miércoles, 27 de febrero de 2019

La relación del sujeto biopolitizado y su cuerpo en la sociedad del rendimiento.


El motivo de esta reflexión tiene como finalidad el evidenciar el cómo operan  dispositivos biopoliticos que buscan permanentemente producir formas de subjetivacion que atraviesen el cuerpo de los sujetos, que estructuren una determinada relación para con su cuerpo en función de sus intereses. Tomare como punto de referencia teórico metodológico el concepto de biopoder de Michel Foucault, el concepto de la sociedad de rendimiento de Byung- Chul Huan, el concepto de la sociedad del espectáculo de Guy Debord, así como algunos conceptos básicos del Marxismo, por lo cual sería importante la revisión de estos autores para una mejor comprensión de este texto.

La relación del discurso con el cuerpo es un asunto bastante antiguo, ya desde Hipócrates la dietética se estructura como la principal vía de tratamiento de la patología, se considera la alimentación, los hábitos de vida, la sexualidad,  como  agentes productores de la enfermedad, de ahí que la conclusión es el construir un régimen dietético en el sujeto acorde a las diferentes formas patológicas y otro régimen que permitiera la prevención de determinadas enfermedades.

Desde ese momento el saber medico coloca como un discurso de saber-poder que tiene como principal función el prescribir tratamientos que afectan directamente la forma de vivir de las personas, muchos años han pasado desde la época de Hipócrates, la medicina ha evolucionado mucho en su discurso de saber, y en su relación con la política, en la actualidad podemos encontrar de forma muy evidente una unión entre la medicina y la política, una preocupación por controlar y administrar la biología humana, a esto le llamo Foucualt el biopoder, al conjunto de estrategias de ejercicio de poder que tienen como finalidad el administrar los cuerpos de los sujetos, lo cual deriva en la biopolitica.
Mientras que el biopoder es un concepto que evidencia una forma de poder sobre el cuerpo en general, la biopolitica buscaría generar un análisis en relación a un conjunto de medidas políticas que afectan de forma importante la relación del sujeto con su cuerpo y su relación para el cuerpo de los otros.

Para motivos de este texto me centrare en 3 ejes que ejemplifican la forma en que los entes modernos son unos alienados biopolitizados en su relación para con su cuerpo,  si entendemos el poder como una forma de gobierno, lo que buscaría seria mostrar 3  formas de relaciones del poder en las cuales el sujeto se encuentra alienado en su relación  con su cuerpo y el de los otros.

1.- La relación cuerpo-maquina.

En nuestra sociedad capitalista en donde lo importante es la producción y el consumo el cuerpo ha pasado a ser una máquina de rendimiento, la bipolitica busca generar una particular forma de representar el cuerpo, un cuerpo productor, un cuerpo que da rendimientos, que produce, que está ocupado, constantemente se reproducen discursos que hablan de la importancia de ser productivo, de ser eficiente, de realizar actividades productivas, de estos el concepto de eficiencia es quizá el más peligroso y brutal de todos.

La eficiencia se articula a partir de la lógica de la producción, producir un excedente con menores recursos, el cuerpo en este discurso pasa a ser una maquina con la cual hay que buscar un mayor rendimiento, el sujeto se explota a si mismo frecuentemente porque tiene interiorizado el discurso de eficiencia, comienza poco a poco a relacionarse con su cuerpo como una entidad mecanizada, la alimentación aquí se inserta de una forma importante ya que se relaciona directo en función de ser el combustible de esa máquina, el alimento deja de ser un placer para constituirse como una vía de potenciar o reducir el rendimiento.

Una vez que la alimentación se encuentra dentro de estos juegos discursivos de la eficiencia se empieza a analizar de otras formas, a construirse nuevos conjuntos de representación, el concepto de la saludable en este circuito de representación adquiere otro sentido, se borra de la ecuación el placer que la comida puede proporcionar para resaltar la importancia del valor nutricional de los alimentos, poco importa el sabor, el deseo en relación a la comida, lo relevante es que tanta carga energética aporta al sujeto para mantener su cuerpo-maquina en buen estado evitando su desgaste prematuro, enfermedades,  y que siga su producción incesante.

El concepto de lo saludable juega aquí un papel clave, ya que empieza a producir un asociación inconsciente en las personas de salud-rendimiento, a mayor rendimiento del cuerpo-maquina mayor salud, mientras más produce el sujeto se percibe a sí mismo como sano, aquel que produce poco entra en el rango de la patología, hay que llenarlo de complementos alimenticios, insertarlo en un régimen dietético saludable, cuidar las horas de sueño, y si eso no es suficiente hay que mantenerlo funcional artificialmente vía las drogas psiquiátricas, si se resiste a alienarse a la ideología del rendimiento hay que ubicarlo como un enfermo mental, un antisocial, como un resto al cual hay que abandonar al ser su cuerpo inútil.

