros de la gens.

En los romanos las formas de organización familiar replican de forma importante las gens griegas, siguen los mismo preceptos de la sucesión a partir del derecho paterno, las mujeres no tiene derechos de herencia solo los hombres pero en los romanos se dan ciertas formas que establecen de forma más detallada aspectos estructurales de la familia con respecto las gens griegas, una de ellas era la del paterfamilias..

Al respecto Fustel de Coulanges nos dice lo siguiente:

“las leyes griegas y romanas han reconocido al padre la autoridad ilimitada de que la religión le había revestido previamente. Los derechos numerosísimos y muy diversos pueden clasificarse en 3 categorias, según que se considere al padre e la familia como jefe religioso, como dueño de la propiedad o como juez.

1.- El padre es el jefe supremo de la religión domestica, el regula todas las ceremonias del culto como considera oportuno, o mejor, como las ha visto realizar a su padre. Nadie en la familia discute su supremacía sacerdotal. La ciudad misma y sus pontífices no pueden alterar nada en el culto. Como sacerdote del hogar, no reconoce ningún superior.

A titulo del jefe religioso, el solo es responsable de la perpetuidad del culto y, por lo mismo, de la familia. Cuanto se refiere a esta perpetuidad, que es su primer cuidado y su primer deber, de el nada más depende. De aquí se deriva toda una serie de derechos.

Derecho de reconocer o rechazar al hijo cuando nace. Este derecho sea atribuye al padre lo mismo por las leyes griegas que por las romanas. Por bárbaro que esto parezca, no está en contradicción con los principios en los que la familia se funda. La filiación aun la indiscutible, no basta para ingresar en el círculo sagrado de la familia: se necesita el consentimiento del jefe de la iniciación en el culto. En tanto que no se asocie al hijo a la religión domestica, nada es para el padre.

Derecho de repudiar a la mujer, ya sea en caso de esterilidad, porque la familia no debe extinguirse, ya en caso de adulterio, porque la familia y la descendencia deben conservarse puras de cualquier alteración.

Derecho de casar a la hija , es decir, de ceder a otro la autoridad que sobre ella se tiene. Derecho de casar al hijo: el matrimonio del hijo interesa a la perpetuidad de la familia.

Derecho de emancipar, es decir de excluir a un hijo de la familia y del culto. Derecho de adoptar, esto es, de introducir a un extraño en el hogar domestico.

Derecho de designar en vísperas de morir a un tutor a la mujer y a los hijos.”[1]

Aquí Coulanges nos muestra como los derechos del padre en tanto un jefe religioso eran inmensos no tenía ningún tipo de limitaciones por parte de la polis era el jefe supremos de la familia y realizaba todas aquellas acciones que consideraba más pertinentes para la mejora de la gens. Cuidaba los intereses religiosos de su familia sin tomar en cuenta nada externo, como puede verse la mujer y el hijo no tenían ningún tipo de derechos ni forma de oponerse a los designios del padre, la mujer no tenia forma de cuestionar las decisiones de su marido, ni siquiera podía garantizar que sus hijos pudieran ser registrados bajo el nombre del padre, este tenía la decisión final con respecto a esto, si no los reconocía como propios los hijos se convertían en descendencia ilegitima lo cual los condenaba a una vida muy ligada a la esclavitud, sin nombre y sin futuro posible.

Ahora Coulanges nos habla de 3 aspectos en los cuales puede ser ubicada la autoridad del padre en el las culturas grecolatinas y nos dice que una parte importante de estos derechos correspondía en función de los derechos de propiedad que se insertaban mas del lado de lo jurídico, al respecto Coulanges dice los siguiente:

“La propiedad no podía dividirse y, descansando íntegramente en el padre; ni la mujer ni el hijo poseían nada como propio. El régimen dotal se desconocía entonces y hubiese sido impracticable. La dote de la mujer pertenecía sin reserva al marido, que ejercía sobre los bienes dotales, no solamente los derechos de un administrador, sino los de un propietario. Cuanto podía adquirir la mujer en durante el patrimonio recaía en manos del marido. Ni siquiera en la viudez recobraba su dote.

El hijo estaba en las mismas condiciones que la mujer: no poseía nada. Ninguna donación hecha por el era válida, por la sencilla razón de que nada era suyo. Nada podía adquirir: los frutos de su trabajo, los beneficios de su comercio eran para el padre. Si un extraño hacia testamento en su favor, era su padre y no él; quien recibía el legado.

