En la literatura de Lovecraft
encontramos múltiples historias sobre el horror cósmico, en ellas sus
personajes se confrontan constantemente con la encrucijada de elegir entre dos
formas de vivir y existir, la elección de la ignorancia, es decir la de no
saber, no preguntarse, no profundizar en el conocimiento sobre lo que están viviendo,
o la de conocer y aprender.
La clave en la mecánica del horror cósmico
es el conocimiento, en la medida en que los personajes comienzan a adquirir
conocimiento su realidad comienza a transformarse también, empiezan a percibir
su realidad de forma diferente, ven cosas que antes no veían, escuchan cosas
que antes no podía percibir, su mundo comienza a trastocarse para darle lugar a
uno nuevo, uno terrorífico que genera mucha angustia.
Este conocimiento va llevando poco a
poco a los personajes a acercarse de lleno a bordear la locura, a abrazarla, la
transformación en la percepción de su realidad va produciendo un grado de locura y frenesí que
acaba poniendo su vida en riesgo, se evidencia a su vez que hay conocimientos
que los humanos no están en posibilidad de entender, realidades que van mas allá
de la comprensión humana, pareciéndose mucho a la verdad sagrada, una verdad
que solo debe aceptarse tal cual ya que excede los límites de comprensión de
los humanos, en Lovecraft esta verdad sagrada es transformada en una verdad cósmica,
una verdad terrorífica que confronta al sujeto con su fragilidad, retoma la
herida narcisista de Copernico para decirle al humano, tú no eres importante,
hay algo mas allá de la realidad humana, mas trascendente y poderoso y tu
conocimiento del universo es arcaico.
A su vez Lovecraft retoma un
viejo miedo de la sociedad occidental, el miedo al conocimiento, un miedo que
se ha utilizado muy frecuentemente como mecanismo de ejercicio de poder, de manipulación
de masas, de prácticas de dominación.
Desde la antigüedad un miedo colectivo
muy común es al conocimiento como productor de locura, es muy común la producción
de relatos, historias, mitos que rondan la temática del conocimiento, personas
que aprendieron demasiado lo cual las volvió locas, que decían palabras
extrañas, incomprensibles, hablaban de temas raros, estos relatos son
producidos mas comúnmente en sociedad cuya influencia de la religión es mayor,
condenando los distintos discursos de saber que no estén en función de las
verdades sagradas.
Este miedo al conocimiento asociado a
la locura funciona perfecto como una forma de control social, durante mucho
tiempo el acceso al conocimiento se controlo de forma importante, solo
determinadas clases sociales o que ejercían alguna función religiosa podía acceder al conocimiento, la administración del
conocimiento en una sociedad aun en la actualidad sigue siendo factor clave
para la estructuración de sistemas de dominación, gubernamentales, los aparatos
de estado administran en función de sus intereses el acceso al conocimiento de
su población, condenando a la ignorancia algunos y al conocimiento a otros,
partiendo de la premisa que a mayor ignorancia en una población mayor posibilidad de manipulación mediática y de dominación
social.
Lovecraft también retoma una vieja
pregunta occidental en torno al conocimiento, ¿para qué sirve el conocimiento? Qué
función puede tener saber en nuestro mundo, si solo va a producir que accedamos
a una realidad aterradora, cruda, desagradable, los héroes de Lovecraft
plantean una postura filosófica, la del conocimiento por el conocimiento, no
apelan a una funcionalidad del conocimiento, apelan a un saber cómo intento de
comprender mejor su realidad, como una forma de salir de ese lugar de confort
en donde no se cuestiona nada y nuestras percepciones dependen de las verdades
sagradas, incuestionables, donde las cosas son como son simplemente porque así
es.