Los entes modernos se encuentran biopolitizados ya que viven su existencia como maquinas, maquinas cuyo existo consiste en su capacidad de producción, esto tiene también un efecto en la forma de relacionarse con los cuerpos de los demás los cuales pasan también a representarse como  maquinas a explotar, maquinas a evaluar en función de su rendimiento, se reduce así la población en dos tipos de sujetos, los productivos y los improductivos, los cuerpos útiles e inútiles, y los sujetos visibles e invisibles, los primeros son reconocidos, se construyen políticas públicas en relación a ellos, se les ofrece espacios de convivencia, de relacionarse con otras máquinas, los segundos quedan invisibilzados, no existen a nivel político, son los marginales, los excluidos, los perdedores,  generando así una función de espejo y forzando al sujeto a alienarse o a pagar el precio de la exclusión.

2.-  La relación Cuerpo-Mercancía.
La segunda forma de relación con el cuerpo que el biopoder y la sociedad del rendimiento han producido es el del cuerpo representado como una mercancía. En nuestra sociedad moderna el cuerpo pasa a ser una de las nuevas formas de mercancía a ofertar,  la relación del sujeto con su cuerpo esta atravesada por la ideología del libre mercado, por la ideología del consumo.

Al sujeto representarse a sí mismo como una mercancía se insertan nuevas formas de problematizar el cuerpo, si el cuerpo es una mercancía el primer punto que emerge es que es susceptible de asignarle un valor, aquí surge la primera pregunta que el dispositivo biopolitico tuvo que resolver, ¿en función a que se asigna un valor al cuerpo como mercancía? ¿Qué tipo de formas de evaluación hay que estructurar para que el cuerpo pueda ser valuado y se le asigne un lugar dentro del mercado de oferta y demanda?
La respuesta a estas preguntas fue a partir de construir un nuevo discurso respecto al cuerpo  que produjera una nueva percepción estética, es decir, construir una nueva estética del cuerpo, una estética que pudiera reflejar de forma efectiva la ideología del capitalismo, esta estética se articuló a partir de algunos puntos específicos que sirvieran de anclaje ideológico para la alienación masiva.

A)    Producir una nueva forma de percepción.

Si la apuesta era crear una forma estética que representara la ideología capitalista el primer paso consistía en construir una forma distinta de percibir y representar la dimensión  estética del cuerpo, si partimos de la premisa que toda percepción está en relación a un lenguaje que la precede y que se articula en pos de ese lenguaje, la clave consistía entonces en generar un nuevo orden lingüístico que definiera la belleza, generar un conjunto de estructuras de signos y representaciones para enfocar la percepción del sujeto a ciertos aspectos del cuerpo humano que se colocaran como las bellas en oposición a las grotescas, surge así una fijación por la idea del cuerpo perfecto, por la construcción de una armonía corporal, como es un rostro bello, que medidas tiene el cuerpo para considerarlo simétrico o asimétrico, cual es el peso ideal, se estructura una armonía artificial sobre el cuerpo, un ideal del cuerpo bello que produce otras formas de posicionarse del sujeto ante su propio su cuerpo y ante el de los otros,  formas distintas de mirarlo, de representarlo, y distintas formas de producir deseo ante esa estética artificial. Así como una mercancía debe construir un lenguaje por medio del cual insertara el producto dentro del mercado para producir que la mirada del consumidor se fije en él, el cuerpo como mercancía es resultado de una larga cadena de transformaciones  discursivas en nuestra forma de percibir y representar la belleza y el deseo, es decir es una nueva forma de mirar y desear.


B)    La creación de estereotipos estéticos en relación al cuerpo y al género.
Esta nueva forma de mirar y desear produjo una nueva composición estética del cuerpo que se tradujo en la creación de una occidentalización del modelo de belleza, se generó una dialéctica de lo bello en relación a los rasgos occidentales, el color blanco de piel se masifica como modelo estereotípico, aunado a una composición corporal que remarca las diferencias sexuales anatómicas, cuerpos esbeltos, que remarcan las curvas y los músculos, construyen modelos ideológicos sobre lo que es ser hombre o mujer definido a partir de la composición corporal.