En el derecho romano se ve, y también se encuentra en las leyes de Atenas, que el padre podía vender a su propio hijo. Esto se explica porque el padre podía disponer de toda la propiedad que había en la familia, y aun el hijo mismo podía considerarse como una propiedad pues sus brazos y su trabajo eran una fuente de ingresos, el padre, pues, podía reservarse para si este instrumento de trabajo o cederlo a otro.”[2]

Con esto podemos ver que la autoridad del padre en el ámbito de el derecho de propiedad era inmenso el acumulaba todos los bienes de su familia de hecho si nos basamos en la etimología latina de la palabra familia el “famulus” que tenía que ver con el conjunto de propiedades de un hombre es decir con su patrimonio y como Coulanges menciona el único hombre que tenía autoridad en la familia era el padre, así que podía hacer el uso que considerara más pertinente de estas propiedades, la mujer y el hijo no entran en la forma en que estos bienes son administrados, ellos no poseen nada, están a expensas de lo que el padre les proporcione.

Otro de los aspectos esenciales para poder analizar de manera seria los alcances de la figura del padre en las culturas grecolatinas está centrada en la administración de justica, es decir en la forma en que el padre podría administrar la justicia en el interior de su familia y al respecto Coulanges nos dice lo siguiente:

“Plutarco nos dice que en Roma no podían las mujeres comparecer ante la justicia, ni siquiera como testigos. En el jurisconsulto Gayo se lee “hay que saber que nada puede cederse a la justicia a las personas que están en dependencia, es decir, a la mujer, al hijo, al esclavo, pues partiendo del hecho de que estas personas no podían tener nada como propio, se ha concluido se ha concluido que tampoco podían reivindicar nada en justicia.

Si en la ciudad no había justicia para el hijo o para la mujer, es porque la tenían en casa. Su juez era el jefe de familia, actuando como en un tribunal, en virtud de su autoridad marital o paternal, en nombre de la familia y bajo la mirada de las divinidades.

Este derecho de justicia que el jefe de familia ejercía en su casa era completo y sin apelación. Podía condenar a muerte, como el magistrado en la ciudad, ninguna autoridad tenía derecho a modificar sus decisiones. El marido, dice Catón el Viejo, es juez de su mujer; su poder no tiene límites, puede lo que quiere. Si ella ha cometido alguna falta, la castiga, si ha bebido vino, la condena, si ha tenido comercio con otro hombre la mata. El derecho era el mismo respecto a los hijos. Valerio Máximo cita a un tal Atilio que mato a su hija por ser culpable de impudicia, y todos saben de aquel padre que condeno a muerte al hijo, cómplice de Catilina.”[3]

Esto nos muestra la forma en que el padre tenía una autoridad suprema con respecto a los miembros de su familia, su autoridad era incuestionable, aun por las autoridades externas, se confiaba en la sabiduría del padre para administrar la justicia adecuada de hecho era una obligación del padre saber administrar su familia, sus poderes como se puede ver eran ilimitados, podía condenar a muerte a los miembros de su familia, o administrar los correctivos necesarios para garantizar el adecuado funcionamiento de sus familia, pero profundicemos mas en cómo funcionaba el interior de esta familia para eso tomemos de ejemplo el matrimonio grecolatino.

Matrimonio grecolatino.

Hasta ahora he analizado las distintas formas de organización familiar pero desde la forma de estructuración más no en el fondo pero ¿Qué tipo de experiencias subjetivas se producían en el matrimonio griego? Como era esta forma de relacionarse entre los que conformaban este es decir ¿cuál era la relación del hombre y de la mujer dentro del matrimonio? ¿Cuáles eran sus funciones?

Para contestar esto me apoyare mucho en las reflexiones que Michel Foucault nos muestra en su segundo y tercer tomo de la historia de la sexualidad, donde analiza las formas de estructuración del matrimonio griego y en el análisis que Fustel de Coulanges realiza en su libro la ciudad antigua en lo que corresponde a los matrimonios grecolatinos.

El sentido del matrimonio grecolatino.

