La sexualidad es uno de los aspectos que se ha buscado de forma recurrente controlar
por las formas de ejercicio de poder, el sexo es un tema complejo, que causa
conflictos en muchas capas de la sociedad, que genera polémicas, miedos, incertidumbres,
el placer algo intrínseco al sujeto tendría que ser visto como algo cotidiano,
cercano, en vez de esto ha pasado a formar parte de discursos de saber poder,
de aquello que Foucault, defino como la Scientia Sexualis y que consiste en
pasar de volver al sexo como una forma de placer, una praxis a una forma
discursiva, el sexo como un objeto de
saber que hay que desmitificar, comprender, desmenuzar en cada una de sus
partes para controlarlo.
A lo largo de la historia han existido
diversos discursos que buscan delimitar lo que es el sexo, sus alcances, su significado,
ya desde los griegos estaba la inquietud por saber acerca de las afrodisias, es
decir, sobre el placer, sus implicaciones en la construcción de un sujeto ético,
Aristóteles hablaba de los puntos medios, para el griego el dominio de si era
fundamental para conseguir la libertad, para afirmarse como sujeto libre, alguien
que es dominado por las afrodisias jamás podrá convertirse en un sujeto de
respeto, en un sujeto que pueda llamarse libre, la libertad pasa por el dominio
de sí, para los griegos la clave del dominio del placer radica en cumplir
algunos requisitos, saber cuándo es el momento adecuado para dejarse llevar por
el placer y que momentos son inadecuados, esto en función de la pertinencia,
esto se traduce en un saber decir que no al placer.
En segundo lugar que su acto de placer sea ético,
es decir se pueda representar como algo bello y bueno, el abuso sexual, la coacción son vistas de forma negativa por
la ética, un punto que plantea diversos cuestionamientos ya que en los griegos
existe la esclavitud y la mujer no es un sujeto, por ende no se podría hablar
en muchos casos de un consentimiento mutuo, se puede hablar de que se referían a las
relaciones homosexuales o al amor por los muchachos, es decir al placer entre
hombres, algo muy común en la Grecia clásica.
Esto es muy importante ya que cuando hablamos de la reflexión
sobre el placer en los griegos hablamos fundamentalmente del placer masculino,
el goce femenino se encuentra cancelado por completo de la reflexión, si la
mujer obtiene placer o no de los encuentros sexuales es algo que importa muy
poco a la sociedad falocentrica griega. Al ser una sexualidad masculina, se pone énfasis en la dualidad
pasividad-actividad, que se traduce en penetrar o ser penetrado, poseer o ser poseído
por el otro, aquí se inserta también una dimensión de poder, el sexo pasa a ser
una forma de demostrar poder, si un hombre de cierta clase penetra a otro de
menor clase es visto como una buena señal, algo adecuado, si es la inversa se
ubica como algo anti natura, es decir, las formas que adquiere el placer en la Grecia
clásica están en relación al poder, lo natural es que el poderoso posea al débil,
hay muy poca reflexión o prescripción sobre las prácticas sexuales perse, en la
subjetivad griega las prácticas sexuales son poco relevantes, lo importante es
seguir conservando la dimensión del poder, el placer se centra así en la dominación
del otro, en la posesión del otro.