El valor aquí se inserta a partir de una estructura de la lógica de lo semejante y lo asemejante, aquello que es semejante a este modelo estético occidentalizado es lo bello, lo valorado y codiciado socialmente, aquellos cuerpos que están en asemejanza son considerados antiestéticos, feos, defectuosos, susceptibles de ser corregidos en un intento de asemejarse más a ese modelo. El cuerpo mercancía encuentra así uno de sus principales valores por medio de la transformación en miras a esa composición estética y construye una dinámica de relación para con las demás mercancías a partir de esta estructura de valor, los bellos se relacionan con los bellos, los feos con los feos, no hay posibilidad de relación entre lugares distintos debido a la lógica del valor, relacionarse con alguien con valor inferior se ve como una desvalorización  como mercancía, constantemente escuchamos el discurso de la importancia de saber cuánto vales, hay una tendencia a  cuantificar el ser, y ante la imposibilidad de lograr eso se apela a refugiarse en aquello que se puede cuantificar, el cuerpo.

Encontramos así la dinámica del cuerpo mercancía, un cuerpo cuyo objetivo fundamental es producir una plusvalía de deseo, un excedente de deseo, a mayor deseo producido mayor éxito y satisfacción narcisista obtiene el sujeto, a menor deseo la frustración y la insatisfacción emergen, asi la necesidad de la modificación corporal surge como mejor opción para volverse una mercancía más cotizada. Esto se invisibiliza con todos esos discursos que hacen ver esta estética corporal como señal de salud, de cuidado de si, como un valor positivo cuando solo buscan encubrir el efecto de lo biopolitico.

c) La relación del verbo y el contexto con el cuerpo,

El verbo lingüísticamente remite a una acción, a la acción que un sujeto realiza, en la sociedad del espectáculo el verbo sobrepasa al sujeto, lo relevante para el ser en la sociedad del espectáculo es el verbo, el cuerpo en relación a la accion, el valor como mercancía esta en relación al verbo, es decir, lo relevante es ¿Qué hacen los cuerpos bellos? La sociedad del espectáculo responde a esta interrogante, construyendo una exposición constante del cuerpo en relación a una acción y un contexto de esa acción. Vemos así aplicaciones como el instagram en donde el sujeto muestra su cuerpo en el gimnasio, en el bar de moda, en la playa, bailando junto a otras mercancías, las cuales aumentan su valor o lo reducen.

En la sociedad del espectáculo el verbo y el contexto están en una fusión permanente, la obsesión de la sociedad del espectáculo es retratar una imagen perfecta, un retrato que agrupe 3 aspectos, la belleza del cuerpo, una acción valorada socialmente, y un contexto que incremente el valor de la mercancía,  de nada sirve la belleza física sin una acción relevante, así como no funciona la  conjunción del cuerpo bello y una acción valorada socialmente sin un contexto adecuado, el contexto garantiza ese escenario perfecto. De ahí la permanente búsqueda de los alienados biopolitizados de lo que denominan capturar momentos,  la fotografía se vuelve la mejor forma de entrar en la dinámica del espectáculo debido a su masificación, prácticamente cualquier teléfono en la actualidad cuenta con cámara, una buena foto captura estos 3 elementos, belleza física, acción valorada y contexto deseable. el alienado queda así atrapado en una dinámica de búsqueda de ser deseable a partir de mostrarse por medio de una serie de capturas de imagen, imágenes que dicen poco de su ser  pero eso es irrelevante, lo importante es el excedente de deseo que se produzca, a mayor deseo mayor valor y mayor sensación de gratificación, y con tal de obtener esto el alienado sacrifica su ser para convertirse en una mercancía para el otro, una cosa delimitada y articulada en función del deseo del otro, de sus likes, de sus comentarios, de sus muestras de deseo, así como en la lógica del libre mercado consiste en acumular capital,  el ser-mercancía  busca acumular la mayor cantidad de deseo posible, aquí surge una pregunta clave en la reflexión ¿Qué se hace con ese excedente de deseo? La respuesta es ejercer poder.

El excedente de deseo permite construir relaciones de ejercicio de poder que el      ser-mercancía explota para su beneficio, obtiene así satisfacciones económicas, narcisistas, profesionales, sexuales pero cuyo fallo esta en relación al consumidor y el que expresa ese deseo, la explotación del deseo como mercancía se sostiene en tanto el consumidor es irreflexivo, en cuanto se vuelve reflexivo exige cosas a la mercancía, exige algo que el ser-mercancía no puede dar,  le exige también algo que va en contradicción total con su condición de mercancía, en el momento en que el consumidor exige deseo a la mercancía la relación se fractura, una cosa no desea, no siente, no ama, lo único que puede hacer es ofertarse como objeto a ser deseado, de ahí los constantes fracasos en los vínculos humanos modernos, la relación mercancía consumidor produce deseo pero un deseo unilateral, evidenciando así que el vínculo como tal con una mercancía, es imposible.