Todo conocimiento parte de una
pregunta, de una duda con respecto a algún fenómeno o situación humana, ¿Qué es
el amor? ¿Qué es el odio? ¿Cuál es el sentido de la existencia humana? Por poner
unos ejemplos, estas dudas están presentes en todos los sujetos sin excepción en
algún momento de su vida, lo que posibilita el adquirir un conocimiento
respecto a esas preguntas radica en la posibilidad de cuestionar esas verdades
sagradas, esas verdades que se han constituido como verdades absolutas pero que
en gran medida son verdades históricas.
Pensemos por ejemplo en el amor
moderno, una forma de amor en la cual lo que prevalece es el consumismo mutuo,
el utilitarismo del otro, un sincretismo entre el amor cortez y el hedonismo,
sujetos que solo quieren vivir experiencias agradables y que no están preparados
para vivir experiencias desagradables o frustrantes en pareja, esta forma de
amor se ha consolidado como la forma socialmente aceptada y reproducida en
nuestra sociedad, pero ¿esto implica que sea una verdad incuestionable?
Aquí es importante hacer una acotación
para no caer en los erróneos planteamientos postmodernos que solo hablarían de
relatos, de verdades individuales, de verdades relativas, el conocimiento si
bien puede tener múltiples variantes, apela a reducir lo relativo, el
conocimiento se basa en la episteme, en un análisis de un fenómeno, no desde
una perspectiva vivencial o empírica, sino desde una base teórica epistemológica,
el postmodernismo borra los conocimientos pasados para construir verdades
parciales, algo que está muy presente en las obras de Lovecraft, es en el
pasado en donde sus personajes adquieren conocimientos que les permiten
deconstruir su realidad moderna, el postmodernismo al negar la posibilidad de
verdades antiguas, se condena a construir verdades modernas carentes de
fundamento, a asumir la doxa, es decir la opinión como sustituto del
conocimiento, así nos topamos con el fenómeno que los españoles han denominado
el “cuñadismo” que se pude resumir en esas personas que les encanta opinar y
debatir de todo sin tener idea del tema a debatir, se distorsiona el derecho de
expresión para pasar a meta relatos personales en donde no hay posibilidad de
debatir ni de producir conocimiento.
Otro punto importante en la obra de
Lovecraft es el miedo que el
conocimiento puede producir, anteriormente había mencionado el cuestionamiento
en torno al sentido de adquirir conocimiento, Lovecraft explota este viejo
terror humano, dándole a la verdad una característica horrorifica, la verdad se
vuelve en el terror cósmico el eje fundamental del horror, confronta con eso
que Freud llamaba lo ominoso, eso que no debe saberse, pero cuyos efectos
vivimos en nuestra realidad cotidiana.
Lo ominoso aparece en Lovecraft bajo
la forma de los antiguos, de esas razas que preceden al humano por mucho
tiempo, seres amorales, que no les importa la vida humana, que existen
independientemente de que los humanos los reconozcan o no, y que intervienen en
la vida humana desde tiempos inmemoriales desde las sombras, desde lo
invisible.
Aquí es donde el conocimiento adquiere
otras formas de relevancia, al transformar la realidad el conocimiento permite
hacer visible lo invisible y no solo desde una perspectiva extrínseca al
sujeto, sino también desde una perspectiva intrínseca, como ha demostrado el psicoanálisis,
en uno mismo existen verdades reprimidas, aisladas, que buscan emerger a la
conciencia, el psicoanálisis permite que el sujeto acceda a su verdad, no a la
verdad del otro, a ese aspecto ominoso que ha reprimido, sigue la misma dinámica
de los que los griegos denominaban el cuidado de si, practicas de cuidado de sí
que tenían como finalidad el acceso a la espiritualidad, es decir el permitir
un conjunto de transformaciones subjetivas con la finalidad de acceder a una verdad
sobre sí mismo que permitiera al sujeto posicionarse de forma distinta para
consigo mismo, para con su realidad y que se tradujera en una forma de vivir en
torno al “Ethos”.
Este acceso a lo ominoso, permite al sujeto apreciar esas redes invisibles
de poder que lo determinan, lo marcan, que le establecen formas de pensar,
comportarse, que le prescriben cada uno de los aspectos de su vida diaria, sus
gustos, sus placeres, sus sentimientos, sus deseos, sus temores.