Otro de los discursos sobre el sexo
que perduro y que sigue perdurando hasta la fecha tiene que ver con la
moralidad, con la creación del cristianismo, la forma de representarse al sexo
cambia de forma importante, se retoman algunos aspectos de la cultura
grecolatina pero se añade el aspecto moral, el sexo pasa así a ser algo
vergonzoso, algo que debe realizarse con la finalidad de la perpetuación de la
especie pero la dimensión del placer queda borrada, se comienza a representar
el erotismo como la encarnacion del pecado y la figura de la mujer pasa a ser
condenada, se representa el cuerpo femenino como el principal agente de tentación
e incitación al pecado, la mujer se percibe como dadora de vida, pero a su vez
como un objeto de peligro constante que puede llevar a pecar a los hombres, por
esto se instauran diversas formas de controlar el placer y la sexualidad
femenina, construyendo la institución del
matrimonio como la forma legítima de ejercicio de la sexualidad , la mujer
desde esta perspectiva se debe al esposo, guarda su cuerpo, su virginidad para
aquel que será su marido, se instaura así la figura del “debitum”, el debitum
consiste en ese acuerdo moral en torno al cuerpo del otro, el cuerpo del esposo
pasa a ser de su esposa, el cuerpo de su esposa pasa a ser del esposo, una obligación
conyugal que tiene como finalidad la procreación, se concibe así al sexo como
una penosa necesidad pero que si se lleva a cabo en el marco matrimonial no se
instaura como pecado, el objetivo de la sexualidad es entonces una forma de
aliviar la tensión, una forma de
descarga del deseo pero sin que exista concupiscencia, es decir el problema del
sexo para estas formas discursivas, radica en el erotismo.
Al ser el erotismo el principal enemigo
a vencer bajo estas prácticas discursivas de ejercicio de poder, las prácticas
sexuales pasan a ser objeto de análisis y de discusión, aparecen así un régimen
de permisiones y prohibiciones, determinadas prácticas son permitidas y otras
prohibidas, aparece así la construcción moral en todo su esplendor, se definen
lo bueno y lo malo en base a los discursos religiosos que rigen la subjetividad
de las comunidades, esto construye a su vez dos distintos tipos de sujetos, los
buenos y los malos, los hombres infames, los depravados, los lascivos, los
sodomitas, comienza la persecución de todos aquellos que presentan determinado
tipo de prácticas sexuales cuya finalidad no es la procreación, es por esto que
la figura del sodomita es tan perseguida, se considera uno de los pecados mas
graves el desperdiciar el semen en una práctica como el sexo anal que no genera
ningún tipo de procreación, la vida sexual pasa entonces a ser de dominio privado, se articula
poco a poco una doble moral, el sujeto del interior y de lo exterior, de vicios
privados y de virtudes públicas, pero también aparece otra forma que derivara
en una técnica de ejercicio de poder muy influyente durante mucho tiempo de la
historia, el poder pastoral.
Esta forma es la confesión, los
representantes de la moralidad comúnmente eran los sacerdotes católicos los
cuales ubican la importancia de saber aquello que el sujeto oculta, animan constantemente a los sujetos a
confesarse continuamente y uno de los puntos clave a confesar es sobre su
placer, sobre su sexualidad, así se obliga al sujeto a hablar sobre el sexo, a avergonzarse
de sus placeres, el sacerdote pasa a ser así un mecanismo de recepción del
saber pero a su vez un dirigente de conciencia,
la absolución del pecado del deseo pasa por la posibilidad de hablarlo, se
genera así este lugar de saber poder, un poder que se ejerce a conveniencia de
los intereses de determinadas clases u objetivos económicos o de dominación.
Con el desgaste del poder pastoral y
de la moral cristiana aunado al surgimiento de las ciencias, el positivismo y demás
transformaciones epistemológicas, el discurso del sexo pasa a construirse a
partir de las ciencias, los juicios dejan de enunciarse a partir de lo bueno o
lo malo del sexo o del placer, para pasar a lo normal y lo patológico, la psiquiatría
juega aquí un papel clave como mecanismo de control, se construyen los grandes
hospitales, espacios de encierro destinados para aquellos enfermos, surgen
entonces otro nuevo tipo de sujetos, las histéricas, los erotómanos, los
homosexuales, las ninfómanas, comienza una clasificación sistemática de los
distintos tipos de enfermedades sexuales, enfermedades que no tienen que ver
con las enfermedades de transmisión sexual sino con enfermedades mentales.