3.- La relación cuerpo-sexualidad.
La sexualidad del cuerpo biopolitizado se organiza a partir de dos ejes fundamentales, en primer lugar en la potencializacion del placer del uso del cuerpo mercancía de alto valor y cotizada, y en segundo lugar, en el hacer un espectáculo de ese uso, es decir, el mostrarlo evidenciarlo, socializar la posesión de la mercancía y remarcar que se usa.

 En el primer eje el placer se estructura a partir de una  serie de momentos subjetivos cuyo punto de partida se sitúa en el deseo mismo, el primer momento de goce radica en la elección del ser-mercancía a desear, se elige en función de su valor, a mayor valor mayor goce en el acto de desear existe, el segundo momento opera en la obtención del cuerpo mercancía,  el goce radica en la posibilidad de acceder a ese objeto, de la posesión de esa cosa deseada y de alto valor social, esto se traduce en una anulación del ser en el acto sexual, lo que importa es la cosa y el valor de la cosa en por sí misma, el goce radica en eso y no en el encuentro sexual ni en el placer del acto mismo,  esto a su vez plantea una problemática intrínseca a la dinámica de las mercancías que se puede problematizar en el proceso de desear una cosa y el uso de la cosa.

Una vez que el sujeto obtiene el ser-mercancía que desea, lo usa, pero advierte muy pronto que con el uso la cosa se desgasta, se devalúa, el goce de su posesión pronto comienza a ser menos intenso, y ante esto emergen dos posturas fundamentales.

A)    La búsqueda de placer vía la explotación del cuerpo-mercancía.

El alienado al confrontarse con el hecho de que al poseer el ser-mercancía  este se devalúa y su potencialidad de producir placer disminuye adopta la postura de la explotación del objeto, aquí se reproduce la ideología del capitalismo, el placer se vuelve directamente proporcional del usufructo de la mercancía a explotar, esto se traduce en una exigencia de una multiplicidad de prácticas sexuales, las cuales también aumentan el valor del cuerpo sexuado, a mayor posibilidad de apertura a variantes en las prácticas sexuales mayor valor adquiere el ser-mercancía, al igual que un trabajador es más valorado por su capacidad de producción y su tolerancia a ser explotado, en la relación sexual se reproduce la misma dinámica, el cuerpo adquiere más valor por su capacidad de producir placer para el otro y su capacidad de tolerar la explotación para el goce del otro. De ahí que exista una masificación de los discursos de libertad sexual enfocados a la posibilidad de apertura con respecto a las prácticas sexuales, lo cual no es en esencia de naturaleza negativa, el problema emerge cuando no es el deseo del propio sujeto lo que lo mueve a una exploración de las variantes de su sexualidad y a una intensificación del placer, sino su búsqueda de  ser más valorado socialmente y a la búsqueda de este excedente del deseo lo cual solo lo coloca en un círculo de alienación interminable.

B)    El espectáculo de  la exposición del cuerpo-Mercancía.

El segundo motor de goce esta en relación a volver de la posesión del objeto un espectáculo, radica en retratar esa escena perfecta obsesión del espectáculo de la que hablaba con anterioridad y que se refleja en el instagram en estas fotos donde aparecen dos cuerpos perfectos recostados en el yate, el goce radica en la exposición de la mercancía, de mostrar aquello que se posee y que muchos desean pero no tienen acceso a ello, esta forma de goce se traduce en una socialización permanente, la clave está en aparecer en cualquier espacio que permita retratar esa imagen perfecta, esa imagen que representa el éxito, aquí el goce es totalmente autoerotico, el placer sexual queda reducido a una forma exhibicionista, el goce del objeto  aquí es irrelevante, lo importante es el espectáculo, el juego de la apariencia, es el placer de la posesión, muy ligado a la dinámica del consumismo, en donde el alienado moderno ostenta la posesión de cosas, cosas que no necesita, que no desea de verdad, pero que tenerlas aumenta su valor y cotización como mercancía.

A modo de conclusión me parece sumamente relevante empezar a problematizar estos temas de forma más frecuente, discutirlos, analizarlos, nuestra sociedad biopolitizada está llegando a una etapa de crisis de humanidad y de ser, el surgimiento cada vez más frecuente de alienados autómatas es preocupante, la clave consiste en empezar a cuestionar estas formas de representar nuestro cuerpo, en cuestionar aquello que llamamos deseo, aquello que llamamos cuerpo, y a su vez la forma en que percibimos y deseamos otros cuerpos, retomar el tema del placer, buscar formas de producción de placer que puedan ser de sujeto a sujeto y no sujeto cosa, en la medida que nos interroguemos sobre aquello que parece evidente tendremos mayores probabilidades de construir una vida más satisfecha y plena.

Eduardo Contreras Merino