jueves, 7 de marzo de 2019

La existencia impropia y banal, una mirada Heideggeriana.


El sujeto biopolitizado moderno se encuentra atrapado en un permanente nudo dentro de sus costumbres y rituales cotidianos, obsesionado con su rendimiento, con la productividad, con el consumo,  con la apariencia, vive constantemente atravesado por lo que Heidegger denomina el “SE” (das man) el sujeto está condicionado a trabajar, vivir, a tener ciertas formas de percepción de su realidad, a amar, a  desear,  porque así SE trabaja, así SE vive, así SE piensa, así SE ama, así SE desea.

Vive permanentemente delimitado por este “SE”, en el no hay una posibilidad de elección, este SE, aplasta su posibilidad de emergencia como sujeto, lo coloca como una cosa, un objeto que solo reproduce las ideologías dominantes de su tiempo, condenándose así a una existencia basada en la reproducción, se condena a nunca ser.
Como un intento de escapar de estas formas de existencia definidas a priori, el sujeto construye lo que para Heidegger serían las formas de existencia impropias, existencias inauténticas y banales. Operan como forma de resistencia al SE, como intentos de construir una nueva narrativa por medio de la cual el sujeto altera su realidad, la define como algo que no es, es decir construye una alteridad con respecto a lo que se es pero desde una mera apariencia, desde una mera simulación, en realidad el sujeto sigue atrapado en la tiranía del SE, no escapa de ella, solo altera las formas de representación construyendo así una existencia absurda, banal, pero sobre todo falsa.

Para Heidegger hay 3 tipos de rasgos que definen esta existencia impropia y banal en los sujetos, son 3 características que están más que presentes en nuestra sociedad moderna, una sociedad de la simulación permanente, estos 3 rasgos son, la falsa curiosidad, la palabrería y el equívoco.

1.- La falsa curiosidad. Este rasgo se observa en la forma en que el sujeto está en una búsqueda permanente de novedades, esta con una ansia constante de nuevas noticias, de más información, de conocer más cosas, pero lo que distingue la falsa curiosidad de la curiosidad real, de una duda rea a una falsa, radica en que en la falsa curiosidad el sujeto pasa de una información a otra sin detenerse jamás a analizar aquello que percibe, no genera ningún tipo de profundización de aquello que dice tener interés, saciando su curiosidad con elementos superficiales y abandonando rápidamente el interés en pos de buscar algo más.

Esta falsa curiosidad la encontramos muy presente en nuestra sociedad en diversos ámbitos, en el espacio de la información en la cual el sujeto se pierde ante un mar de datos los cuales consulta pero no reflexiona nunca entorno a ellos, los percibe y pasa inmediatamente a algo más, la situación se complejiza en la era de la biopolitizacion y del rendimiento, el sujeto a tener poco tiempo para su ser, generalmente tiene que priorizar entre el tiempo que le dedica al SE y a su verdadero ser, quedando generalmente relegado el primero, vemos así sujetos quejándose permanentemente de ausencia de tiempo para poder aprender algo, conocer a alguien, y que se manifiesta de forma importante en su relación con las demás personas, su interés falso lo lleva a contentarse con saber de ellas por medio de redes sociales, de sus fotos, de sus vídeos, de sus posts y reproduciéndose este mecanismo de falta de profundización relegando al otro a un mero pasatiempo, pasando de una foto a otra sin ningún tipo de emoción o sentimiento, y extinguiendo el interés con el paso de una imagen a otra, esto debido a que su verdadera propiedad es el SE, hacer lo que se debe y regir su existencia en función de eso.

2.- La palabrería. El sujeto moderno es un ente todólogo, parlotea y opina de todo, no hay espacio de saber, no hay tema en el cual no se sienta autorizado a enunciar una opinión, o al menos lo que él cree que es su opinión, habla y discute de cosas que no entiende, no asume las implicaciones de aquello que dice, para el sujeto moderno las palabras han perdido su capacidad de enunciar verdades, las palabras se han vuelto en una herramienta por medio de la cual se puede aparentar, la función de la palabra como forma de expresar sentimientos, emociones, pensamientos para ellos queda forcluida, lo relevante pasara a ser aparentar que se sabe.

Con este rasgo de la existencia impropia y banal el sujeto busca hacer parecer que sus pensamientos sus acciones, son propias, que son producto de procesos de reflexión, de análisis, de pensamientos, es otra estrategia vacía por medio de la cual busca eludir el SE, pero condenada al fracaso, ya que en cada acto de enunciación en el cual el sujeto cree que se enuncia a si mismo lo que en realidad está enunciando es lo que Se dice de tal tema, lo que SE oye de tal tema, reproduce así los esquemas ideológicos dominantes de su época, se opina liberalmente de un tema si la opinión colectiva dictamina y ve con buenos ojos ser liberal, se es conservador si la opinión publica lo dictamina, el sujeto va pasando así de una postura a otra con respecto incluso a los mismos temas, posturas que pueden ser incluso contradictorias y debido a la nula conciencia que se tiene del no saber con respecto a ciertos temas el sujeto no percibe jamás tal contradicción ideológica.