La moralización es disfrazada así de
discurso científico, se encuentran cantidad de casos en los psiquiátricos de
mujeres ingresadas por tener un temperamento sexual grande, por ser la vergüenza
de la familia al no poder casarse, los familiares depravados que son excluidos
y encerrados, se pasa así de considerarse al erotismo y al deseo de determinadas prácticas sexuales como
manifestaciones moralmente inadecuadas, a considerarse desviaciones mentales,
surge así el sujeto enfermo mental, alguien que debe ser rehabilitado,
reeducado para su posterior reingreso a la sociedad y en caso de no tener éxito,
encerrado por su incapacidad de adaptarse a la normalidad, el psiquiatra actúa como un heredero del poder pastoral, la
legitimidad del sacerdote estaba fundada en ser un representante e interpretador
de la palabra de dios, la legitimidad del psiquiatra pasa por el discurso
positivista, la enunciación de Nietzche de dios ha muerto en realidad es un cambio de paradigma subjetivo
en torno a la percepción de la verdad, ya en la genealogía de la moral Nietzche
advierte de los peligros del pensamiento científico y de cómo pasara a ser el
heredero de la verdad religiosa, la cientificidad pasa a ser así una nueva
forma de sacralización y de dogma, la palabra del psiquiatra se enuncia y se
escucha como una verdad universal, opera a partir del lugar de enunciación,
esto es clave para analizar los lugares de saber, el lugar de enunciación determina
la veracidad o falsedad de un discurso, la figura del psiquiatra se sostiene
desde ahí, convenientemente consolidándose así lo que Foucalt denominara como
el biopoder.
Este biopoder tendrá procesos de evolución
cada vez más específicos, la psiquiatra en su afán de legitimidad buscara
despegarse en apariencia de la moral, el psicoanálisis y la figura de Freud serán
claves para esta evolución, Freud da voz a las histéricas, ubica en ellas un
discurso de sufrimiento, de insatisfacción, pone sobre la mesa los mecanismos
represivos sobre la sexualidad, los evidencia, a diferencia de la psiquiatría que
niega la voz a la histérica para convertirla en una simuladora o una anormal,
Freud ve ahí un sujeto doliente, un sujeto reprimido en su deseo, aplastado por
los diversos mecanismos de saber poder que le dictan cómo ser mujer, que borran
su placer, que culpabilizan a su cuerpo, el cuerpo de la histérica está cargado
de deseos contenidos, de palabras atravesadas que pugnan por emerger, sus síntomas
se vuelven así una queja contra el sistema, contra su sociedad, contra las
formas de ser mujer en su tiempo.
Al darles voz a las histéricas Freud
retoma la importancia de la reflexión sobre el placer, pero quitándolo de una
perspectiva moralista, definiéndola como una parte intrínseca al sujeto,
colocando así a la sexualidad como un tema eje, un tema que se desplaza y
contamina otros aspectos de la vida del sujeto volviéndolo incapacitado para
gozar, para amar. Esto permite un nuevo paradigma con referencia al sexo, a la
sexualidad femenina, aunque incompleta, ya que tampoco Freud logra superar la
perspectiva del sexo como poder, no logra eludir la reproducción de este viejo
esquema de la actividad pasividad, ligando lo activo a lo masculino y lo pasivo
a lo femenino, pero su gran aportación radica en la posibilidad de poner el
tema en discusión, en centrar las bases de una evolución de la importancia de
pensar el placer, de la importancia que el placer tiene en la conformación psíquica
del sujeto y sus impactos en su vida cotidiana, esto dio lugar a un sinnúmero de
transformaciones sociales, a darle mayor posibilidad de recuperar su cuerpo y
su goce a la mujer, de darle posibilidad de ejercer su deseo, con la invención de
las pastillas anticonceptivas se logra una separación clara entre la reproducción
y el placer, se puede ver al sexo ya como una forma de placer que no está intrínsecamente
ligada a la procreación, o cuyo sentido ultimo no es forzosamente la reproducción,
La siguiente evolución discursiva
influida notablemente por el psicoanálisis fue la creación de la sexología, una
respuesta al psicoanálisis por parte del positivismo, la sexología se coloca
como la disciplina científica encargada de estudiar al sexo, de analizarlo, de
descubrir la verdad sobre el sexo. Al estar basada en el pensamiento
positivista la sexología busca un lugar de saber distinto al del psicoanálisis,
se construye desde las bases biológicas del placer, desmenuza el cuerpo humano,
busca encontrar las partes del cuerpo que proporcionan placer, que sustancias
segregan, como opera biológicamente el placer, todo esto con la finalidad de
instaurar una verdad sobre el sexo, aquí los juicios ya no se enuncian desde lo
bueno o malo o lo sano y enfermo, sino en construir formas correctas de
proporcionar placer, construir manuales y técnicas infalibles que permitan al
sujeto tener una vida sexual satisfactoria y poder clasificar las practicas
acorde a las preferencias sexuales, emergen así las practicas heterosexuales, prácticas
homosexuales.
