El nazismo fue un punto de inflexión
en la historia de la humanidad, logro
articular todo el miedo, el odio el rechazo de la sociedad ante determinadas
formas de gobernabilidad, el nazismo encarno así el rostro del mal, la cara más
dura y brutal del ser humano, aunque ya habían
existido muestras muy claras de la infinita crueldad que puede llegar a cometer
el humanos sobre otros, el nazismo encarno al mal en la modernidad.
Se represento el mal con la figura del
nazi, un ente que es el mal en estado puro, carente de empatía con los demás,
se empezó a utilizar como el prototipo de lo malo en el sujeto, como forma de
propaganda para evidenciar los peligros de las sociedad totalitarias y como una
forma de hacer que el sujeto occidental valorara su condición privilegiada de
vivir en sociedades libres, alejadas de la maldad, en donde se generaban las
condiciones de igualdad, respeto, democracia.
Con la caída del nazismo se inicio la persecución
y enjuiciamiento a muchos de los nazis, pero lo que se encontró en estos
juicios fue algo distinto a lo que se pregonaba acerca de la figura del
nazismo, se encontraron con sujetos comunes, sujetos que no tenían una maldad fácilmente
identificable, desprovistos de una intencionalidad malvada, la respuesta de
ellos ante las acusaciones fue simple, “solo seguíamos ordenes”, nos enfocábamos
a hacer lo que se nos ordenaba.
Esto suscito un debate importante con
respecto a la responsabilidad de estos soldados en las masacres y abusos
cometidos contra un sinnúmero de personas, ¿Qué tan responsables eran estas
personas por las acciones que cometieron si solo seguían ordenes? En un régimen
totalitario que tan responsables puede considerarse a personas que se dedicaron
a obedecer.
El debate se centro en la forma de
responder a esta pregunta, surgieron distintas formas de abordar la problemática,
desde los juicios morales que catalogaban a los sujetos únicamente a partir de
ciertas concepciones acerca de lo bueno o malo, perspectivas causalistas las
cuales buscaban justificar sus acciones a partir del contexto en el cual fueron
producidas, la pregunta eje se situaba de la siguiente forma, ¿Existe la posibilidad
de libertad en sujetos que se encuentran inmersos en regímenes totalitarios o
instituciones impositivas como el ejercito?
El existencialismo francés con Sartre,
Simone de beauvoir, Camus, daría una visión
muy interesante de la problemática, su planteamiento de que el sujeto es libre
a su pesar, arrojo nuevas formas de pensar esta cuestión. Desde esta
perspectiva el sujeto siempre es libre de elegir solo que a veces se rehúsa a
hacerlo, se escuda en determinadas condiciones sociales con la finalidad de
eludir su libertad y eludir la elección intrínseca que conlleva el acto de
vivir.
Sartre nombra esto el actuar de mala
fe, Sartre plantea dos formas de actuar de mala fe, la primera consiste en cuando
el sujeto se rehúsa a elegir apelando a que sea el azar lo que determine las
condiciones de su existencia, en esta forma de mala fe el sujeto ante cualquier
situación que le implique una elección se rehúsa a realizarla, la posterga
hasta que sea el azar o el otro quien tome la decisión por él, lo que busca
eludir es la responsabilidad de la elección, busca que sea otro el que cargue
con ella.
La segunda forma de actuar de mala fe
es cuando el sujeto confunde su rol social, con su ser, confundir su praxis con
su ser, un ejemplo que ilustra de forma muy adecuada esto es cuando le
preguntamos a otro ¿A qué te dedicas? Es muy común que ante esta pregunta la
respuesta sea soy contador, ingeniero, administrador, este tipo de respuesta
ejemplifica de forma muy clara esta forma de actuar de mala fe, el sujeto se
define a sí mismo por su rol laboral, se funde con él, desarrolla procesos de identificación
con respecto a lo que debe hacer o no un contador, un administrador, como debe
vestir, que debe pensar, que tipo de ética debe tener, en vez de asumir que su
ejercicio laboral es solo eso, una praxis, que esa praxis no define su ser. En esencia
ambas perspectivas nos arrojan una situación clara, la persona se rehúsa a ser
sujeto, se cosifica a sí mismo con tal de no lidiar con la responsabilidad de
sus acciones.