En primer lugar Foucault nos aclara que la situación del matrimonio grecolatino no era para nada fácil de comprender sino que por el contrario es un asunto muy complejo y mucho más en la medida en que va pasando de ser una institución netamente privada a ser una institución de orden público al respecto dice lo siguiente:

“El punto de vista institucional primero. Acto privado, dependiente de la familia, de su autoridad, de las reglas que practicaba y que reconocía como propias, el matrimonio no exigía ni en Grecia ni en Roma la intervención de los poderes públicos. Era en Grecia una práctica “destinada a asegurar la permanencia del oikos” cuyos dos actos fundamentales y vitales señalaban, el uno , la transferencia al marido de la tutela ejercida hasta entonces por el padre, el otro, la entrega efectiva de la esposa a su cónyuge. Constituía pues una “transacción” privada, un asunto concluido entre dos jefes de familia, uno real, el padre de la muchacha, el otro virtual, el futuro marido”.[4]

Aquí Foucault comienza a introducirnos un poco con respecto al sentido de el matrimonio grecolatino nos dice que el sentido es la permanencia del “oikos” es decir la permanencia de la familia, muy ligado a la función reproductora de hecho en muchas ciudades y reglamentos antiguos el celibato era una prohibición y un delito, ya que la obligación de todo Griego y Romano era la adquirir una esposa y generar descendencia, el matrimonio era la forma de garantizar el crecimiento de la población, con esto incrementaba el poderío económico de la ciudad, el poderío militar y por ende su expansión y dominación de las demás culturas al respecto Coulanges dice los siguiente:

“El matrimonio era, pues, obligatorio. No tenía por el fin el placer; su objeto principal no consistía en la unión de dos seres que se correspondían y que querían asociarse para la dicha y las penas de la vida. El efecto del matrimonio a los ojos de las leyes, era unir a dos seres en un mismo culto domestico para hacer nacer a un tercero que fuese apto para continuar ese culto.”[5]

Coulanges confirma lo que Foucault habla sobre el sentido del matrimonio grecolatino per agrega un objetivo mas del matrimonio, la de conservar los ritos religiosos y la adoración de los antepasados, algo que era transmitido de generación a generación de padres a hijos y de las cuales las mujeres estaban excluidas estos ritos tenían una importancia inmensa en la articulación de estas civilizaciones lo cual marca también el porqué de esta unión.

Es por esto que la forma de matrimonio grecolatino en sus orígenes estaba más enfocado a ser una ceremonia religiosa, lo importante es sus orígenes del matrimonio no era el rito social es decir un matrimonio en base a lo jurídico sino su función religiosa, el matrimonio como institución garante de la religiosidad, es por esto que se requería una ceremonia específica que enmarcara esta, Coulanges aclara en qué consistía esta ceremonia:

“La ceremonia del matrimonio entre los griegos se componía, por decirlo así, de tres actos. El primero ante el hogar del padre, el tercero en el hogar del marido, el segundo era el tránsito de uno a otro.

1.-En la casa paterna y en presencia del pretendiente, el padre, rodeado ordinariamente de su familia, ofrece un sacrificio. Terminando este, pronuncia una formula sacramental declarando que entrega su hija al joven. Esta declaración es absolutamente necesaria en el matrimonio, pues la joven no podría ir, antes de esto, a adorar al hogar de su esposo, si su padre no la hubiera desligado previamente del hogar paterno. Para que se entre en la nueva religión debe de estar exenta de de todo lazo y de toda conexión con su religión primera.

2.- Se transporta a la joven a casa del marido. En ocasiones es el marido mismo quien la conduce. En algunas ciudades, el cuidado de conducir a la joven, corresponde a uno de esos hombres que estaban revestidos entre los griegos de carácter sacerdotal y recibían el nombre de heraldos. Ordinariamente se coloca a la joven en un carro, el rostro cubierto con un velo y en la cabeza una corona.

Como frecuentemente tendremos ocasión de ver, la coronase usaba en todas las ceremonias del culto. Su traje era blanco. Blanco era el color de los trajes en todos los actos religiosos. Se le precede con una antorcha: es la antorcha nupcial. Durante todo el recorrido se canta en torno de ella un himno religioso. Llamabase a este himno el himeneo, y la importancia de este canto sagrado era tan grande que se daba su nombre a toda la ceremonia.