Se instaura así como una disciplina
orientada a la técnica, a definir al sexo como una técnica, como un conjunto de
pasos a seguir para la obtención del placer, deja de lado el deseo, la elección,
la libertad del sujeto, reproduce así los valores de la sociedad moderna, una
sociedad de la técnica, despersonalizada, que busca satisfacciones inmediatas,
apela a la mayor satisfacción en el menor tiempo, al igual que la lógica de la
productividad, su legitimidad de nuevo esta basada en su cientificidad, y de
nuevo se coloca como un poder que dirige, que marca las vías en las cuales el
sujeto debe producirse placer.
Todo este recorrido histórico tiene
como finalidad el mostrar como el sexo siempre se ha buscado controlar,
dirigir, ¿Por qué tanto interés en el sexo? ¿Por qué tanto miedo al sexo por
parte de los grupos que ejercen poder? La respuesta a esto es simple, porque
como dice el titulo del escrito la sexualidad es una forma de ejercicio de
libertad.
La sexualidad es una de las vías en
las cuales el sujeto puede crear, elegir, hacerse dueño de su placer, la
sexualidad al estar en relación al deseo también esta en relación a la verdad y
la mentira, al asumir y aceptar el sujeto su verdad conforme a su deseo sexual
se coloca como un creador, un creador de una forma de vivir, construye así una ética
de su deseo, una autorregulación de lo que se permite y no se permite para
obtener lo que desea, la sexualidad se vuelve así una potencia de cambio, de rebeldía,
de resistencia.
Estos discursos buscan dirigir y
controlar las manifestaciones sexuales porque en la medida de que el sujeto se
hace dueño de su cuerpo, de sus placer, esto se transmite a otros aspectos de
su vida tal como el psicoanálisis ha demostrado, en la medida que se acepta a sí
mismo y lucha por su deseo se genera una inercia que se manifiesta en todos los
aspectos de su vida, el sexo pasa así a ser un ejercicio de libertad.
Es importante por ende no dejarse atravesar
por este tipo de discursos, ubicar que la sexualidad en tanto forma de
ejercicio de libertad y de creación se vuelve personal, cada sujeto es
distinto, por ende no pueden existir formas masivas de obtener el placer,
tampoco existen formas buenas o malas de placer, ni formas sanas o enfermas, ni
adecuadas e inadecuadas, solo existen formas personales y consecuencias de
nuestras elecciones sexuales. Aprender a desmarcarse de estos discursos permite
la posibilidad de hacerse dueño de uno mismo, no a la manera griega, como una
forma de obtener dominio sobre el otro, no ver el sexo como poder, como
control, aprender a ver el sexo como un encuentro, como una posibilidad de
manifestar el ser a partir de la construcción de formas de placer, en la medida
que logremos una forma ética de la sexualidad podemos ser más libres, con las
implicaciones que eso tiene.
Eduardo
Contreras Merino. Psicoanalista.
Contacto
al teléfono 5523275307.
https://www.facebook.com/Eduardo.Psicoanalista/
No hay comentarios:
Publicar un comentario