Estos mecanismos de poder operan desde
lo invisible, así como esos antiguos que están presentes en Lovecraft, su mayor
poder radica en su invisibilidad, en hacer creer al sujeto que es libre, que
piensa lo que piensa por sí mismo, que desea lo que desea por una elección propia,
opera con dos estrategias simples pero muy efectivas, por un lado generando un
terror al conocimiento, la locura, la tristeza, el dolor como consecuencias del
acceso al conocimiento, algo que si bien es verdad en cierto sentido, no es
como consecuencia del acceso al conocimiento, sino de las formas en que nuestra
sociedad excluye de sus dinámicas a la gente que conoce, en un mundo en donde
se sacraliza la ignorancia aquel que sabe se confronta con un estado de soledad
y de exclusión importante, si pensamos en una proporción en donde 8 de cada 10
personas se encuentran en un estado de ignorancia elegida, las consecuencias
para esos dos restantes son abrumadoras, conocer implica aislarse, elegir un
camino de soledad en donde es difícil encajar en múltiples ambientes, se ha
visto a lo largo de la historia, aquellos que más saben son los más solos, los
inadaptados, juzgados, tachados de locos, esto es parte de la estrategia del
ejercicio de poder, aislar a los que saben de tal forma que los efectos de
difundir el conocimiento sobre los demás miembros de la población queden sin
efecto, reducirles su forma de praxis, hacer que su conocimiento se vuelva estéril
ante la posibilidad de construir un cambio de paradigmas en los modos de pensar
de la población.
La segunda estrategia en la que opera
el ejercicio de poder radica en la manipulación mediática, por un lado es el
generar el terror y el sinsentido de adquirir conocimiento, por otro lado
bombardean al sujeto con verdades incuestionables, estas verdades han cambiado
acorde a los distintos momentos históricos, las leyes de dios, los sistemas jurídico-políticos,
el consumismo, la sexualidad, en todos estos tópicos se han creado verdades
incuestionables que se van adaptando en función de los intereses de
determinadas clases sociales que ejercen el poder en nuestra sociedad, lo hacen
no desde un imperativo categórico, sino desde la sugerencia, desde la idea de
bienestar, de normalidad, el que tiene determinados comportamientos, gustos,
deseos, placeres, es normal, aquel que actúa diferente es anormal, con las
implicaciones que siempre ha tenido en nuestra sociedad la anormalidad.
A modo de conclusión, en Lovecraft
encontramos héroes que eligen adquirir un conocimiento aun a pesar de los múltiples
problemas que esto pueda acarrearles en su vida, eligen saber antes que no
saber, romper con la comodidad de la ignorancia, se imponen a su terror a la
verdad, por mas ominosa que esta sea. Es importante ir rompiendo con estos
mitos que nos indican que la felicidad está en la ignorancia, siempre será preferible
saber la verdad que no saberla, por más dolorosa, triste o aterradora que esta
sea el saberla permite tener opciones, da la posibilidad de acceder a la
libertad, el escudarse en la ignorancia por miedo a la libertad, por miedo a la
verdad, es como Sartre decía, actuar de mala fe, escondernos de nuestra
libertad y condenarse a una vida de reproducción, de dependencia del otro, a
ser un autómata. Elegir saber implica iniciar un camino difícil, doloroso,
saber de si mismo así como de nuestra realidad es duro, pero ser libre es duro,
implica asumir que el control de nuestra vida está en nosotros mismos, no en el
azar, dios, la ciencia, en la medida que cada vez más personas elijamos saber
antes que no saber, hará que el camino sea menos duro, que la exclusión sea
menor, y permitirá hacer evidente esas redes de poder que operan en nuestra
sociedad, obligándolas a transformarse, la elección como siempre queda en cada
uno.
Eduardo
Contreras Merino. Psicoanalista.
Contacto
al teléfono 5523275307.
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