La joven no entra por su pie en la nueva morada. Es preciso que su marido la alce, que simule un rapto, que ella profiera algunos gritos y que las mujeres que la acompañan simulen defenderla. ¿Por qué este rito? ¿Es un símbolo del pudor de la joven? Parece poco probable; el momento del pudor aun no se ha llegado, pues lo primero que se va a realizar en esta casa es un acto religioso. ¿No se quiere más bien indicar fuertemente que la mujer que va a sacrificar en este hogar no tiene por si misma ningún derecho en el, que no se acerca por efecto de su voluntad, y que es preciso que el dueño de la casa y del dios la introduzca ahí como un acto de su poder? Sea lo que sea , tras una lucha simulada . El esposo la alza en sus brazos y la hace pasar la puerta, pero teniendo buen cuidado de que sus pies no toquen el umbral.

3.- Acercándose al hogar, se coloca a la esposa en presencia de la divinidad domestica. Se la rocía de agua lustral y toca el fuego sagrado. Se recitan algunas oraciones. Luego comparten ambos esposos una torta, un pan, algunas frutas.

Esta especie de ligera comida que comienza y termina con una libación y una oración , este reparto de la comida en presencia del hogar, coloca a los dos esposos en mutua comunión religiosa y en comunión con los distintos dioses domésticos.”[6]

Aquí Coulanges nos muestra lo importante que eran los ritos religiosos para la oficialización del matrimonio, en roma el ritual era casi exactamente el mismo con ligeras variaciones, y muestra algunos símbolos asociados a los rituales matrimoniales que han sobrevivido hasta nuestros días, como el uso del color blanco como vestimenta oficial de las novias, la costumbre que aunque en menor medida sigue prevaleciendo de cargar a la novia ante la entrada del nuevo hogar, y la aun gran importancia que se le concede al matrimonio religioso en nuestra sociedad lo cual es motivo de fiesta, de celebración y un rito social imprescindible para cualquier pareja que busque unirse.

Estos dos aspectos son claves para comprender las formas en las que se ligaban en matrimonio las parejas del mundo antiguo pero, ¿cómo se elegía la pareja en la antigüedad? Foucault nos muestra un ejemplo utilizando un extracto de la Económica de Jenfonte para ilustrar un poco la forma en que se pactaba la unión entre un hombre y una mujer en matrimonio.

“El principio del matrimonio lo recuerda Isomaco al citar el discurso que habría dirigido a su joven mujer , tiempo después del matrimonio, cuando ella estuvo “familiarizada” con su esposo y lo “bastante acostumbrada como para conversar” :

“¿Por qué te esposè y porque tus padres te entregaron a mi?”; Isomaco mismo se responde: “Porque hemos reflexionado, yo por mi lado y mis padres por el tuyo, acerca del mejor compañero con el que podríamos asociarnos para nuestra casa y nuestros hijos”. El vinculo matrimonial se caracteriza por su disimetría de origen-el hombre decide por si mismo mientras que la familia es la que decide por la muchacha.”[7]

Aquí podemos ver que la cuestión de la elección de la pareja no tenía el sentido que tiene en la actualidad en primer lugar porque la mujer no puede elegir su esposo, son sus padres quien eligen por ella, ella está sometida a la autoridad paterna, es el quien discute con el pretendiente y arregla el compromiso, esto genera una relación como Foucault nombra disimétrica es decir por un lado el hombre elige a su pareja ubicando la posición familiar de esta y pensando en el hogar es decir en tener una buena descendencia y que su mujer sea una buena ama de casa, en estos momentos en la antigüedad no se plantea la cuestión del amor y del deseo como elementos importantes para comprometerse en matrimonio ni para tomar en cuenta al momento de la elección de pareja, esos son aspectos que no importan tanto, tomara muchos años el que se comience a hablar del amor como precursor del matrimonio, Ovidio es de los primeros en comenzar a plantear esta cuestión pero para eso tuvieron que pasar muchas revoluciones en las estructuras sociales del mundo antiguo, principalmente el sentido económico dejo de ser el más importante para la elección de casarse lo cual fue abriendo cada vez más la posibilidad de elección, aunado a esto la mujer comenzó a tener cada vez mas derechos de gobernarse a sí misma, principalmente con los Romanos, esto permitió que el sentido del matrimonio comenzara a encaminarse más al amor y el deseo menos a la reproducción y a el crecimiento económico.