Este rasgo de la existencia falsa lleva a construir una carencia de sentido en  acceder a un conocimiento real sobre algo, el sujeto no le ve sentido a la posibilidad de construir una episteme, un saber sobre algo, las redes sociales son el ejemplo más concreto de esto, cuando Umberto Eco enunciaba que las redes sociales le han dado voz a una oleada de idiotas se refería a esto, algo que también aborda  Ortega y Gasset en la tiranía de las masas, se construye la tiranía de la opinión, vemos así masas y masas de sujetos para los cuales la episteme ha dejado de ser relevante, el profundizar, el analizar, el reflexionar sobre algo ya no es relevante, en las redes aparecen figuras de sujetos que con una mano en la cintura critican a personas que llevan años estudiando de un tema  y con los cuales hay una imposibilidad de discusión ya que no se construye una dinámica de sujeto- sujeto, sino de sujeto- cosa. Sujeto a cosa enunciadora de una ideología dominante, de sujeto-autómata.

3.- El equívoco. El último de estos 3 rasgos que definen la existencia impropia y falsa es lo que Heidegger define como el equívoco, el equívoco consiste en que el sujeto no sabe que es lo que comprende y que no comprende de su realidad, todo aparenta  estar perfectamente comprendido cuando en el fondo no lo está.

Este rasgo está plenamente ligado a los dos anteriores, es una vía de alienación por medio de la cual el sujeto puede construir una postura de apariencia bajo la cual todos aquellos ámbitos de su vida diaria están plenamente comprendidos aunque al menor cuestionamiento estas apariencias se derrumban monumentalmente, para poder sostener esta apariencia el sujeto elude de su vida todo aquello que tenga que ver con algo del orden de la verdad, de la episteme, del pensamiento, de la reflexión, sus círculos y espacios de convivencia son definidos a partir de esto, elude convivir con gente que reflexiona, los excluye, prefiere rodearse de autómatas como el, de personas que cree que tienen pensamiento afín, y que comprenden las cosas como el pero que en realidad reproducen ideas que escucharon por ahí.

Esto se traduce fácilmente en lo que la sociedad y diversos discursos de saber-poder han denominado como “identidades” escuchamos así frecuentemente a autómatas diciendo que se identifican mucho con tal persona, con tal conductor de televisión, con tal personaje público, con tal grupo social, si partimos que el principal rasgo de la alienación radica en que el sujeto tiene nulo conocimiento y conciencia de que lo que denomina como su ser es producto de una ideología, se evidencia como el sujeto moderno, la masa, son unos alienados, no importa que una cosa sea bonita, que la cosa no sepa que es cosa, que la cosa sea útil, que opine, al final sigue siendo una cosa.

Otro problema que se abre con este rasgo de existencia radica en dos sentidos, en el de la forma de obtención de conocimiento en nuestra sociedad y la del deseo. En el primer caso toda episteme parte de asumir un desconocimiento de cualquier cosa, todo conocimiento inicia su construcción a partir de saber que no se sabe, una postura muy Platonica-Socratica, Socrates decía, “Yo solo sé que  no se nada” cuya interpretación no está en relación a que Socrates intentara enunciar de que no sabe nada de nada, sino de fijar una postura epistemológica ante el saber, el saber está en una relación permanente para con el no saber, reconocer que no se sabe es el inicio de todo proceso de conocimiento, una vez que el sujeto niega su no saber, lo excluye de su proceso de pensamiento y evita todo aquello que pueda confrontar su postura se condena a sí mismo a una vida de ignorancia, de repetición, y de alienación.

El segundo caso tiene efectos para con la vida personal del sujeto, uno de los efectos de simular tener comprendido todo se traduce en una imposibilidad para saber que desea, ante su negación de su no saber, se condena a desear en función del orden biopolitico, condena a su cuerpo y a su ser a convertirse en un ente biopolitizado, que desea como SE debe desear,  desea lo que SE debe desear, su deseo se vuelve una repetición de una ideología, de un conjunto de discursos de saber-poder con respecto al deseo, al amor y al negarse la posibilidad de poner en duda lo que realmente sabe sobre sí mismo y sobre su realidad, el sujeto se condena a sí mismo a vagar en un terreno que cree que conocer pero que desconoce, a vagar en círculos confrontándose con los mismos problemas, las mismas angustias, a repetir el mismo tipo de relaciones, los mismos errores, a desear siempre lo mismo, construye la tiranía de la repetición, el reino de lo siempre igual.

Para finalizar queda abierta la reflexión, la pregunta de Hamlet está más vigente que nunca en nuestra realidad y nuestro contexto social, ¿SER O NO SER?  He ahí el dilema real, aunque quizá valdría hacer una pequeña acotación a la pregunta para  enfocarla y situarla en nuestros tiempos de la sociedad del espectáculo y del rendimiento, quizá la pregunta de nuestros tiempos seria ¿SER O APARENTAR SER?  Cada uno que elija y asuma las implicaciones de su elección.

Eduardo Contreras Merino.


3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy interesante Eduardo, hay una fórmula que está imperando en nuestra sociedad hipermodernidad + Posverdad = necio, que también lo maneja uno de tus autores citados H. Eco, lo llama la invasion de los necios y precisamente hace reverencia a la opinión sin conocimiento solo por el hecho de "se dice por ahí" "se escucha" "se rumora"... contraproduciendo al hecho.
saludos cordiales ����

Eduardo Contreras Merino dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Eduardo Contreras Merino dijo...

Es verdad. Es una problematica compleja.