Partiendo de esta forma de analizar la
situación la problemática de los juicios a los nazis quedo explicada de forma
clara, el nazi había actuado de mala fe, se había rehusado a ser sujeto, se
cosifico a sí mismo con tal de no asumir las implicaciones de sus decisiones,
delego en otros la responsabilidad sobre su vida, sobre sus acciones, esto
evidencio un rasgo muy aterrador de la condición humana, que no se necesita ser
un psicópata lleno de odio para realizar actos de profunda crueldad y de maldad,
basta tan solo con renunciar a ser persona, con renunciar a nuestra condición de
sujetos.
En el caso de los nazis la situación fue
muy clara, evidente, pero que pasa en nuestra vida cotidiana, ¿Nuestros regímenes
sociales democráticos están exentos de este tipo de fenómenos?
Pensemos por ejemplo en el ejercicio
del derecho en nuestra sociedad, el derecho en general se encuentra construido
para producir mecanismos legales que protejan y permitan perpetuar la situación
de bienestar de determinadas clases sociales en detrimento de otras, se genera
toda una serie de practicas ideológicas que buscan vender la idea de que el
derecho se articula con la finalidad de producir justicia en una sociedad, pero
lo que vemos constantemente es que esta dimensión de justicia está en relación
a los mecanismos económicos y de ejercicios de poder, que la justicia siempre
beneficia a ciertas clases sociales, es permisiva con ellos, que cambia sus
criterios en función de la clase social del sujeto a juzgar.
En este forma legal la figura del
abogado se inserta de forma clave, el
abogado es el brazo por medio del cual esta ideología política se lleva a cabo,
el abogado se convierte en una muestra clara de lo que es actuar de mala fe,
claro existen sus excepciones, pero el común denominador son sujetos que
confunden su ser con su hacer profesional, que renuncian a su condición de
sujetos con tal de realizar una praxis que a todas luces se evidencia como
injusta, generan códigos los cuales les permiten construir mecanismos de evasión
de su responsabilidad, pensemos en un caso promedio, un abogado es contratado
por un empresario que ha sido acusado de malas prácticas por parte de algunos
de sus empleados, el abogado analiza la situación y se da cuenta claramente que
su cliente es culpable, que si es responsable de malas prácticas con sus
empleados, los explota, que viola varias leyes laborales, ¿Qué hace ante esta situación?
Si el abogado analizara esto como sujeto entraría en un proceso de reflexión en
tanto lo ético de defender a alguien así, pero en una sociedad en donde el éxito
se determina por las posesiones, por lo económico, en una profesión en donde el
prestigio no radica en la justicia si no es los casos que gana el abogado se
confronta con algo muy simple, hacer su trabajo el cual consiste en buscar
ganar la causa de su cliente, o hacer lo correcto y todos sabemos que es lo que
mayormente se impone.
Nos encontramos así con un ejemplo
claro de como negarse a ser sujetos tiene implicaciones éticas, el sujeto borra
por completo su lugar de persona, hace lo que le dicen que debe hacer, lo que
dictaminan los discursos ideológicos a los cuales fue sometido en la
universidad, en su trabajo, los discursos económicos y se escuda en la condición
de que solo se dedica a hacer su trabajo para rehusar a asumir las
implicaciones de sus acciones, a asumir que gracias a su participación ese
empresario eludió las consecuencias de sus acciones, que gracias a su participación
seguirá explotando a otros empleados, que gracias a su participación
determinados criminales regresan a las calles, que en esencia se vuelve un cómplice
del mal,.