Pero esto inserta la reflexión en otro aspecto importantísimo en las formas de relación matrimonial en el mundo antiguo y es el siguiente ¿Cuál era el papel del hombre y de la mujer en el matrimonio? ¿Cuáles eran los distintos roles intersubjetivos que permitían la convivencia en el mundo antiguo? y como estos lograban la estabilidad del matrimonio y el buen funcionamiento del hogar.

Al respecto volveré a citar a Jenofonte y su económica ahí nos muestra algo de los roles que la mujer y hombre tenían para garantizar el buen funcionamiento del hogar.

“Para definir las funciones respectivas de los dos esposos en la familia, Jenofonte parte de la noción de “abrigo”, (stegos) : al crear la pareja humana, en efecto, los dioses habían pensado en la descendencia y en el mantenimiento de la raza, cuya ayuda necesitamos en la vejez ; finalmente, a la necesidad de no “vivir a la intemperie, como las bestias”: a los humanos “les hace falta un techo, evidentemente”.

Ambas funciones son exactamente complementarias, y la usencia de una haría inútil a otra: “¿Qué conservaría yo, dice la mujer, si tu no estuvieras ahí para preocuparte por hacer entrar alunas provisiones de fuera?, a lo que el esposo responde: si nadie estuviera ahí para conservar lo que se lleva a casa, “seria como esa gente ridícula que echa agua a una jarra sin fondo.

Para que puedan ejercer conjuntamente sus distintas funciones, los dioses han dotado a cada uno de los sexos de cualidades particulares. Los rasgos físicos: a los hombres, que a pleno sol deben “arar, sembrar, plantar, llevar a pastar a los animales,”, les dieron atributos para soportar el frio, el calor, la marcha; las mujeres, que trabajan al abrigo tienen un cuerpo menos resistente. También rasos de carácter: las mujeres tienen un temor natural, pero que tiene sus efectos positivos: tal temor las lleva a cuidar de las provisiones, a temer su perdida, a tener aprensiones por el gasto; el hombre, en cambio, es valiente, ya que debe defenderse contra todo, lo que podría dañarlo en el exterior. En resumen, “la divinidad adapto, desde el principio, la naturaleza de la mujer a los trabajos y a los cuidados del interior, la del hombre a los del exterior.”[8]

Esto va mostrando la forma en que se estructuraban los roles al interior del hogar en el matrimonio griego, los roles estaban sumamente claros la mujer estaba al cuidado del hogar, era la ama de casa, su vida estaba dedicada a administrar el hogar y al cuidado de los hijos, el rol del hombre era el del proveedor, se dedicaba a las labores propias del hombre, arar, sembrar, cultivar, traer los recursos necesarios para la manutención del hogar, el tomaba todas las decisiones en lo concerniente al exterior del hogar y la mujer se encargaba de administrar los recursos, esto va marcando una forma de relación en tanto el interior y exterior del hogar, la mujer está ligada a la casa, casi no tiene vida pública únicamente la que le permite el esposo, el marido se encarga de todos los asuntos del exterior su vida es social pasa la mayor parte del tiempo fuera de casa, lo cual marca una relación asimétrica que se prolongara por mucho tiempo en la historia de la humanidad.

Eduardo Contreras Merino

[1] Fustel de Coulanges. “La ciudad antigua”. Ed. Porrua. Mexico 1983. Pag. 62.

[2] Fustel de Coulanges. “La ciudad antigua”. Ed. Porrua. Mexico 1983. Pag. 63.

[3] Fustel de Coulanges. “La ciudad antigua”. Ed. Porrua. Mexico 1983. Pag. 64..

[4] Michel Foucault. “Historia de la sexualidad 3-la inquietud de si”. Ed. Fondo de cultura económica. Pag 70.

[5] Fustel de Coulanges. “La ciudad antigua”. Ed. Porrua. Mexico 1983. Pag. 32.

[6] Fustel de Coulanges. “La ciudad antigua”. Ed. Porrua. Mexico 1983. Pag. 28.

[7] Michel Foucault. “Historia de la sexualidad 2- el uso de los placeres”. Ed. Fondo de cultura económica. Pag 144.

[8] Michel Foucault. “Historia de la sexualidad 2- el uso de los placeres”. Ed. Fondo de cultura económica. Pag 146.

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