Ejemplos de esto no solo lo
encontramos en el derecho sino en un sinnúmero de profesiones y de haceres
cotidianos en donde el sujeto al renunciar a ser persona, a reflexionar sobre
su hacer y las implicaciones de sus acciones en la vida de los demás, se vuelve
un sujeto unidimensional como diría Marcuse, un sujeto que borra la dimensión política
de su existencia, que no se asume como un sujeto político que ingiere
directamente en la forma en la cual se encuentra estructurada su sociedad.
En esencia lo que nos muestra esta
perspectiva de análisis es que todos aquellos que se niegan a reflexionar se
convierten en parte del problema, que muchas de las grandes atrocidades
cometidas por los sujetos ocurren gracias a que algunos se negaron a ser humanos, a sentir empatía por los demás, a considerar a otros en su percepción
del mundo.
Hacer un análisis de reflexión sobre
nuestras acciones no es nada cómodo, implica un ejercicio de valentía importante,
implica confrontarse con la verdad sobre las consecuencias de nuestras acciones
lo cual no resulta agradable, implica confrontarnos con una dimensión ética,
con un hacerse cargo de nuestra responsabilidad, algo que la mayoría busca
eludir pero que al final es inevitable, los griegos llamaban el Ethos a ese
arte de vivir en función de lo bello y lo bueno, a desarrollar un ejercicio de reflexión
constante que busque perfeccionar nuestro ser, buscar ser mejores sujetos, más
justos, que nuestra vida se articule a partir del desarrollo de una dimensión ética.
En una sociedad donde la ética es
dejada de lado encontramos sujetos producidos en masa que renuncian a su
libertad con tal de estar exentos de responsabilidad, pero ante esto es
importante dejar de seguir justificando este tipo de acciones, nombrarlas como
lo que son, formas de ejercer poder, empezar a responsabilizar a los sujetos de
sus acciones, ubicar que así hayan elegido renunciar a ser sujetos y solo sigan
ordenes realizan cosas nocivas, es importante dejar de considerar estos
argumentos de solo sigo ordenes, solo hago mi trabajo, como discursos validos
para justificar atrocidades e injusticias, confrontar a estos sujetos con su
responsabilidad.
Esto no será agradable, no será cómodo,
implicara asumir que se perderá mucha gente en el camino, y sobre todo que se
debe empezar por uno mismo, empezar a ubicar que somos mucho más libres de que
lo creemos ser, que tenemos la posibilidad de elegir, de decir no, de negarnos
a seguir reproduciendo sistemas injustos, practicas que solo benefician a unos
cuantos, negarnos a ser cosas, uno solo puede hacer de forma diferente en la
medida en la que asumimos la responsabilidad de nuestras acciones.
Es importante también empezar a darle
un lugar al camino de la empatía, de empezar a ubicar al otro como alguien, no
como una extensión de nuestro deseo, no como un numero mas, no como una cosa
que esta para ser usada y desechada en cuanto deja de tener utilidad, la empatía
permite dimensionar de forma adecuada las consecuencias de nuestras acciones,
si yo veo al empleado de una empresa solo como una estadística mas el impacto
de mis acciones sobre él es menor, si yo ubico que ese empleado es alguien que
siente, que desea, que sufre, que tiene una historia, en ese momento será más difícil
ejercer algo contra él, ser humanos implica sentir, sentir al otro, renunciar a
ser humano implica renunciar a sentir, volvernos autómatas que solo realizan lo
que se les ordena, la decisión está en cada uno, elegir el camino de la
humanidad o elegir ser autómata pero dejando de asumirse como alguien inocente,
si no como un cómplice de la desgracia y el sufrimiento de otros.
Eduardo
Contreras Merino. Psicoanalista.
Contacto
al teléfono 5523275307.
https://www.facebook.com/Eduardo.Psicoanalista/
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